Piso incendiado de Sevilla: la madre tapiará puertas y ventanas para que su hijo no vuelva a entrar
Los días 11 y 19 de octubre de 2020 serán recordados en la calle Adriano de Montequinto (Sevilla) por mucho tiempo. En un intervalo de apenas una semana presenciaron dos incendios, a cada cual más grave. Los dos en el mismo edificio, los dos en la misma planta y ambos en la misma casa. Un quinto piso que guarda entre sus cuatro paredes demasiadas historias como para que el fuego las borre o el humo las nuble.
La vivienda, como en muchas familias, pasó de generación en generación. La madre lo heredó de la abuela y luego la madre, sin perder la propiedad, se la cedió al hijo «a regañadientes», según los vecinos. Una madre que sigue viviendo en la misma calle y sentándose en el mismo banco a hablar con la misma gente, también el día después del incendio.
El que ha ido cambiando ha sido su hijo, sobre todo tras su paso de cuatro años por la cárcel. Allí conoció la heroína y tras quedar en libertad, mantuvo la relación. Comenzó a frecuentar las Tres Mil Viviendas y rodearse de malas compañías, algunas de las cuales metió en casa a cambio de un módico precio con el que iba pagando sus dosis. Sin trabajo, percibe una paga de 374 euros mensuales por su discapacidad del 35%. Destina algo más de 200 al pago de la hipoteca y el resto se lo administra su madre semanalmente.
Una madre que, cierto día, le dio la espalda. Intentó meterlo a un centro especializado, pero su hijo se negó. Luego fue ella la que se negó, primero, a dejarle entrar a la casa en la que vive con su pareja y después, al piso que cedió a su hijo. El hombre se vio obligado a vivir en la calle cuatro meses. Pero la historia tiende a repetirse y volverá a verse sin techo. La madre ha firmado como conforme la petición vecinal de tapiar puerta, ventanas y balcón para evitar el acceso al inmueble. Pero no de okupas, sino de su hijo.
En la forzosa junta vecinal de este martes, algunos residentes esperaban hasta última hora la aparición de la madre, propietaria del piso. En vano. No debe ser muy habitual en estas reuniones, ya que acumula 8.000 euros de deuda por impago de la comunidad. El piso tampoco está asegurado, por lo que tendrá que correr de su bolsillo la restauración completa del inmueble si decide ponerlo a la venta.
La mujer, que ocasionalmente sigue haciendo la comida a su hijo, fue increpada por algunos vecinos, incluso amenazada, a raíz del primer incendio. Otros no la culpan de los problemas de su hijo. «Bastante tiene ya», dicen.
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