Pollença 2025: Shostakovich bien presente en la cuota española del Festival
El Cuarteto Casals, primero en aparecer en escena el 14 de agosto, optó por incluir en su programa el 'Cuarteto nº 8'
Data de 1960 y está considerada una obra autobiográfica, profundamente personal y marcada por un tono trágico y reflexivo
El 64 Festival Internacional de Música de Pollença se inauguraba el pasado 9 de agosto, coincidiendo exactamente con el 50 Aniversario de la muerte de Dmitri Shostavovich, fallecido en Moscú el 9 de agosto de 1975.
En tal circunstancia, buena parte de la mayoritaria cuota española (cinco de los ocho conciertos programados en la muestra internacional) optaba por la inclusión en el programa de obras de Shostakovich. Solo Galdós Ensemble, que presenta un monográfico Chopin, y Spanish Brass, el elegido este año para el concierto benéfico, han decidido no sumarse a este compromiso.
¿Era una casualidad la fascinación por Shostakovich por parte del Cuarteto Casals, Hélix Trío y la Orquesta Sinfónica de Tenerife? Puede que sí o no.
Por cierto, Spanish Brass regresará el 20 de noviembre para intervenir en un concierto de la temporada de abono de la Sinfónica de Baleares, que no ha tenido a bien darle mayor importancia al Año Shostakovich a pesar de que sus 15 sinfonías y 15 cuartetos de cuerda son un claro referente de la música contemporánea. En el resto del mundo, sí habrá celebraciones.
Es de común acuerdo considerar que las obras de Shostakovich representan la fuerza de la música como expresión profunda de la condición humana, a través de la combinación de ironía, melancolía y energía rítmica. Centrado en la vida personal del compositor, Ricardo Ruiz de la Serna nos dice que su vida «representa esa aterradora zona gris en que vivieron los artistas de la Unión Soviética, fundamentalmente en el período de Stalin, procediendo a experimentación arriesgada, creación deslumbrante y el terror ilimitado».
Al margen de la intencionalidad o no de esta casualidad sobrevenida entre los combinados españoles, lo cierto es que la selección de las obras se ciñe a períodos significativos en la vida de Dmitri Shostakovich. Por ejemplo, el Trío número 1, obra temprana (1923) cuando el compositor tenía 17 años que se corresponde con su período de experimentación, descontento con la enseñanza formal del Conservatorio de Leningrado. Se tiende a pensar que esta pieza muestra su talento y estilo único desde edad muy temprana.
En 1945 Shostakovich acabó su Sinfonía número 9, que cierra la trilogía de las llamadas sinfonías de guerra, completada con la 7 y la 8. La 9, en especial, las autoridades soviéticas querían que fuera una gran sinfonía de la victoria. Pero no fue así para disgusto de la dirigencia. Shostakovich no dio su brazo a torcer y prefirió ser fiel a sí mismo, en lugar de plegarse al realismo socialista, el precedente -sin duda- de la corrección política.
A propósito de su novena sinfonía y el disgusto causado por el resultado, el propio Dmitri Shostakovich ha dejado por escrito: «Querían de mí una oda, una fanfarria, una Novena majestuosa. Se suponía que yo tenía que escribir una apoteosis de Stalin. Sencillamente, no pude… Mi testarudez me costó cara». Será muy interesante acudir a la clausura del Festival de Pollença, el 29 de agosto, y escuchar a la Orquesta Sinfónica de Tenerife interpretar la Sinfonía nº 9 de Shostakovich bajo la batuta de Víctor Pablo Pérez.
El Cuarteto Casals, primero de los tres conjuntos en aparecer en escena el pasado 14 de agosto, optó por incluir en su programa el Cuarteto nº 8, que data de 1960, y está considerado una obra autobiográfica, profundamente personal y marcada por un tono trágico y reflexivo. De gran complejidad técnica, incluyendo autocitas de otras obras suyas, este cuarteto que es el más representado y un referente en el repertorio de cuartetos de cuerda del siglo XX, explora la guerra con un tono sombrío y fue tal su significación que se interpretó en el funeral de Dmitri Shostakovich en 1975.
Pongámonos en situación. El Cuarteto Casals, cuyo pedigrí se remonta a la Escuela de Música Reina Sofía, donde se fundó en 1997, además durante un tiempo lejano bajo la tutela del prestigioso Alban Berg Quartet, llegó al Festival de Pollença con el siguiente programa: Cuarteto de cuerda opus 76 de Joseph Haydn, el cuarteto de Shostakovich, y cerrando nada menos que el Cuarteto de cuerda nº6 de Felix Mendelsson.
Es decir, abriendo y cerrando unas propuestas donde podía contemplarse la excelencia de cada uno de los integrantes del Cuarteto Casals, sublimando la personalidad y el estilo virtuoso de cada uno de los cuatro, circunstancia siempre presente en la naturaleza de un cuarteto de cuerdas, hasta llegar a la fuerte intensidad de todos los pasajes recogidos en el cuarteto de Shostakovich, transformado en un vendaval autobiográfico que exige dejar a un lado cualquier atisbo de individualismo hasta crear un cuerpo único y envolvente capaz de hacernos llegar las tribulaciones del alma del compositor. Plenitud en la intensidad.
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