Armengol, Hila y sus socios soberanistas dejaron a Mallorca fuera de la carrera por el Mundial 2030
La isla renunció a presentar candidatura para ser sede de la Copa del Mundo
Se ha perdido una oportunidad única de tener un estadio de 40.000 plazas
Mallorca también "pasó" del Mundial 82, pese a que le prometieron a Alemania o Inglaterra
Armengol, Hila y sus socios soberanistas dejaron a Mallorca fuera de la carrera por el Mundial 2030, que se adjudicó ayer a España, Marruecos y Portugal, y que disputará muchos de sus partidos, incluida la final, en estadios españoles. El Pacte de Progrés, que el año pasado le dio dos millones de euros al Real Mallorca, decidió no presentar candidatura en julio de 2022, repitiéndose así lo sucedido en 1982, cuando también se apartaron de la carrera por el primer Mundial disputado en España pese a la promesa de ser la sede de los partidos de Alemania o de Inglaterra. Se pierde así una oportunidad única de tener un estadio de 40.000 personas que hubiera podido acoger todo tipo de acontecimientos internacionales, desde conciertos multitudinarios hasta finales de Copa del Rey o de competiciones europeas.
Armengol e Hila ni siquiera se plantearon la posibilidad de presentar una candidatura que hubiera puesto a la isla en el mapa futbolístico internacional. 15 estadios dieron el paso, entre ellos alguno como El Molinón en Gijón o el Gran Canaria en Las Palmas con los que hubiera podido competir un Son Moix remodelado. Se repite de esta forma la historia del Mundial 82, al que también despreció Mallorca. Diez de ellos serán los elegidos.
A finales de la década de los 70, cuando ya se sabía que España iba a organizar el Mundial de 1982, se le ofreció a Mallorca la posibilidad de albergar una sede. Es más, se le dio el privilegio de elegir si quería ser la ciudad anfitriona de la selección alemana o de la selección inglesa atendiendo a que estos dos países nutrían las islas de turistas cada verano.
La oportunidad era increíble porque el Lluís Sitjar se hubiera remodelado de arriba a abajo y el Mallorca hubiera conservado su estadio en el centro de la ciudad, pero el alcalde de la época, Paulino Buchens, de la UCD, no quiso apostar por el proyecto y guardó en un cajón el informe. El resultado fue que, por supuesto, Mallorca se quedó sin sede. Alemania se marchó a Asturias mientras que Inglaterra se quedó en el País Vasco. Aquel fue un error político gravísimo.
41 años después la historia vuelve a repetirse. Mallorca ni siquiera se planteó entrar en la criba de posibles sedes para la candidatura conjunta de España y Portugal a la Copa del Mundo de 2030 como sí hicieron otras ciudades. ¿Cuál era el requisito? Contar con un estadio de 40.000 plazas y, por supuesto, disponer del visto bueno político. Ni una ni otra cosa se produjeron y se volvió a desperdiciar una oportunidad histórica de tener un Son Moix de primer nivel que no sólo pueda acoger partidos de un Mundial, sino finales de Copa del Rey o incluso finales europeas o conciertos multitudinaros.
Y, lo más importante. En 1982 el coste de la remodelación de los estadios lo acabó pagando el Estado, no los clubes. Mallorca no quiso dar el paso para no endeudarse y al final se quedó con un Lluís Sitjar obsoleto.
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