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Asociación Española de Mediación (Asemed)

Jesús Lorenzo: «La organización de la inmigración en España es una propuesta ya histórica»

Aguilar: "Es necesario que nos organicemos para que la inmigración no genere más efectos perversos que ninguno deseamos"

  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

Jesús Lorenzo Aguilar, mediador y abogado, es director del programa de Justicia Restaurativa de la Asociación Española de Mediación (Asemed), ha advertido sobre la inmigración que estamos asistiendo a un debate absolutamente crucial para la paz social que necesita España en el desarrollo de los intereses de la ciudadanía, tanto en el ámbito social, como en el político, el laboral, y el económico. Así, ha asegurado que «este es un conflicto continuo y poliédrico que afecta a todos los ciudadanos españoles, pues su manera de interpretarlo depende de la ideología o sensibilidad de cada uno, y también de lo que surge de su corazón o de los intereses que le muevan».

Pero a pesar de las diferentes posturas ideológicas, es cierto que actualmente nadie discute que las personas extranjeras que llegan a nuestro país sean necesarias, «en muchos casos bienvenidas y creo que, en la mayoría de los casos, altamente valorada, cuando quienes se integran en nuestra sociedad vienen para realizar labores esenciales para el desarrollo de nuestra economía», ha recalcado.

«Y casi todos presumimos que todos los migrantes, latinos, africanos y asiáticos principalmente, vienen a nuestro país para conseguir mejores condiciones de vida que las que sus países les ofrecen. Y eso, hay que reconocerlo, supone una renuncia a un modelo de vida en la tierra que los ha visto nacer, así como a su familia y amigos, lo cual es también un gran esfuerzo personal que debemos tener en cuenta».

El mediador de Asemed, también ha significado que como consecuencia de que Europa ha abierto sus fronteras por motivos humanitarios a decenas de miles de personas provenientes de los países de Oriente próximo, cuyas sociedades están inmersas en graves conflictos armados, se ha producido una inmensa migración de ciudadanos de aquellos países hacía los nuestros, aunque mantengan valores y creencias distintas que en muchos casos chocan con las que mantenemos desde hace siglos, «ha hecho que muchos ciudadanos europeos sean críticos con tales corrientes migratorias al considerarlas un elemento distorsionador y conflictivo que lacra nuestras sociedades europeas».

En concreto, «me refiero a las reflexiones que algunos medios de comunicación cercanos a los movimientos nacionalistas políticos han realizado respecto al último atentado que se ha producido en Alemania, donde un refugiado de origen sirio ha cometido varios asesinatos, probablemente porque se trataba de un yihadista infiltrado entre los miles de personas buenas y trabajadoras que han llegado a ese país huyendo de la guerra que asola la tierra donde han nacido».

Por todo esto, es por lo que este especialista jurídico advierte que todo esto está suponiendo un grave problema de conciencia para muchos ciudadanos europeos que ven como Europa recibe a esos inmigrantes para darles cobijo y apoyo, y que así puedan rehacer su vida, y, a cambio, «uno de los suyos paga ese acto de compasión asesinando cruelmente a tres personas e hiriendo gravemente a otras ocho».

«Obviamente, ese atentado produce un sentimiento común entre la ciudadanía de frustración que en muchos casos se canaliza por intereses políticos, para que surja un deseo de venganza contra el responsable de tan execrable acto, que se traslada también a todo el colectivo al que el asesino pertenece, haciendo responsables del mismo a todos los miembros de la comunidad musulmana, lo cual es manifiestamente injusto», señala Lorenzo.

Tensiones sociales

En nuestro país, por desgracia, hemos tenido varias experiencias similares, señala, como los atentados del 11M o los atentados de las Ramblas de Barcelona, «al que tuve el disgusto de asistir prácticamente en directo, pero, a pesar de las tensiones sociales que esos hechos produjeron en nuestra sociedad, pudimos superarlos gracias al entendimiento y la sensibilidad que la inmensa mayoría de los migrantes musulmanes tuvieron para condenar los hechos y a sus autores, colaborando activamente muchos de sus líderes con las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado para el esclarecimiento de tales hechos y la condena de los culpables». Entre otros, hay recueda Aguilar a Moneir Mahmoud Aly El Messery, quien fuera Imán del Centro Cultural Islámico de Madrid durante catorce años, además de presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI) en tiempos del atentado de Madrid, «con el que he tenido el gusto de hablar en algunas ocasiones, y que ha sido un claro opositor del movimiento yihadista, denunciando a sus simpatizantes e, incluso, impidiéndoles el acceso a la mezquita, negando que estos terroristas sean buenos musulmanes».

Ahora, el número de personas que llegan a nuestro país de forma descontrolada es tan alto, que gestionar su acomodo ya está suponiendo un grave conflicto social por la falta de colaboración entre las distintas administraciones del Estado, cuyo desencuentro ha llevado, incluso, «a que se enfrenten dos de los principales partidos políticos que gobernaban coaligados varias CCAA, rompiéndose sus pactos y acuerdos, llevando a la dimisión o el cese de muchos altos cargos de las administraciones autonómicas gobernadas por el PP con el apoyo de VOX»·.

