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El ‘sanchesco’ y el referéndum separatista

«Never, never, never» habrá referéndum de secesión en Cataluña, según Pedro Sánchez. Tras la presión de Pere Aragonés, que ha marcado como nueva petición del separatismo el reeditar las pseudoconsultas del 9-N y el 1-O, pero esta vez con permiso gubernamental, censo de verdad y urnas fetén, y no fiambreras con el logo de la Generalitat, el presidente del Gobierno ha jurado por lo más íntimo que este hecho jamás se producirá porque viola la Constitución y él está en Moncloa para defenderla – no se rían, por favor. Esta promesa traducida del ‘sanchesco’, la variante del español que practica Pedro Sánchez, significa que habrá referéndum la próxima vez que el líder socialista necesite los votos de Esquerra y Bildu, posiblemente si con ellos consigue una mayoría de investidura tras las próximas elecciones generales. Pocos españoles dudan que así será, por mucho, que el potente aparato mediático del PSOE intente dotar de credibilidad a lo que es, sin duda, la enésima patraña de su secretario general.

Recordemos como Sánchez nos prometió en ‘sanchesco’ que nunca pactaría con Podemos, porque le «quitaba» el sueño y ahí tenemos a personajes tan increíbles sentados en el Consejo de Ministros como Alberto Garzón o Irene Montero. O que los indultos jamás se producirían, y Oriol Junqueras ya está tomando medidas a la siguiente poltrona que ocupará. Por no hablar de la sedición, una concesión que jamás llegaría, y ya tenemos el intento del golpe de Estado equiparado con robar una docena de huevos en el supermercado. Y no nos dejemos la malversación, algo impensable en un gobierno que llegó al poder para «luchar» contra la corrupción, y que se ha descafeinado tanto que no habrá bolsas de basura suficiente para que los golpistas separatistas se lleven la pasta –eso sí, por la ‘patria’, no para uso particular-.

Sánchez nos ha mentido tanto que sus mentiras ya no le desgastan. Nadie espera que diga la verdad, así que se le vota por otras razones, o bien por el odio a la ‘derecha’, por razones clientelares o porque el PSOE tiene una base electoral pétrea que votaría cualquier papeleta que lleve el puño y la rosa. Así que la consulta separatista se celebrará en cualquier momento, basta que a Sánchez le interese activar esa ‘palanca’ para conseguir el apoyo en el Congreso de lo peor de la política nacional. España, a diferencia de las grandes democracias occidentales, no castiga electoralmente a los mentirosos, y Sánchez no ha sido el único que ha engañado una y otra vez a los ciudadanos. Pero sí que es cierto que ha convertido el embuste en un arte, nadie lo ha practicado con tanta dedicación y constancia en las cuatro décadas de régimen constitucional.

Los separatistas le han cogido el número y por eso le apoyan con tanto entusiasmo. Nunca han tenido, ni tendrán, un chollo semejante en la Moncloa. Sólo han de poner precio a sus votos y Sánchez lo acepta. Es la única palabra que cumple el todavía presidente del Gobierno: a los independentistas no les engaña: les paga al contado y sin rechistar. Así están los de Bildu y Esquerra: hasta presumen que los que quieren «romper» España son los que mantienen vivos al Gobierno. Y lo que dicen es cierto. Es la única verdad que hemos oído los españoles durante el sanchismo, aunque sea en boca de Otegi o de Rufián.