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La Festa de l’Estendard y la ofrenda floral a Jaume I recuperan la brillantez que perdió con la izquierda

La ofrenda floral al rey Jaume I y la Festa de  l’Estendard han recuperado este año todo su esplendor y autenticidad después de desprenderse del carácter político que le imprimió el pacto de izquierdas que presidía las principales instituciones de Baleares y que tenía a Francina Armengol como presidenta del Govern. Los dos actos se han celebrado en esta ocasión con toda la solemnidad perdida, con sumo respeto a la tradición y sin manipulaciones políticas.

Durante los últimos años la Festa de l’Estendard había quedado deslucida por el empeño de los partidos de la izquierda  en convertir lo que era la celebración civil más antigua de Europa en una Diada de Mallorca de tono soberanista y en defensa de los Països Catalans.

Con el PP gobernando en el Ayuntamiento de Palma y el Consell de Mallorca y el apoyo de Vox, la fiesta vuelve a ser lo que siempre había sido, la celebración de un acontecimiento histórico sin más consideraciones de carácter políticos y mucho menos de tono independentista.

La Festa de l’Estendard es una tradición que desde el siglo XIII conservaba toda su esencia y se mantenía al margen de cualquier reivindicación de carácter político hasta que el pacto de izquierdas quiso aprovecharla para convertirla en la Diada de Mallorca y otorgarle un carácter de defensa de los Països Catalans.

El alcalde de Palma, Jaime Martínez, y representantes del PP en la ofrenda floral a Jaume I.

La fiesta conmemora la entrada en Palma de las tropas del rey Jaime I en Palma el 31 de diciembre de 1229.  Por su antigüedad y autenticidad la fiesta fue protegida como Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial. A lo largo de la historia la celebración la había presidido el Ayuntamiento de Palma en solitario,  que era en realidad el gran protagonista de la celebración.

Hace ya ocho años que el gobierno de coalición de socialistas, nacionalistas y populistas de Unidas Podemos (UP) que gobernaba en el Ayuntamiento de Palma y Consell de Mallorca convirtió la Festa de l’Estendard en la Diada de Mallorca acompañada de actos independentistas. Este año todo esto ha desaparecido y se ha recuperado el sentido que siempre había tenido la fiesta.

La celebración de la Festa de l’Estendard se ha iniciado a las 10 horas de la mañana de este domingo 31 de diciembre presidida por el alcalde de Palma, Jaime Martínez. La Cimera del Rei Jaume I ha hecho su aparición y a continuación la comitiva municipal ha trasladado el estandarte para colocarlo en el centro de la plaza de Cort al tiempo que la banda municipal interpretaba La Balanguera, el himno de Mallorca.

En la comitiva oficial, los  jinetes de gala de la Policía Local, los Tamborers de la Sala, cossiers y cavallets y los concejales del Ayuntamiento de Palma. Luego se han sumado a la comitiva representantes del Consell de Mallorca para dirigirse a la Catedral donde se ha celebrado el oficio solemne presidido por el obispo Sebastià Taltavull. En la Catedral ha estado la presidenta del Govern, Marga Prohens.

El obispo reivindica la lengua propia en la homilía de l’Estendard

El obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, ha reivindicado la «memoria» y la «lengua propia» de «un pueblo sensible a la defensa de su tierra» así como de «su identidad». En detalle, Taltavull ha aprovechado la Festa de l’Estendard para profundizar «en la identidad de la familia», entendiendo esta como «creadora de la identidad del pueblo porque de ella depende este».

El obispo de Mallorca ha creído así que el Estendard «ha de ser signo de buen entendimiento, de mirada conjunta y de acción compartida, de seguimiento confiado en un proyecto común basado en el respeto a los derechos humanos».

Todo esto fijándose en dos aspectos que, según ha apuntado, «configuran nuestra identidad y son parte irrenunciable de ella y que tienen su raíz en la familia: la tierra donde hemos nacido y la lengua que hemos aprendido».

En este sentido, Taltavull ha precisado que éste es «un pueblo sensible a la defensa de su tierra». Por ello, tras asegurar que se «está en condiciones más que favorables de mirarla con amor» y ante el «peligro» de que «la sabiduría intuitiva de la gente del campo», así como «el amor a unos costumbres y tradiciones que pasaban de padres a hijos» queden «con una representación puramente escénica, sin vida», ha instado a añadir a esta sensibilidad «una actitud ecológica integral y la preocupación por el cambio climático».

Asimismo, el obispo de Mallorca se ha referido a éste como un pueblo que «también, desde siempre, ama, valora y promueve la propia
llengua». «La Iglesia siempre ha velado porque fuera así», ha destacado, haciendo hincapié en que «la lengua es más que palabras transportables de un traductor» y, por este motivo, Sebastià Taltavull ha valorado que aunque «a veces nos llega el rechazo» es edificante que entre personas procedentes de otros países «haya quien diga que nos entienden y valoran nuestra forma de expresarse».