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EL CUADERNO DE PEDRO PAN

El cartel de ‘sold out’, protagonista del 62 Festival de Pollença

La prestigiosa Chamber Orchestra of Europe fue la estrella en el concierto de inauguración

Maria del Mar Bonet compartió emocionada el escenario con L’Arpeggiata

El mes de agosto el Festival de Pollença es el referente indiscutible en la cartelera cultural de Mallorca y, probablemente, de todo Baleares también.

En la presente edición después de las elecciones del 28M el protagonismo como alcalde-presidente del Festival le corresponde a Martí March, que es el hijo de aquel otro Martí March, que ya intervino en los inicios de la idea maravillosa aventurada por el violinista Philip Newman y que contó con el decisivo apoyo del alcalde Bartomeu Siquier. Además, como alcalde, fue el impulsor de los años dorados, a finales de los 80 e inicios de los 90, gracias asimismo al impulso económico del entonces conseller, Jaume Cladera.

Qué gran conseller de Turismo, consciente de la importancia de dar apoyo a una agenda cultural en consonancia con un destino de primera categoría, a la que puso fin la crisis económica, y política, del año 2010.

Fueron años en que el Festival de Pollença era conocido como El Pequeño Salzburgo del Mediterráneo. De hecho, históricamente todos y cada uno de los alcaldes que lo han sido de Pollença, desde 1962 hasta el presente, han mantenido un compromiso firme con el Festival, incluso cuatro de ellos son los firmantes de la rehabilitación de las fachadas interiores del claustro de Sant Domingo -sede permanente de los conciertos-, uno de ellos March Sr.

Otro March, Miquel Àngel, hijo y hermano de la saga, ante la deriva que se venía produciendo, desde la muerte de Eugen Prokop en 2005 (continuador de la obra del fundador Newman), siendo alcalde encomendó a un comité artístico recuperar la senda fundacional, que por cierto ha respetado con un excelente criterio el actual director artístico Pere Bonet, nombrado por otro alcalde providencial, Bartomeu Siquier, que defendió con determinación la continuidad del Festival a pesar de la crisis de 2010 y volvió a hacerlo en el momento crítico provocado por la pandemia del Covid19. Ahora, depende su permanencia en la dirección artística de lo que decida Martí March Jr.

Le agradezco, por cierto, a Pere Bonet, el llamarme con antelación para que tuviese conocimiento del programa meses antes de iniciarse el Festival, que ya era costumbre iniciada por Eugen Prokop cuando publiqué el libro. Soy periodista, sí, pero en este caso el off de record lo he mantenido sagrado en señal de respeto a los tiempos que quisiera marcar el Festival de Pollença,

Como autor del libro de los 40 años del Festival de Pollença, publicado el año 2001, recibí el encargo de ampliarlo hasta los 60 años y asimismo dar forma al guion para un documental del que nunca se supo. Mi intención en todo caso es entregar el texto ampliado antes de finalizar la 62 edición. Lo que hagan con ello escapa a mi voluntad; no así, el amor que siento por una iniciativa que viví intensamente desde la escritura del libro. He acudido sin faltar, a todas las ediciones desde 1996, cuando Luis Fidalgo me encargó la crítica, siendo él, director de EL MUNDO/El Día de Baleares.

Aturdido por la muerte de mi hermano Xim, decidí acudir al concierto de la inauguración del 62 Festival Internacional de Música de Pollença el pasado 5 de agosto. Buena decisión por la calidad del programa, y su protagonista, la prestigiosa Chamber Orchestra of Europe, dirigida por un grande: Daniel Harding. Todo el papel vendido para escuchar aquel ajetreo entre la música programática, de corte incidental, y absoluta a través del intenso recorrido y breve también, entre las aportaciones de Beethoven y Sibelius.

En la segunda cita, el 8 de agosto, Bonet recuperaba una de esas querencias desarrolladas durante años por Eugen Prokop: la mirada a otras músicas. Es cierto que L’Arpeggiata, el proyecto liderado por Christina Pluhar, por regla general toma como referencia danzas y ritmos del barroco y acto seguido ir a buscar similitudes con la música popular, creando entonces puentes entre la idea original y sus derivaciones posteriores. Pero, en esta ocasión, tocaba darle al abanico de sonidos, ritmos, tonadas y canciones del Mediterráneo.
Dos invitados de excepción: el soprano masculino Vincenzo Cappezuto (vaya con la estupidez de la corrección política: ¡contralto y punto!), que nos deleitó con su magistral recreación de relatos populares, y la estrella de la noche, Maria del Mar Bonet, dispuesta a zambullirse el cancionero de la Mallorca ancestral y de paso emocionada por estar en el Festival y además poder compartir escenario con L’Arpeggiata. Como espectadores, sabíamos de sus querencias por colaborar con otras voces mediterráneas desde que en la primera edición de Cançons de la Mediterrània, acudiera a Bellver para compartir duetos con Maria Carta, aquellos lejanos y primeros años 80.

La tercera cita no se ha producido, cuando escribo este cuaderno. Ocurrirá el sábado 12 de agosto. Joan Company, durante casi medio siglo director de la Coral UIB, que además fundó, como después la Coral de la Sinfónica de Galicia, se ha visto obligado a dejar a un lado el proyecto de su vida; más bien los proyectos de su vida, porque también ha dejado la coral de Galicia. ¿Por qué? Pues este mes de agosto se ha jubilado y como funcionario que es no le ha quedado otra que habitar, desde ahora, el territorio pensionista.

El 62 Festival de Pollença, con buen criterio, ha decidido rendir homenaje a quien ha desarrollado una impecable trayectoria como director de coral. El planteamiento del concierto será abundar en una antología de los pasajes de mayor calado en el recorrido de la Coral UIB y, además, él en la tarima que es manera sobresaliente de reconocer a lo grande su recorrido.

Todos los conciertos, éste incluido, han sentado en la taquilla el cartel de no hay entradas, prueba fehaciente de que Pollença goza de muy buena salud.

El resto del recorrido del Festival lo iré colgando en mi blog. Que ahora es el momento de irse de vacaciones, en lo que a prensa digital se refiere.