Por otra parte, explica lo difícil que supone gestionar la inclusión social de esos millones de migrantes que han llegado a España en los últimos años que conviven y se relacionan entre sí, generalmente en virtud de su origen, nacionalidad, religión o intereses, agrupándose en comunidades diferenciadas unas de otras que son dirigidas por sus líderes más o menos formales, e, incluso, en muchos casos, clandestinos, «sobre todo en los grupos sociales en los que se han trasladado a nuestros país la cultura de la bandas y otras organizaciones ilegales», define Aguirlar.

«No hay más que recorrer las calles de las principales ciudades españolas que son receptoras de esa migración, para darnos cuentas que ese fenómeno va a seguir aumentando en los próximos años, hasta desdibujar el perfil sociológico y demográfico de nuestra sociedad tradicional, cambiándola radicalmente».

Labor policial

Y esa es la realidad actual «a la que debemos buscar soluciones para minimizar los riesgos, las amenazas y los conflictos que surgen diariamente». Pero, ¿qué podemos hacer para que esas personas que hemos recibido en nuestro país para que trabajen, prosperen y se integren y nos ayuden también a evitar que algunos de los suyos ataquen nuestro sistema social? «Sinceramente, conozco que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado trabajan incansablemente para descubrir la aguja que supone esa minoría de delincuentes inmigrados que se esconden en el enorme pajar social migratorio en el que España se ha convertido, pero también sé que esa labor policial es insuficiente».

Así, Jeús Lorenzo explica que, a través de su trabajo en el servicio mediador que prestamos en las cárceles españolas «he conocido algunos internos extranjeros que están cumpliendo condena por delitos generalmente muy graves, que, en vez de arrepentirse, ponen de manifiesto con orgullo el poder del grupo al que pertenecen de realizar múltiples actos delictivos, y sienten cierta sensación de impunidad al estar convencidos de que son invisibles a los ojos de los españoles de origen, ya que piensan que juegan en otra liga, la de la los bajos fondos de la sociedad. Y son los líderes de estos grupos sociales minoritarios lo que manejan esos negocios ilegales, siendo sus identidades desconocidas incluso para las fuerzas del orden».

«Y no sólo me refiero a los migrantes pobres que han llegado a nuestro país buscando una vida mejor», cerciora, sino, también precisa, «a los que han llegado como turistas buscando sol y playa, para luego instalarse permanentemente y crear una sucursal hispana de sus organizaciones criminales internacionales».

Sin embargo, «la mayoría de los ciudadanos que pertenecen a esos grupos sociales minoritarios conocen a la perfección qué tipos de delitos se comenten por el grupo del que forman parte, y, lo que es más importante, muchos de ellos saben quiénes son los que alteran la paz social a través del delito».

Pero, por una mala entendida solidaridad de grupo (para no ser tildado de traidor o de chivato), nadie ofrece información sobre sus paisanos delincuentes, entre otras cosas porque también temen las represalias que pueden sufrir por informar a las autoridades de esos hechos delictivos y de los responsables de los mismos.

Precedentes en el ámbito internacional

En la Unión Europea, existen precedentes en el ámbito internacional con el desarrollo de programas financiados en los países de origen de los migrados, tales como Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana, que buscan un enfoque integral para que contribuyan a los esfuerzos de los Estados Miembros para alertar, prevenir y reducir los delitos vinculados a la migración irregular considerando el impacto que dichos flujos migratorios pueden generar en la seguridad pública. «Estos retos implican pensar en los flujos irregulares de migrantes y la aparición de otros delitos que abarcan, pero no se limitan a, la trata de personas, explotación sexual, falsificación de documentos e inclusive tráfico de armas y sustancias ilícitas, para poder conseguir distintos objetivos».

La prevención de esta «delincuencia proyectada», entendida como aquella que, si bien afecta a la sociedad en la que se produce, no tiene necesariamente su origen en su ámbito territorial ni despliega en el mismo todos sus efectos o consecuencias y que puede tener motivación idealista o materialista, teniendo un carácter normalmente organizado y que pueden consistir «en la comisión de delitos llamados planificados por oposición a los de oportunidad, no he encontrado, en lo referente a España, más planes que los referentes al crimen organizado por delincuentes internacionales, que se contempla en la Estrategia Nacional contra el crimen organizado y la delincuencia grave o el Plan de Prevención, Protección y Respuesta Antiterrorista, ambos de Interior, y que son de carácter policial», explica Aguilar.

Así, el mediador explica que, por todo lo expuesto, «es necesario que nos organicemos institucionalmente para que la llegada de más individuos a nuestro territorio no genere más efectos perversos que ninguno deseamos, impidiendo que se reproduzcan en España nuevos atentados como el que ha producido en Alemania hace sólo uno días, y, para prevenirlos, además de la actuación policial, se implanten también mecanismos de diálogo institucionalizados a través de consejos ciudadanos que trabajen codo a codo con las minorías residentes para mejorar la convivencia y dar una respuesta avanzada ante los posibles riesgos que pueden generar sus elementos más descontrolados, con la participación de los líderes sociales de los distintos grupos minoritarios que redunde en la seguridad y la mejora del Estado del bienestar», finaliza el especialista jurídico, Jesús Aguilar.