Crítica musical

Delicias B&B (Bach and Bailey) en los tres escenarios del Festival de Deià

La despedida del 46 Festival Internacional de Música de Deià ha sido un gran regalo con el violonchelista Zuill Bailey y la propuesta de las seis suites de Bach

Zuill Bailey
Zuill Bailey en la clausura del Festival de Deià en Son Marroig.

La despedida del 46 Festival Internacional de Música de Deià ha sido un gran regalo y por partida triple. En primer lugar el factor sorpresa, puesto que no se había inicialmente previsto (fue una casualidad) ver regresado a Zuill Bailey con la propuesta de las seis suites de Bach para chelo solo. En segundo lugar, los escenarios elegidos para las tres fechas. En tercer lugar, el privilegio de asistir de manera insospechada al prólogo de la gira que se prolongará durante año y medio por escenarios de todo el mundo.

La intrahistoria de esta visita tiene que ver con un viaje privado a España de Bailey y la gran amistad que se profesan el director artístico del Festival de Deià, Alfredo Oyágüez, y el violonchelista estadounidense. Se montó de inmediato una agenda con tres escenarios. Estuve en el primero de ellos, la Fundació Pilar i Joan Miró, el 24 de octubre en Palma. El día siguiente una suerte de maridaje de vinos con estas suites en Valldemossa, para cerrar el ciclo improvisado el 26 de octubre en la sala de música de Son Marroig, que es en realidad el corazón del Festival Internacional de Deià.

Zuill Bailey grabó las seis suites en dos ocasiones (2010 y 2021), además de haberlas ya tocado en Son Marroig en la edición del año 2017. Esta vez, sin embargo, tenía el valor añadido de ser el programa de la gira mundial.

Bailey, además de un excelente músico, es un gran comunicador. Así pues, no se trataba exclusivamente de escuchar las suites, sino también de conocer sus impresiones. Este fue el denominador común, el punto de unión entre los recitales de la Fundació Pilar i Joan Miró y Son Marroig. En cambio, en Valldemossa Bailey se dejó llevar por su reconocida valía como catador de vinos, lo que podrá parecer una boutade pero en realidad no lo es.

El musicólogo Willem de Waal nos recuerda que «persiste la tentación de definir como cerrada la serie de las seis suites de Bach para chelo solo». Pone dos ejemplos bien elocuentes: «Para Pau Casals la serie reflejaba un panorama completo de las emociones humanas, mientras que para Rostropovich, en función de su técnica, estas series reflejaban claridad (1), intensidad (2), brillantez (3), opacidad (4), oscuridad intensa (5), luz resplandeciente (6)».

Zuill Bailey, en sus recitales de Palma y Deià, prologaba cada suite con una reflexión personal. Por ejemplo, una de las primeras suites era un anticipo del jazz todavía por llegar. ¿Qué le impedía entonces maridar cada suite con la textura de un vino en concreto? Por experiencia, solo puedo hablar de lo ocurrido en el auditorio de la Fundació Pilar i Joan Miró, donde la magia fue inmediata y la velada se nos escapó en un abrir y cerrar de ojos.  

Lo interesante de las suites de Bach para chelo solo es que respondían a su interés de explorar las posibilidades de cada instrumento, ahondando en su originalidad y su complejidad. Además, hoy está reconocido por todos que constituyen una auténtica piedra de toque para cualquier violonchelista.

Al no haberse encontrado los manuscritos del propio Bach a propósito de cada una de las seis suites, y con el precedente de haber sido relegadas a la función didáctica, descartadas por tanto para el repertorio de conciertos, el hecho que permanece inalterado es estar hablando de su carácter innovador al otorgar carácter protagonista a un instrumento hasta entonces relegado a mero acompañamiento.

Bach, en definitiva, fue pionero hasta el punto de establecer un precedente en la escritura musical. Y como he dicho, y si no lo digo ahora, la característica de esta serie de suites es permitir a quienes las interpretan aportar sus características personales y calidad artística. De manera que podemos escucharlas diez días seguidos con solistas diferentes y viviremos diez experiencias distintas. Imaginemos que estos solistas lo fuesen encabezados por Yo Yo Ma y Mischa Maisky. Entonces el éxtasis.

Lo que me lleva de regreso a Willem de Waal y completar su apreciación sobre la manera que tenía Pau Casals de entender cada una de ellas como reflejo de las emociones humanas: «La 1 el optimismo, la 2 lo trágico, la 3 el heroísmo, la 4 la grandiosidad, la 5 lo tempestuoso y la 6 lo bucólico». 

En definitiva, cada maestrillo tiene su librillo, de manera que cada vez que escuchamos la serie de seis suites para violonchelo solo de J. S. Bach, lo que vivimos es un momento único, irrepetible. Zuill Bailey transmitió esa misma sensación. Escuchándole, sabíamos que íbamos a vivir un momento único. Así transcurrieron las tres fechas consumiendo delicias B&B (Bach and Bailey).

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