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Arte

‘Pálpito y flama’, una exposición de Carla y Marta Cascales en la galería palmesana ABA Art LAB

El espectador puede disfrutarse una muestra del llamado 'arte relacional' o 'participativo'

El fuego, la música, el tiempo convierte el espacio en una enorme clepsidra

Con motivo de la celebración del Art Palma Summer, una cita que los principales galeristas de Palma, Andratx y Pollença han diseñado para inaugurar de manera conjunta el verano mallorquín del arte, la galería ABA Art LAB abrió al público el pasado jueves 9 de junio una exposición singular, tanto porque se trata de la conjunción del trabajo en campos distintos de dos artistas hermanas, cuanto porque su visita y visión supone la necesaria participación del espectador, materializándose por tanto la exposición como una clara propuesta de lo que Nicolas Bourriaud definiera hace unos años como «arte relacional».

La muestra, de una sensibilidad exquisita, recoge, como decía, el trabajo de Carla y Marta Cascales, una artista plástica y la otra compositora musical. El leit-motiv de la exposición es el fuego, tomado, como dice Arantxa Zulema Rodríguez en la hoja de sala, como “elemeto de transformación, purificación y dividinidad”.

“Místico y ancestral, el fuego —continúa la citada introductora— ha sido venerado durante siglos a través de ritos paganos y ceremonias sagradas, de Oriente a Occidente”. Y tal como lo concebía Heráclito en la antigua Grecia, el fuego era el arché, la sustancia original y elemento primigenio de todas las cosas. Lo que hoy en día llamamos energía, que reside en la tensión subatómica que impele todo lo que ocurre en el universo.

Difícil reto el que se han planteado las hermanas Cascales, puesto que el fuego ha sido tema de reflexión y de mirada para los hombres desde los tiempos prehistóricos, así que plantarse en este terreno con la ambición de presentar un nuevo horizonte de sentimiento y de perspectiva intelectiva es en verdad de enorme audacia.

Pero lo han conseguido, y “Pálpito y flama” es una exposición magnífica que rezuma paz, música del tiempo, vibración pausada del espíritu frente al goteo con el que la vida pasa y se otorga como ofrenda a quien la sabe apreciar y aprovechar.

A modo de enorme clepsidra, las piezas en cera que aparecen sobre enormes bloques de marés, y que el espectador puede y debe encender, eligiendo una o unas de las múltiples mechas que sobresalen de las piezas, irán consumiéndose lentamente a medida que los días vayan cayendo en el calendario y el plazo de la exposición vaya siendo consumado.

El final, la cera retorcida en formas inverosímiles pero que, curiosamente, están o estarán (eso se sabe) todas ellas dentro del territorio de lo bello, terminarán fundiéndose en cobre como esculturas que representan el proceso efímero en el que el fuego ha sido el mediador.

Este proceso debe realizarse al ritmo de la música que la otra hermana Cascales ha diseñado para la ocasión, y que se puede activar en un giradiscos que se encuentra justo a la entrada de la galería. De esa forma el rito se completa de la manera litúrgica que indica y establece Arantxa Zulema en su bien enfocado texto de sala.

Por último, unas piezas planas de cobre cuelgan de algunas paredes. Han sido trabajadas por el fuego, por “el fulgor de las llamas”, como se lee en el citado texto. Una serie de diez representan a las vírgenes vestales, guardianas del fuego sagrado en la antigua Roma, encargadas de que su llama se mantuviera viva día y noche.

En definitiva, una muestra sutil y mágica, llena de referencias históricas y simbolistas, y que además se implanta en el tiempo actual, en la contemporaneidad en la que asoma la cabeza, con un formato participativo   muy del gusto de los nuevos tiempos.

Magnífica, pues, y exquisita exposición a cuatro manos.