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TOROS

Tarde sublime de Juan Ortega en Valladolid: cuatro orejas y puerta grande

Juan Ortega, que ha cortado cuatro orejas, ha sido este sábado el gran triunfador de la cuarta corrida de abono en Valladolid, pero más que el marcador del trofeos lo verdaderamente importante fue la faena que cuajó al quinto de la tarde, posiblemente una de las mejores de toda la temporada.

Y eso que Belicoso había cantado de primeras la gallina en el caballo, rajándose, pero Ortega se inventó una faena con un toro que no valía un duro. Muy metido en su quehacer, el sevillano le dejó la muleta siempre en la cara para evitar la huida y así fue obrando el milagro.

Porque después dio un auténtico recital sobre la diestra, haciendo rugir los tendidos. Faena con mucha intensidad, para el recuerdo, metiendo en la canasta a un toro muy deslucido y al que trató como si fuera bueno. Muy importante todo lo que hizo el trianero.

Una tanda final genuflexo y llevándolo muy largo a modo de broche fue cumbre, y de ahí a por la espada, dejando una estocada hasta los gavilanes, saliendo el toro rodado sin puntilla. Dos orejas a ley.

Ortega ya dejó su tarjeta de visita con un quite por delantales precioso al segundo de la tarde, que se le acostó varias veces por el derecho en el capote. Tabacalero, sin embargo, en la muleta tuvo un recorrido extraordinario y nobleza por ambos pitones. Ortega firmó pasajes muy bellos en una faena de dientes de sierra, con muchos altibajos, que había iniciado por ayudados muy toreros.

Hubo momentos de toreo de muchos quilates al natural y otros en los que no se acopló, una faena muy intermitente. En el epílogo dejó una excelente tanda por la derecha, antes de cobrar una gran estocada, de la que salió trompicado. Un exceso por parte la presidencia la concesión del segundo trofeo.

Diego Urdiales no tuvo opciones con el primero de la tarde, un toro muy prostestado por su anovillada presencia y manifiesta invalidez.

Con el cuarto, un animal más despegado del suelo y con algo más de cara, sin celo y rajado en su embestida, tampoco hubo opciones para que aquello tomara vuelo. No se encontró a gusto el de Arnedo con el peor lote de la tarde.

Garboso el galleo por chicuelinas de Pablo Aguado en el tercero, que cobró un puyazo trasero. Se desmonteró en banderillas Juan Sierra. Muy torera la apertura por ayudados de Aguado, que aguantó parones de un toro manejable pero a menos. El sevillano dejó momentos de toreo de compás y armonía sobre la diestra, pero le faltó materia prima para redondear una faena con sentido de la medida. Se atascó con la tizona.

Devuelto el sexto por flojo, salió en su lugar un sobrero de Loreto Charro con cuajo y cara para una plaza de primera. El de Charro embestía con la cara suelta, el ambiente de la plaza estaba muy frío y aún con la obra mayor de Ortega en la retina. Aguado se esforzó, intentado aprovechar la inercia en la embestida, realizando una faena de buen tono.

Ficha del festejo

Cinco toros de Núñez del Cuvillo y un sobrero (el sexto) de Loreto Charro, correctos de presencia y de juego deslucido, faltos de raza y de fuerza, destacando el segundo con nobleza y recorrido.

Diego Urdiales, de verde botella y azabache, y que sustituía a Morante de la Puebla: estocada (ovación); y estocada caída (ovación).

Juan Ortega, de verde esmeralda y plata: estocada (dos orejas); y estocada (dos orejas).

Pablo Aguado, de corinto y oro: dos pinchazos y estocada (ovación); y pinchazo (ovación tras aviso).

Entre las cuadrillas, se desmonteró Juan Sierra en banderillas en el tercero de la tarde.

La plaza registró dos tercios de entrada en tarde de temperatura veraniega.