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El PSOE, nefasto partido

Cuando Pablo Iglesias fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) debió de tener un mal día. Fundó un partido que, más que una organización política, parece una organización mafiosa. Esa vocación ya le viene de lejos: perpetraron el mayor robo de la historia de España, llevándose las reservas de oro del Banco de España -incluidas monedas de incalculable valor-, vaciando las Cajas de Ahorros y los Montes de Piedad, incluso los depósitos de particulares.

Lo del socialismo era también una tapadera política, pues en realidad era un partido de ideología marxista, ideología que Felipe González excluyó en el Congreso de Suresnes como condición para aceptar la Secretaría General del partido.

Y lo de obrero se entiende perfectamente hoy: los socialistas trabajan en muchos campos. Son carniceros, porque sus chistorras son de primera calidad. Agricultores, porque cosechan lechugas de excelencia. Y, sorprendentemente, astrónomos, porque su obsesión por los soles evidencia la extraordinaria versatilidad de este partido.

Pero lo de español es, sin duda, lo más controvertido. Ya en la República entregaron la soberanía a Rusia, intentaron vender puertos como Vigo, Cartagena o Mahón a Gran Bretaña y negociaron con Italia para conseguir armamento y apoyo militar durante la Guerra Civil. Y hoy, el PSOE de Pedro Sánchez ha pactado para gobernar con quienes ni siquiera se consideran españoles, sino que quieren destruir España.

Todo en el PSOE es una gran mentira, una corrupción sistémica, una ignominia constante. Desde su fundación, su legado ha sido siempre el mismo: dividir, corromper, agitar y degradar moralmente y políticamente a España. Ellos y nadie más fueron los que provocaron la guerra civil.

Porque lo que comenzó como una ilusión obrera, espejismo absoluto, acabó convertido en una maquinaria de poder, corrupción y agitación política. Un partido que habla de progreso, mientras arruina instituciones, que presume de democracia, mientras pacta con quienes quieren destruirla.

El PSOE no representa hoy a España: la parasita, la divide y la traiciona. Y lo hace con la misma sonrisa con la que vende el futuro de la nación al mejor postor. Qué mala suerte ha tenido España con este nefasto partido.