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Arte

Imprescindible exposición del mejicano Pablo Helguera en el Museo Juan March de Palma

Cerca de 100 dibujos dialogan sobre el mundo del arte entre las obras de la colección permanente

El humor, la ironía y también la sátira ponen al descubierto todos los recovecos del mundo del arte contemporáneo

Restan ya pocos días para todavía poder disfrutar de la extraordinaria exposición que en estos momentos se despliega en la sede de la Fundación Juan March de la calle San Miguel de Palma. El 14 de enero, según consta en la información del museo, será cerrada ya al público, y es una lástima que la hayamos visitado tan tarde, con tan poco tiempo para recomendarla encarecidamente. Se trata de una exposición ubicada entre medias de la colección permanente del museo, con intervenciones que entablan diálogo con las piezas que allí usualmente se encuentran, con una finura y sentido del humor en verdad excepcionales.

Este tipo de intervenciones se ha puesto de moda desde hace un tiempo, y permite no sólo que el artista invitado muestre su trabajo, sino también una nueva visión de la obra ya existente en un espacio museístico. Recuerdo que una de las primeras intervenciones de este tipo que vi fue en Ca’Pesaro, en Venecia, allá por 2009, en donde nuestro Bernardí Roig entablaba un muy sagaz diálogo con las obras residentes, un diálogo que enaltecía tanto a su propio trabajo como a las piezas del museo. Esto se ha venido realizando en distintos espacios, y después he podido ver intervenciones de este tipo en el Prado y en otros importantes museos europeos y americanos.

La exposición que hoy nos ocupa es la intervención de Pablo Helguera (Ciudad de México, 1971) en el Museo Fundación Juan March de Palma, titulada “La comedia del arte”. Una de las líneas de trabajo que más

celebridad internacional ha otorgado al artista (e intelectual y activista cultural en general) es la de lo que él denomina “Artoons”, palabreja que proviene de la conjunción de otras dos en inglés, “art” y “cartoon”. En realidad, esta palabra compuesta se debe al escritor, museólogo y gestor cultural András Szantó, y remite a esos dibujos realizados en la más clara tradición de las viñetas “single panel” del The New Yorker, esas que están inspiradas en los célebres dibujos de Saul Steinberg o Quino. Y en el caso de Helguera, yo añadiría que también recogen la tradición conceptual y humorística de Mafalda, sólo que en este caso aplicado de manera unívoca al arte y no a la vida entera.

“La comedia del arte” recoge ochenta “artoons” seleccionados entre los ya conocidos del autor, a los que se han añadido quince más, originales, ejecutados para la ocasión. Están dispuestos entre las obras de la magna colección de arte moderno y contemporáneo español que reúne el museo, es decir, entre piezas de Eduardo Chillida, el Equipo Crónica, Antoni Tàpies o José Manuel Broto.

La finura del dibujo junto a la sátira o la ironía que conciertan los textos breves que los acompañan e iluminan hacen de esta muestra una delicia para el intelecto y para los ojos. Una exposición magnífica, de la que se sale lleno de ideas, y además con una sonrisa perenne en la comisura de los labios. El mundillo del arte, con todos sus típicos personajes, críticos resabiados, comisarios del Olimpo, galeristas de monedero insaciable, coleccionistas con alfabetización sólo incipiente, artistas de enorme ombligo, en fin, toda esa fauna que puebla los espacios del arte contemporáneo, las bienales y certámenes, los guateques de canapé fácil, las mesas redondas de siesta inevitable, hacen su aparición en los dibujos del artista mejicano en una suerte de estudio sociológico de hondo alcance y absoluto acierto.

Pablo Helguera ha trabajado durante años en el museo Guggenheim o el MoMA de Nueva York, donde, pese a que su trabajo oficial se cernía al departamento de educación, se ha considerado a sí mismo más como un artista residente que como un trabajador convencional.

Helguera es un activista cultural incansable, y entre los muchos proyectos que ha acometido se puede citar su compilación de un archivo fonográfico de lenguas en peligro de extinción; la escritura del guion de un simposio que fue interpretado por actores sin que la audiencia lo supiera; la creación de artista y compositores imaginarios; o el viaje en coche desde Anchorage, en Alaska, hasta Tierra del Fuego en el que llevó una escuela plegable desde la que organizaba conversaciones y ceremonias de carácter cívico.

Si alguien no puede visitar la muy recomendable exposición antes del 14 de enero en Palma, puede anotar que tendrá otra oportunidad en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca entre el 10 de febrero y el 8 de mayo del presente año 2022.