Entrevista con la hija de Albert Boadella

Mariana Boadella: «En los pueblos de Cataluña hay desamparo y coacción a los no independentistas»

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Entrevista a Mariana Boadella

Mariana Boadella, hija del dramaturgo y presidente de Tabarnia, Albert Boadella, explica cómo se sintió en la última visita a Jafre, el pueblo de Gerona en el que vive su familia y cuya casa ha sido atacada en diversas ocasiones por los separatistas. Describe el odio que se vive sobre todo en la Cataluña interior, un odio del que asegura se dio cuenta cuando su antigua maestra en el colegio dijo que se avergonzaba de ella. Mariana lamenta el fanatismo y la xenofobia hacia los que como ella se sienten tan españoles como catalanes. Desde hace años vive en Castilla-La Mancha, y no volvería a residir en su tierra por el ambiente de coacción creado por el independentismo.

P.- El pasado fin de semana recorrías el pueblo de tu padre junto a cientos de personas que se manifestaban por la libertad de expresión. ¿Cómo te sentiste en el lugar de tu infancia y en el que ahora se os rechaza?  

R.- Es la sensación de que eres un extraño en tu propia tierra, y es que te hacen sentir así. El nacionalismo divide entre buenos y malos catalanes. Hubo momentos hasta un poco cómicos, pero otros parecía un pueblo del lejano oeste, con vecinos mirando a través de la ventana. Incluso cuando pasamos por delante de la tienda de alimentos, la dueña salió a la puerta y cerró la reja a nuestro paso como si viera pasar a una banda de delincuentes. Con tan mala pata que se le atrancó y estuvo ahí forcejeando. Como digo, una situación que raya lo cómico por lo dramático por el sinsentido ante una manifestación silenciosa.

P.-¿Cómo vive en Jafre la familia Boadella?

R.-Ha habido varios ataques a la casa de mis padres, han tirado basura dentro, nos han cortado los árboles, han hecho pintadas… Pero esta última ha sido la gota que colmó el vaso. La pintada de ‘Boadella, fot al camp’ que significa  un ‘vete’ de una forma muy despectiva. Mis padres viven esta situación casi recluidos en su casa y su jardín. Ellos viajan y pasan temporadas en Madrid, una ciudad que les ha acogido estupendamente y donde tienen muchos amigos. Pero allí cuando están en el pueblo pasan el tiempo en su casa, pocos amigos les quedan en Cataluña, la verdad.

«Me dí cuenta del odio del independentismo cuando mi maestra de EGB escribió que se avergonzaba de mí»

P.- Describes un ambiente enfermo, de odio. ¿Cuándo te diste cuenta de que ese odio se había destapado?

R.- Fue en vísperas del referéndum del 9-N. Escribí en Facebook un comentario muy crítico con el nacionalismo y apelando a la frase de Miterrand que dijo que «el nacionalismo es la guerra» porque así lo creo. Y una maestra que tuve en 5º de EGB escribió que le avergonzaba haberme dado clase. El hecho que tu tutora en el colegio escriba algo así te impacta, porque te das cuenta del cariz que está tomando todo esto.

P.- Habéis sido casi obligados a marcharos de vuestra tierra. Eso sí es exilio y, no como el separatismo denomina la fuga de los golpistas. ¿Cuál te ha dolido más, el tuyo o el de tus padres?

R.- Yo me vine a Ciudad Real por motivos de trabajo, y no volvería a Cataluña porque estoy muy bien aquí, y luego por el ambiente. Se me haría  difícilmente soportable, y no tanto en Barcelona o las grandes urbes sino en los pueblos. En la Cataluña rural hay una clara mayoría independentista y los que no lo son viven señalados. El de mis padres tampoco lo es exactamente, ellos viajan mucho en Jafre y han hecho en su pueblo una especie de oasis. Viven como en una especie de convento de clausura, pero viven bien allí.

R.- Tú tienes acceso a los medios pero hay mucha gente que vive en lugares como los que reflejas ¿les animarías a contar lo que están pasando?

