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QUEDAN VACÍOS A LAS POCAS HORAS

La lenta normalización de los supermercados en Madrid aún con problemas de suministro por el hielo

Muchos supermercados de la región, en el interior de ciudades y pueblos, tienen problemas aún de suministro

Los camiones de reparto tiene dificultades por el hielo para acceder y descargar su mercancía

Los pedidos que llegan se agotan a las pocas horas, como ha comprobado OKDIARIO

Cuatro días después del paso de Filomena, numerosos supermercados de la región de Madrid siguen teniendo problemas de abastecimiento por el hielo y el estado interior de muchos municipios que siguen siendo inaccesibles, aunque poco a poco los camiones de reparto se van abriendo paso. Mercamadrid ya funciona desde el martes, pero el problema es poder llegar a descargar la mercancía hasta la puerta mismo de las tiendas. «Las carreteras principales están despejadas, pero entrar en muchas ciudades y, sobre todo, en los pueblos hasta la puerta del supermercado es todavía casi imposible», cuenta a OKDIARIO un repartidor llegado desde Getafe a Pozuelo de Alarcón. «Desde Getafe, sin problemas, pero desde ahí (dice señalando a la carretera) hasta aquí (el supermercado) que son 200 metros, ayer tardé dos horas… ¡Dos horas!… El camión patinaba. Hoy ya sólo me ha costado media hora porque esta parte da al sol». Cuenta que en las zonas donde ha repartido en Pozuelo y otros municipios donde no da el sol, el asfalto son pistas de hielo y no se puede llegar.

Hoy, todavía, están repartiendo los pedidos del viernes y el sábado. Un empleado del supermercado le termina de abrir paso con una pala hasta la entrada del almacén. «Ya ves -dice- aquí, con la pala». El encargado se queja de que «en Pozuelo no han limpiado nada». Un señor que nos escucha asegura: «Tienen sólo una excavadora para toda la ciudad, no da abasto y hay calles estrechas por las que no cabe». Pozuelo de Alarcón tiene 80.000 habitantes.

El encargado del reparto de este camión dice que esto no es nada en comparación con otros municipios y pueblos más alejados de las carreteras principales y donde entrar al interior es, aún, casi imposible «y muy peligroso». Mientras hablamos con el transportista de Getafe convertido hoy en el Local Hero de Pozuelo, la gente observa la  operación de descarga de víveres como si hubiera llegado el Ejército de Salvación.

A primera hora de la mañana de este miércoles, el interior del supermercado estaba prácticamente vacío de productos frescos y esenciales del día a día. Este establecimiento abre 12 horas de lunes a domingo. Consiguió abrir el domingo y el lunes, pero apenas hasta el mediodía para no agotar el stock que le quedaba de antes de la nevada. Con el camión que llegó ayer martes (el primero desde la semana pasada) apenas cubrieron el día. Por la noche, al cerrar, y esta mañana las estanterías volvían a estar casi vacías.

Al entrar, la gente deambula como zombies por los pasillos. No hay pan, ni siquiera de molde, que es lo primero que se compra cada día. Croissants o similares para el desayuno, una quimera. Una chica nos dice que viene «a por lo que sea para sobrevivir esta semana». Entre la pandemia y la nevada hemos entrado en esta dinámica mental de «sobrevivir». Una madre ha cargado potitos de bebé como si no hubiera un mañana: «La nevada nos pilló sin nada en la nevera. Hemos comido lo justo. Tengo tres hijos de 3,2 y 1 año y he decidido llevarme potitos para todos, incluido el mayor, por si acaso». Menos da una piedra ha debido de pensar. En el pasillo del pan de molde, un señor holandés mira su larguísima lista de la compra. Es un optimista, sin duda. «Acabo de llegar. A ver qué encuentro». Minutos más tarde, nos lo cruzamos de nuevo. Un solitario paquete de cereales «llena» el carrito. Da un poco de pena verlo. Ya le ha cambiado la cara: «No hay de nada», dice. El señor holandés, por cierto, nos confirma que esto en Holanda es también una «nevada excepcional». La gente entra y hace fotos a los estantes vacíos. Esta vez, el papel higiénico, a diferencia de marzo, no falta aunque ya escasea.

