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Crítica teatral

Glenn Gould señorea en las memorias de Thomas Bernhardt

El Teatre Principal de Palma ha acogido la representación de 'Amb la claredat augmenta el fred', comedia de salón protagonizada por Pep Tosar, Evelyn Arévalo e Inma Colomer

Seguimos con las gratas sorpresas que nos depara la temporada 2024-2025 del Teatre Principal de Palma, de cuya programación sólo conocemos por el momento la primera entrega que va de septiembre 2024 a enero 2025. Y durante este período, hemos conocido una serie de funciones únicas que al margen de responder a cuestiones simplemente pragmáticas, contienen al mismo tiempo una suerte de halo mágico que las convierte en únicas. 

Esta vez hemos asistido a la representación de Amb la claredat augmenta el fred, comedia de salón (más bien sátira) protagonizada por Pep Tosar, Evelyn Arévalo e Inma Colomer. Se trata de una producción de El Grec, a partir de una dramaturgia que han compartido Tosar en el papel de Thomas Bernhardt, el escritor y dramaturgo austríaco -icono del existencialismo de la segunda mitad del siglo XX- y Arévalo como la periodista que a lo largo de la representación entrevista al escritor. Cierra la ficha Colomer, como la tía del escritor. Bien podría haber sido un monólogo, puesto que se trata de una adaptación libre de Mis Premios, obra póstuma de Bernhardt, donde se recogen sus discursos de agradecimiento al recibir una serie de premios literarios, «nueve, de doce o trece», según el manuscrito del escritor.

Pero la opción es poner tres personajes en escena, tal vez sin una particular intención, aunque a ojos del espectador sí que conecta perfectamente con el vídeo que preside el fondo de la escena, donde vemos a Glenn Gould en su tercera aproximación a Las variaciones Goldberg (1981), un año antes de su muerte. Además es la perfecta excusa para incorporar fragmentos de El malogrado (título español de Der Untergeher, la novela más conocida de Thomas Bernhardt editada en 1983). Fragmentos del contenido de la novela  están presentes en la entrevista sobre las tablas y sirve a Tosar de coartada a la hora de profundizar al máximo en la intensidad y el hastío obsesivo de Bernhartd llevados al territorio de la sátira. El malogrado se publicó un año después de la muerte de Gould, convertido aquí en personaje silencioso aunque de fuerte presencia, conociendo el contenido de esta novela.

También cabe interpretarlo como un guiño erudito al hecho de que Thomas Bernhardt fue alumno del Mozarteum (es parte del escenario de la novela), una circunstancia que le convertirá en melómano empedernido de por vida, llevándole al extremo de que su obra contiene una musicalidad que requiere tener muy presente para apreciar lo que esconde tanta banalidad en el texto. Son los severos matices que adornan su palabrería, los que dan sentido a su relato, a veces opaco, y siempre de calculada vulgaridad.

Como suele suceder en las comedias deberemos aguardar al final para saber de la intencionalidad última del relato, a veces en forma de moraleja y otras –este es el caso- como culminación de una exposición aquí concretada en el discurso pronunciado por Bernhardt, el año 1965, al recibir el Premio de Literatura de la Ciudad Libre y Hanseática de Bremen, que es el fragmento utilizado al final de la obra –ahora sí como monólogo- con Pep Tosar firme en su enfrentamiento con el público en las butacas y convertido él en un oyente más, de aquella lejana velada de 1965, con un Bernhardt hastiado. 

Tosar, en este momento final de la obra, habla directamente al público; de la misma manera que lo hizo sesenta años antes Thomas Brenhardt, utilizando entonces las butacas del teatro como laboratorios de examen de conciencia.