Toros

Morante borda el toreo ante una Maestranza adormilada y un presidente roñoso: «No tienes vergüenza»

Morante tendría que haber abierto la Puerta del Príncipe, pero una Maestranza adormilada y un presidente pasivo tiraron por tierra una de esas faenas donde el de La Puebla se lució, se gustó y bordó el toreo más auténtico. El maestro miró al palco presidencial cargado de rabia tras la negativa a concederle la oreja: «No tienes vergüenza», le espetó a un presidente que, en palabras del propio diestro, es un «amigote que debe jubilarse». Le negó una oreja cantada, si bien es comprensible que la máxima autoridad negara el pañuelo blanco ante una Maestranza adormilada que no demostró entusiasmo al pedir el trofeo.

Los derroteros por los que se está desarrollando la Feria sevillana despistan a propios y extraños. La alegría con la que se conceden los parabienes en unos casos –la generosidad con Roca Rey– contrasta con la racanería a la que se ha enfrentado esta soleada tarde de lunes Morante.

Su primero de la tarde de Hermanos García Jiménez no presagiaba nada estelar. Un sobrero, molesto por los continuos picoteos a la capa, debía ser manejado con técnica y temple. Y eso es lo que hizo Morante. El trapo alto y un corrección soberbia que hizo que el toro pareciera bueno. Pero era la esencia clásica del propio Morante la que bailó al morlaco y logró pases antológicos en una faena sobrada de torería y valor.

En el cuarto Morante sí obtuvo premio pero con la amargura de haber visto cómo se le escapaba otra tarde gloriosa en el coso sevillano. Antaño a Morante no se le habrían birlado de esa manera 3 orejas ya que en el segundo de su lote dejó claro que esta Maestranza no entiende a este Morante.

Al contrario que al de La Puebla, Emilio de Justo se convirtió en el triunfador global en cuanto al número de trofeos, pero con la sensación de que estuvo muy por debajo de la calidad de Filósofo, un toro que acabó dando la vuelta al ruedo empujado por un coso enfervorizado con la bravura del de García Jiménez.

De hecho, fue el astado del hierro de Olga Jiménez, marcado con el número 13, el que puso el mayor porcentaje para que el cara a cara resultara tan vibrante, pues acudió incansablemente tras la muleta, arrancándose al galope, descolgando el cuello y rematando las embestidas mucho más lejos de donde las dejaba el torero.

De Justo, que no le volvió la cara, aprovechó sobre todo tan profundas inercias, dejando que fuera el toro el que marcara el ritmo y el trazo de los pases, una vez que, tras perder pie llevándolo al caballo, «Filósofo» le volteara con una ágil fiereza.

Tras la quinta tanda de muletazos, sin que el toro rebajara el diapasón para hacer vibrar a la plaza, De Justo se fue a por la espada con la sensación de que aún había para mucho más dentro de la honda lámina de un soberbio ejemplar premiado justamente con la vuelta al ruedo.

Más comedido, más desapercibido pasó Talavante por el coso sevillano. Dejó escapar el lote más completo, por nobleza y calidad, de la corrida salmantina.

Aunque se gustó de capa a pies juntos con el segundo y le abrió el trasteo con unos excelentes y lentos muletazos con las dos rodillas en tierra, sus dos faenas pecaron de ligeras y poco comprometidas, con brusquedad en las muñecas y una amplia holgura en los embroques, mientras entre el indiferente silencio del tendido solo se escuchaban las voces con las que él mismo intentaba darse ánimos.

Ficha del festejo

Seis toros de Hermanos García Jiménez (el 3º y el 1º, lidiado como sobrero, con el hierro de Olga Jiménez), muy bien presentados, con cuajo, seriedad y finas hechuras. En cuanto a juego, sobresalió el 3º, «Filósofo», de bravas y profundas embestidas, premiado con la vuelta al ruedo. También dieron buen juego, por nobles y claros, 2º y 5º. Los otros tres, escasos de raza y fondo.

Morante de la Puebla, de amaranto e hilo blanco: estocada trasera desprendida (ovación tras petición de oreja); estocada (oreja).

Alejandro Talavante, de blanco y oro: seis pinchazos (silencio); bajonazo y dos descabellos (silencio).

Emilio de Justo, de rioja y oro: estocada desprendida (dos orejas); estocada caída (silencio).

Entre las cuadrillas, Miguel Murillo saludó tras banderillear al segundo.

Octavo festejo de abono de la feria de Abril, con el cartel de «no hay billetes» en taquilla (10.500 espectadores), en tarde calurosa.