Prisión para una mujer por matar a su novia en Motril: «No pensé, le quité el cuchillo y la apuñalé»
Una mujer ha sido condenada por la Audiencia Provincial de Granada a 17 años de prisión por matar a su novia a puñaladas en el cortijo en el que vivían en Motril (Granada). Tras el asesinato, intentó deshacerse del cadáver intentando enterrarlo con la ayuda de un joven con retraso mental, que ha sido absuelto de encubrimiento por ser «especialmente manipulable». En su declaración, la asesina confesa contó que, tras consumir drogas, se acercó con un cuchillo a la víctima, que estaba fregando las cosas del desayuno, y la mató: «No pensé, le quité el cuchillo y la apuñalé (…) no sé dónde le di ni cuántas puñaladas fueron», declaró.
En la sentencia, la Sección Primera de la Audiencia condena a la acusada, identificada como Yasmina M.R., como autora de un delito de asesinato con la agravante de parentesco y la atenuante de confesión, por el que también se le ha impuesto cinco años de libertad vigilada.
Junto a ello, la acusada deberá indemnizar en 75.000 euros a la madre la víctima, que ha ejercido la acusación particular en el proceso representada por el letrado Jesús Huertas. También deberá indemnizar a cada una de las cuatro hermanas de la joven en 22.000 euros y se le ha impuesto la prohibición de aproximarse o comunicarse con ellas por 22 años.
Crimen
El crimen se produjo sobre las 13,00 horas del 12 de abril de 2021 en la vivienda en la que convivía la pareja, que mantenían una relación desde hacía dos años aproximadamente. La acusada asestó «al menos 13 puñaladas» con un cuchillo a la joven Marina después de haber consumido cocaína y su intención fue «hacerla sufrir cruel e innecesariamente», según se expone en la sentencia, contra la que cabe recurso.
Tras el crimen esa misma tarde, se puso en contacto con un amigo a quien contó que había matado a Marina y éste «colaboró con ella en envolver el cadáver en un edredón y la acompañó», tanto esta noche como a la mañana siguiente, «en la búsqueda de un sitio en el que enterrar» el cuerpo, aunque no tuvieron éxito y ella acabó entregándose a la Policía y confesando lo que había hecho.
La Sección Primera de la Audiencia ha considerado probado que el joven que la ayudó padece un retraso mental que, «al hacerlo especialmente manipulable le impidió actuar de manera distinta a como lo hizo» y le absuelve del delito de encubrimiento del que estaba acusado.
En la primera sesión del juicio, la acusada se declaró culpable de haber cometido el crimen en el transcurso de una discusión con su pareja en el salón-comedor del cortijo en el que vivían de alquiler. Según relató, había consumido cocaína y ansiolíticos.
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