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La desesperación de los apicultores: «Están desapareciendo las abejas y todos los insectos polinizadores»

El presidente de Asociación Balear de Apicultores, Gerrit Parra: "La desaparición de las abejas es solo la punta del iceberg"

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Apicultores de Baleares han alertado de la urgencia de avanzar hacia la prohibición de los plaguicidas y herbicidas más peligrosos en la agricultura, como el glisofato, por su letalidad contra las abejas y otros polinizadores, los efectos que la desaparición de estas especies está teniendo en materia de control de plagas -los polinizadores actúan contra ellas- así como por el riesgo de que elementos nocivos se introduzcan en la cadena alimentaria.

«La desaparición de las abejas es solo la punta del iceberg. Se están muriendo todos los insectos y para combatir una plaga necesitamos insectos», concluye en declaraciones a Europa Press el presidente de la Asociación Balear de Apicultores (ABA), Gerrit Parra, que insta a «reconvertir» la agricultura y recuperar el equilibrio para dejar de depender de los insecticidas detrás de los cuales, además, «se esconden intereses económicos».

Parra alerta de que con la extensión de los plaguicidas, los campos han acabado convertidos en «monocultivos desérticos» de los que la fauna auxiliar, como los insectos polinizadores, ha desaparecido. En contextos así, las plagas se convierten en problemas importantes. «Hay muchos insectos que actúan como depredadores de plagas, pero al aplicar insecticidas y herbicidas, estos insectos beneficiosos desaparecen», apunta.

En la misma línea, el responsable de apicultura de la Unió de Pagesos, Jaume Pou, argumenta que la existencia y la conservación de los polinizadores beneficia la producción de semillas y flores que acaban dando frutos. De este modo, tanto desde ABA como desde Unió de Pagesos, ven con buenos ojos iniciativas que se plantean a nivel europeo encaminadas a avanzar hacia la prohibición de herbicidas.

En concreto, el pasado 24 de enero las comisiones de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria y de Agricultura y Desarrollo Rural del Parlamento Europeo, organizaron una audiencia pública con los impulsores de la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) Salvemos a las abejas y a los agricultores. Hacia una agricultura respetuosa con las abejas para un medio ambiente sano.

La ICE, que se presentó el pasado mes de octubre y ha conseguido más de un millón de declaraciones de apoyo, reclama a la Comisión Europea que proponga medidas jurídicas dirigidas a eliminar gradualmente los plaguicidas sintéticos de aquí a 2035, restaurar la biodiversidad y apoyar a los agricultores en esta transición.

En Baleares los almendros, los árboles frutales y algunas hortalizas son las especies más dependientes de los polinizadores y que suelen necesitar más tratamientos y las que están esperando a experimentar el descenso en la población de polinizadores, según explica el representante de la Unió de Pagesos, que añade que ya hay explotaciones que contratan expresamente a apicultores.

Sobre las áreas más afectadas, dado que el empleo de insecticidas y plaguicidas va ligado al incremento de las extensiones, Mallorca estaría «relativamente bien», pero con escenarios de contraste entre zonas como Sa Pobla, «totalmente envenenada», o la Serra de Tramuntana, con buena calidad de los cultivos.

Para Pou, esta propuesta y cualquiera que suponga iniciativas de estas características son «positivas». Parra, por su parte, argumenta que «se tendría que haber aprobado ayer», para ilustrar la urgencia de que la iniciativa sea pronto una realidad. «No es una cosa que se pueda hacer en un año o en dos, se necesitan cinco o diez años, pero se tiene que tender a esto», señala.

«Lo peor» -insiste el presidente de ABA- «es que los elementos perjudiciales de los insecticidas acaban introduciéndose en la cadena alimentaria y esto será un problema a medio y largo plazo». Además, Parra alerta de los intereses económicos que hay detrás de la comercialización de estos productos por parte de las mismas empresas que venden también las soluciones.

«Son venenos que se están aplicando y que provocan la muerte de las abejas y otros insectos. Y los mismos que generan un problema proponen la solución con plantas autofértiles. Mejor no me des el problema», afirma. Frente a esto, desde ABA se apuesta por «reconvertir la agricultura para depender menos de los insecticidas». En definitiva, de «recuperar el equilibrio del propio campo».

Frente a campos con las bases de los árboles totalmente carentes de vegetación por efecto de los herbicidas que acaban pasando al agua y a la savia, Parra propone el desbroce y el mantenimiento de una pequeña capa de vegetación en la que pueda habitar la fauna auxiliar -los polinizadores- que sirven de abono y combaten las plagas.

Igualmente, se pueden crear bandas de flora entre cultivos que sirvan también de hábitat para la fauna protectora. «Se tiene que tender a remedios naturales», añade. «Un campo sin insectos es un campo intoxicado», subraya.

El campo, insiste Parra, tiene sus propios mecanismos de control y pone como ejemplo la mariquita, que combate eficazmente el pulgón. Entre las medidas, la ICE reclama sumar más apoyos a la agricultura ecológica y el regreso a la agricultura de pequeña escala frente a las grandes extensiones.

Pou admite que la adaptación no será igual en todos los sectores y que cada agricultor tendrá que afrontar el nuevo escenario teniendo en cuenta la rentabilidad de su negocio, pero tendiendo al uso de productos más ecológicos.

El campo balear, indica, ya hace tiempo que tiende al cultivo de menor escala «viendo el camino que ha emprendido la política europea». El presidente de ABA pide cambios de mentalidad también a los consumidores. «Una manzana roja y grande no es siempre mejor que una menos roja y mediana», explica, antes de advertir que al final acaba por afectar al conjunto de la sociedad «de una manera u otra».