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Sanidad Pública

Javier Torres (Copib): «Luchamos para que cada centro de salud de Baleares tenga un psicólogo clínico»

«El tratamiento psicológico no es un artículo de lujo, sino un derecho de la ciudadanía». Así se ha pronunciado el decano de Colegio Oficial de Psicología de Baleares (Copib), Javier Torres, en una entrevista a OKDIARIO. Según datos del Servicio de Salud balear, las consultas sobre salud mental se han disparado un 16% desde el inicio de la pandemia. Esto ha provocado que el tiempo medio de espera para ver a un psicólogo especialista en psicología clínica -así se llaman los de la sanidad pública- haya aumentado aún más si cabe.

Hoy, un paciente con depresión en busca de ayuda ha de esperar entre dos y tres meses para conseguir una primera cita con un psicólogo clínico del IB-Salut. «Esto es catastrófico. Esas personas necesitan atención psicológica de forma inmediata para que los problemas emocionales y psicológicos no se cronifiquen», señala Torres. Ante estas enormes lista de espera, son muchos los que optan por acudir a un psicólogo privado. Ahora bien, para ello deben pagar entre 50 y 75 euros por una hora de terapia, un capricho no al alcance de todas las familias

La realidad es que en el Servicio de Salud de Baleares no hay suficientes especialistas en psicología clínica. En los hospitales públicos de las Islas trabajan actualmente solo 75 psicólogos, cuando el número de consultas de salud mental ronda las 150.000. La ratio en Baleares es de 6 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes. Esta cifra está un poco por encima de la media nacional pero muy por debajo de la media de la Unión Europea, que tiene el triple. La Organización Europea de Salud Mental recomienda 20 especialistas por cada 100.000 habitantes.

En España, para formar parte del Sistema Nacional de Salud, los psicólogos clínicos tienen que pasar por una residencia de cuatro años y un examen nacional. «Se accede a través del PIR (psicólogo interno residente), el equivalente al MIR en medicina. El problema es que las plazas de PIR que oferta el Ministerio de Sanidad son insuficientes. Cada año salen alrededor de 200 plazas a concurso para 4.000 aspirantes y a Baleares solo le tocan tres. Así es imposible cubrir el ratio óptimo», denuncia Torres.

Este déficit de especialistas en la sanidad pública de las Islas se hace más notorio al revisar el índice de suicidios en los últimos años. El número de personas que se quitan la vida en el archipiélago va en aumento, muy cerca ya de los 100 suicidios anuales de media. De hecho, esta lacra históricamente silenciada por los medios de comunicación es desde hace tiempo la principal causa de muerte no natural en España y también en Baleares.

«Los fallecidos por accidentes de tráfico o violencia de género no han alcanzado cifras como las de muertos por suicido», lamenta el decano de Copib para agregar lo siguiente: «Es cierto que en menores y adolescentes encontramos muchos episodios de ideación suicida que en el fondo son llamadas de atención, pero no hay que dejarlas a un lado porque detrás existe un problema. Esto se tiene que atajar desde el primer momento para que no tengamos que decir: he llegado tarde».

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la comunidad balear registró 45 muertes por suicidio en el primer semestre del 2022. «En lo que llevamos de 2023 ha habido una incidencia de suicidios consumados bastante alta. Por tanto, es muy probable que las cifras al final de este primer semestre sean similares o mayores que las del 2022», apunta.

En 2021, el Observatorio del Suicidio en España contabilizó un total 79 suicidios en las Islas. «Esta cifra es una catástrofe, una barbaridad. La administración debe tomar nota de este asunto y trabajar para que vaya bajando esa tasa porque es muy preocupante. Si no lo atajamos y ponemos todos los recursos posibles, vamos a tener problemas graves a medio plazo como sociedad», advierte el decano.

Para mitigar esta problemática, desde Copib han propuesto a la Conselleria de Salud que implemente plazas de psicólogos generales sanitarios en Atención Primaria. Si bien estos profesionales carecen de la titulación necesaria para prestar servicios de la cartera del Sistema Nacional de Salud, desde la entidad colegial consideran que su labor podría ser clave para de reducir listas de espera en la región.

«Si en todos los centros de salud hubiera un profesional de la psicología, muchísima gente sería atendida desde el primer momento. Además, el tiempo de dedicación ya no sería de diez minutos de media como por lo general suele ser con el médico de cabecera», señala Torres. En este sentido, recuerda que otras comunidades autónomas como Canarias, Comunidad Valenciana, Andalucía y Navarra ya están implantando esta práctica.

El decano del Colegio Oficial de Psicología de Baleares destaca el caso de Cataluña, primera región del territorio nacional que puso en marcha esta iniciativa. A raíz de la pandemia, el Departamento de Salud de la Generalitat aprobó un plan urgente de asistencia psicológica con la intención de descongestionar las unidades de salud mental de la comunidad. Para ser contratado, bastaba estar en posesión de la licenciatura o el grado en Psicología, junto con el Máster en Psicología General Sanitaria o un certificado de habilitación equivalente.

«A día de hoy, Cataluña dispone de unos 400 psicólogos generales sanitarios en Atención Primaria. Estos tienen la capacidad de emprender acciones de promoción y prevención en salud mental. Los resultados son muy buenos porque están atendiendo situaciones puntuales que trabajándolas desde el primer minuto es mucho más fácil manejarlas. Con una intervención terapéutica de pocas sesiones, los pacientes logran perfectamente encauzar sus vidas», apunta Torres.

En enero de 2022, la Conselleria de Salud anunció que los centros de salud de Baleares contarían con la figura del psicólogo clínico. Aunque la idea era incorporar a 22 expertos, por ahora solo se ha contratado a tres, el resto siguen vacantes. «Desde Copib estamos luchando para que cada centro de salud cuente con uno. Eso aliviaría muchísimo las actuales listas de espera de servicios especializados», indica Torres.

Paralelamente, sostiene que la prescripción de psicofármacos se lleva a cabo en los ambulatorios, que son «la primera puerta de entrada de las personas para solicitar ayuda». La escasez de especialistas en esa primera base provoca, según el decano, «que se intente anestesiar los síntomas de los pacientes en lugar de dotarles de un aprendizaje y un desarrollo de recursos para afrontar los problemas». El presidente de Copib esgrime que la falta de conocimientos apropiados en psicología sumado a la sobreabundancia de pacientes hacen que la prescripción farmacológica sea la única herramienta de la que disponen los médicos de Atención Primaria.

«Si la medicación no se combina con una terapia psicológica, a menudo lo que conlleva es a cronificar el problema. Los antidepresivos o ansiolíticos son una ayuda, pero de no tratar la causa, el paciente puede estar años con depresión o ansiedad. El tratamiento psicológico, en cambio, permite una recuperación más temprana de los pacientes, previene cronificaciones, reduce el gasto farmacéutico y es más coste-efectiva», concluye el Javier Torres.