R.- Claro que les animo. Entiendo que es muy difícil para ellos. Yo lo tengo más fácil porque vivo fuera de Cataluña y no tengo que aguantar esa situación todos los días, lo hago cuando voy a visitar a mi familia. Y sucede que esta minoría no nacionalista que vive en los pueblos está totalmente desamparada por los responsables políticos de sus propios pueblos. En el nuestro, el día antes de la manifestación la alcaldesa colgó una estelada en el balcón del ayuntamiento, ya se significó políticamente con quién y sobre todo, con quién no estaba. No son alcaldes de todos, sino de unos cuantos. Y en esos pueblos que ya tienen el cartel de la ‘república catalana’ es muy difícil decir abiertamente lo que piensas. El otro desamparo es del gobierno central, antes y ahora, que no han amparado a esta población. Por ejemplo, escolarizar a los niños en castellano es casi imposible en la escuela pública. Al final no se pueden expresar con libertad, porque hay una coacción y un señalamiento.

«En la Cataluña interior hay desamparo, local porque los alcaldes no lo son de todos sino de unos cuantos. Y también del gobierno central. Hay coacción y señalamiento»

P.- ¿Qué opinión te merece Tabarnia, de la que tu padre es el presidente y cómo han acogido el fenómeno los independentistas?  

R.- Ha sido un fenómeno porque se ha producido en un momento en que la gente necesitaba una Tabarnia en sus vidas, un desahogo, un reírse de esta situación que a veces realmente es cómica. Porque realmente es cómico todo lo que está pasando, al igual que las reclamaciones del independentismo. El poner un espejo y llevarlas al absurdo ha dado grandes frutos y nos ha dado grandes momentos de risa. Me he reído mucho con los vídeos de Tabarnia en las redes y es que necesitábamos reírnos era algo sano. El humor vence a cualquier ideología totalitaria como es el independentismo. La gente lo necesitaba, y por eso ha tenido tanto éxito. Hay mucho hartazgo del tema nacionalista y por eso, al menos que nos riamos.

P.- ¿Y los separatistas? 

R.-  Hay gente que se lo ha tomado muy mal porque se toman muy en serio. Una ideología así, ya no es que sea política. Estamos hablando de que el nacionalismo es la ideología del sentimiento, y en el momento en que apelas al sentimiento este tipo de ideologías se vuelven casi religiones. La gente se lo toma así, y no les hace ninguna gracia que alguien se ría o incluso pueda cuestionar eso. Pero peor para ellos si se lo han tomado mal porque ¡reírse siempre es sano!.

«Tabarnia ha sido un éxito porque la gente necesitaba un desahogo, y reírse de las reclamaciones de los independentistas, que son cómicas. Muchos de ellos se lo han tomado muy mal»

P.- ¿Tiene arreglo la situación que ha creado el independentismo?

R.- Es difícil porque se ha fracturado la sociedad catalana: tiene una herida grave y esto será muy difícil de restituir al menos a corto plazo. Creo que  sería actuar necesario en dos sectores: primero el de la Educación, yo fui educada en la escuela pública catalana y ya entonces te educaban para que fueras nacionalista. Lo hacen con pequeños matices en los libros de texto y te llevan a eso. No es bueno que un niño de Cataluña no estudie lo mismo que uno de Toledo o de Murcia. Yo sería partidaria de unificar la Educación. El otro tema es el de los medios públicos. De los privados no hay nada que decir pero es que los públicos en Cataluña son un bombardeo diario de propaganda. Son medios propagandísticos, no públicos. Actuar en esos  dos puntos es esencial, como también una campaña para desmontar las mentiras independentistas. Porque hay que reconocerles que como departamento de marketing son muy buenos y han conseguido copar las redes sociales y medios con sus mentiras. Por eso es importante desmentir todos los bulos que lo rodean. Es difícil, el problema es que no se hace nada o se hace muy poco.

«Es esencial actuar en la Educación, en los medios públicos porque son un bombardeo diario de propaganda, y una campaña que desmonte las mentiras independentistas»

P.- ¿Crees que ha servido de algo el artículo 155?

R.- Ha entrado como una medida de ultimátum para corregir una situación que no es debida a este gobierno, sino que viene desde los tiempos de Pujol cuando se negociaban ventajas para Cataluña en detrimento de otras comunidades autónomas. Algo que seguimos viendo, y es que se les ha dado alas. Yo siempre digo que el nacionalismo es como un adolescente al que le dejas hacer lo que quiera, llegar tarde todos los días y hacer lo que le dé la gana en casa y de repente le dices ‘no, ahora estás castigado’. Pues se te rebota, es normal. Creo que los distintos gobiernos no sé si es que no han sabido ver la situación, pero tengo la sensación de que nadie se imaginaba lo que estaba pasando y que nadie ha sabido detectar la realidad que había en Cataluña. Y eso ha sido un fallo político grande que nos llevará a consecuencias.

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