Al mediodía, de pronto, poco a poco, del almacén van saliendo empleados con los palés. El camión de Getafe ya ha descargado. Dan ganas de que por la megafonía dejen de anunciar ofertas y les pongan Pompa y Circunstancia mientras avanzan por los pasillos con las patatas, las peras, las manzanas, los plátanos (de Canarias, por supuesto), las lechugas… «¡Cuánto nos quejamos a veces de lo que tenemos cada día y no valoramos hasta que nos falta!», reflexiona, junto a los tomates, una señora mayor, con aspecto de haber vivido cosas peores que Filomena.

Con los repuestos entrando, los móviles echan chispas. «¡Están reponiendo!», es la frase más repetida, de nuevo, hoy. Y como si de un milagro se tratara, en cuestión de minutos, este super semi vacío se llena de gente. Como si estuvieran agazapados en la puerta esperando novedades. A partir de este momento es sálvese quien pueda. Alguno tiene tanta prisa por entrar que casi se mata de un resbalón en la pequeña rampa de acceso. «Un amigo mío médico -nos contaba ayer una señora- ha atendido esta mañana 20 fracturas en su hospital por resbalones con el hielo». Pozuelo de Alarcón es Holiday On Ice. «Hemos cogido el coche para ir a otro supermercado pero la capa de hielo era enorme y patinábamos, así que nos hemos dejado caer contra dirección», cuentan, aprovechando que la calle era en cuesta. Así siguen las cosas, hoy, miércoles. El trabajo de los empelados de los supermercados consigue convertir en llenas estanterías vacías pocos minutos antes.

Llegar andando a cualquier lugar tampoco es fácil y, al caer la tarde, las zonas donde ya se ve el asfalto engañan. Es peligroso pisarlas aunque parezca la parte más segura. Al salir del super, donde ya se percibía la tensión ambiental del «arrase» total de existencias, un taxi llega patinando y Alberto, taxista de Madrid, ayuda a una pareja de personas mayores a bajarse. Él y ella nos cuentan que Alberto es hoy su ángel de la guarda porque les está ayudando con la compra, la farmacia… Él y ella nos hablan sin dejar de cogerse la mano. A su edad. Envidiable.

Mercamadrid ya se ha puesto en marcha y es un hito con la que ha caído, pero Mercamadrid o las grandes superficies de alimentación no son ahora el problema. Están junto a las grandes carreteras y con los accesos despejados… eso sí, para el que pueda salir de su casa o de su calle sin romperse la crisma. Cientos de miles de madrileños siguen casi atrapados en sus barrios jugándose el tipo sólo con andar. Y más si no da el sol.

La región de Madrid tiene 6,5 millones de habitantes. Decenas de miles de negocios en el interior de ciudades y pueblos de Madrid dependen de limpiar el hielo y la nieve de las calles con urgencia. Barrios enteros de la capital y grandes ciudades de la región siguen, aún, intransitables sin que el presidente Pedro Sánchez (encerrado en Moncloa) parezca haberse enterado. Por no hablar de los pueblos de la Sierra Norte o de la Sierra de Guadarrama o Navacerrada, que, aunque están más acostumbrados a la nieve dependen también de los suministros que llegan de fuera. «Se acuerdan de la España vaciada si no nieva», nos cuenta por teléfono un alcalde amigo que sabe de lo que habla. «¿Para qué crearon un ministerio y todo?. ¿Dónde están todos los ministros?», se pregunta.

«Sólo una enorme operación militar puede desatascar esto con rapidez», apunta un oficial en activo, que se lamenta -en privado- de que el Gobierno no use en Madrid toda la capacidad del Ejército. Sánchez, Iglesias y Marlaska parecen estar esperando a que el sol haga su trabajo, aunque el astro rey no cobre a final de mes como un ministro. El Gobierno, como los lunes, al sol. Suponiendo que el tema no tenga que ver con los celos a Margarita Robles.

La nieve nos ha secuestrado. El Covid ya lo intentó. Y, mientras, cuatro días después, el presidente Sánchez, sin mancharse los zapatos, de foto en foto hasta la propaganda final…

«A Marlaska y a Sánchez les hacen la compra, ¿verdad?», nos pregunta un ciudadano al decirle que somos de OKDIARIO. Me quedo pensando. Pues tiene toda la pinta…