El hombre que mató «salvajemente» a su pareja en Linares: «Se lo merecía, me hizo magia negra»
El autor confeso abandonó el cadáver en un contenedor: "La dejé donde primero pillé, como si la dejo en una plaza de toros"
El acusado se enfrenta a 25 años de cárcel
El acusado de matar a una mujer en Linares (Jaén) en 2021 ha afirmado en la primera sesión del juicio con jurado popular que se celebra en la Audiencia de Jaén que la víctima «se lo merecía» por hacerle «magia negra», aunque posteriormente ha defendido todo lo contrario y se ha descrito como una persona «antiviolencia», mostrándose «muy arrepentido».
«Me pidió una foto e hizo muchas cosas malas. Me echó la magia negra. Estuve entre la vida y la muerte», ha declarado ante el tribunal. El acusado, de 47 años, ha asegurado padecer problemas de salud mental desde hace 14 años, agravados por el consumo de alcohol.
El demoledor escrito de la Fiscalía relata que el agresor y la víctima, de 57 años, mantenían una relación «intermitente» marcada por los «celos obsesivos» del acusado, «que no soportaba que saliera con otras amistades», lo que motivó el «rechazo absoluto» de los hijos de ella. La mujer incluso bloqueó su contacto en el móvil.
El 2 febrero de 2021, tras producirse un acercamiento entre ellos, él la convenció para ir a su piso a echarle una mano con una mudanza. Allí la arrinconó en un dormitorio y la mató de forma «salvaje», propinándole una paliza. Su cuerpo presentaba 36 lesiones diferentes. Luego intentó deshacerse del cadáver llamando a un taxista, pero éste se negó, por lo que arrastró el cuerpo hasta un contenedor, donde lo encontraron unos operarios de la basura. El procesado está en prisión preventiva desde entonces.
«No soy una persona peleante. Eso lo he vivido yo en mis huesos, se lo merece, y en otro sentido tendría que haber sido yo», ha dicho el acusado, incapaz de mantener un relato coherente ante el tribunal y de manifestar el motivo por el que siguió dando patadas y puñetazos a la víctima una vez inconsciente.
La Fiscalía pide 25 años de cárcel por un delito de asesinato con las agravantes de alevosía, ensañamiento y de género, mientras que la defensa reclama ocho años de prisión por un delito de homicidio con las atenuantes de trastorno mental, arrebato y confesión. El Ministerio Público pide también una indemnización de 120.000 euros en concepto de responsabilidad civil a cada uno de los tres hijos de la víctima. El jurado popular, compuesto por cinco hombres y cuatro mujeres, deberá decidir si fue un asesinato o un homicidio, así como los agravantes o atenuantes a aplicar.
«La dejé donde primero pillé»
El procesado ha indicado que todo comenzó cuando la víctima fue a su casa para ayudarle a instalarse. Según su versión, ella le llamó «maricón» por tener el piso desatendido. «Me molestó que me dijera maricón por cómo tenía la casa. Yo no era un peluche para nadie», ha declarado.
«Había algo que me atraía hacia ella, me manipulaba, me controlaba. Había algo. Con esa foto puede hacer que una persona se vuelva loco perdido. Amenazaba con denunciarme», ha dicho el acusado. «Nunca he sido así, fue algo inesperado. No soy ningún asesino. Me entraron unos nervios muy fuertes, no soy de pegarle a nadie. Tenía algo por dentro que me decía, ‘pégale, pégale’. Yo no estaba apto», ha añadido.
Seguidamente, tras la llamada fallida al taxista pidiéndole que le ayudara a trasladar un cadáver, arrastró el cuerpo desde el piso hasta unos contenedores de la calle Baños: «La dejé donde primero pillé, como si la dejo en una plaza de toros», ha explicado impasible. El acusado, que recalca que no tiene «maldad», ha insistido en que todo fue fruto de la «magia negra», y que cuando le dio una foto suya ella le dijo que «nunca» más iba a vivir «feliz».
Ya de madrugada, sobre las 3:47 horas, los operarios de la basura dieron la voz de alarma. Los efectivos policiales que se personaron en el lugar observaron un reguero de sangre de unos 100 metros que iba hacia la paralela calle Santiago.
La sangre llevó a los agentes hasta la escena del crimen, en el número 34 de la citada calle. El reguero les condujo hasta un ascensor, y luego, hasta un segundo piso. La Policía llamó pero no abrió nadie. Los Bomberos tuvieron que echar la puerta abajo y encontraron al asesino con la ropa manchada de sangre. Allí confesó a los agentes que, efectivamente, había sido él.
Aunque el autor del crimen ha negado que tuviera una relación de pareja con la víctima, los tres hijos de la fallecida y las amigas de la mujer han sostenido que ambos mantenían una relación sentimental intermitente desde agosto de 2019, con «idas y venidas». «A mí no me gustaba y no me equivoqué», ha señalado en su declaración una de sus hijas, que se encuentra en tratamiento psicológico por los hechos. «A mí me han matado con ella», ha sentenciado.
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