Ginés Marín corta dos orejas en La Maestranza, Morante da una nueva lección y Cayetano se va de vacío
Morante ya es leyenda en la Maestranza: sale por la Puerta del Príncipe con el primer rabo en medio siglo
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El diestro extremeño Ginés Marín, que cortó dos orejas sin gran rotundidad, fue hoy el triunfador de la decimotercera corrida de abono de la feria de Sevilla, en la que Morante de la Puebla, recibido como un gran ídolo, volvió a dar una lección de lidia con un manso.
Esa faena de Morante, que, tras su histórica tarde del miércoles, fue obligado a saludar una estruendosa ovación al finalziar el paseíllo, tuvo un aire especialmente añejo, pues el sevillano dictó una auténtica cátedra lidiadora al estilo de la que hace más de un siglo pudo impartir su adorado Joselito El Gallo.
Porque el toro con el que la desplegó, el primero de la divisa de El Torero, de hechuras, movimientos e ideas de morucho de las capeas, tuvo un comportamiento también muy «antiguo», que obligó a la cuadrilla a llevar a cabo una lidia casi decimonónica, tanto para picarlo con efectividad como para bregar con él y banderillearlo entre arreones y, a veces, hasta coces.
Y ante un animal sin depurar, como si no hubiera pasado un siglo por el ruedo de Sevilla, Morante toreó también con «modernidad», fajándose sus embestidas sin celo en un quite de cinco verónicas para después fijarlas con su poderosa muleta manejada rodilla en tierra.
Conseguido el propósito clásico del toreo, el de poder al toro, aún regaló el de la Puebla, en evidencia de su pletórico momento, unos cuantos muletazos pausados y tersos, con el toro protestando, pero sin renunciar nunca a la pureza en los cites y en los embroques. La oreja estuvo más que justificada.
A Ginés Marín, en cambio, le dieron dos -la segunda un tanto excesiva- por su faena al tercero de a pie, el único con duración, entrega y claridad de la corrida, que puso mucho de su parte en la emoción del trasteo.
Con el toro rebosándose en cada pase, el torero extremeño aprovechó primero las inercias, tanto en la apertura como en las dos primeras series con la derecha, que tuvieron un punto de ligereza, aunque también la conexión que da al tendido el movimiento contínuo de los toros tras el engaño.
Una vez que Espárrago se paró y dejó de ponerlo casi todo, Marín se dedicó a redondear mucho los pases, de uno en uno, sesgado en los cites, buscando los costados, pero siempre muy jaleado por un tendido que, después de una estocada volcándose, acabó por solicitar con generosidad esos dos trofeos que la presidencia concedió sin matizar.
Pero, ya con la Puerta del Príncipe al alcance, a Marín se le echó en falta, por eso mismo, algo más de apuesta y de ajuste con el último, un mansote desclasado, al que solo atacó muy al final, casi a la desesperada y con las opciones reducidas.
Morante tampoco pudo rematar con el quinto, otro manso rajado y con la cara por las nubes, a pesar de su hábil insistencia, mientras que Cayetano se acabó disipando a la vez que su primer toro, después de torear de capote y en las primeras tandas de muleta con reposo y asiento. Y ya con el áspero quinto, reparado de la vista, ni lo vio ni se confió.
Ficha del festejo
Un toro, despuntado para rejones, de Passanha, noble y de justa raza, en primer lugar. Y seis para lidia a pie de El Torero, de presencia desigual, con seriedad en las cabezas y, en general, justos y sueltos de carnes. Salvo el cuarto, bravo y con entrega, el resto mansearon en los primeros tercios y se desfondaron, sin casta, en el último.
El rejoneador Antonio Ribeiro Telles, de casaca verde hoja y oro: pinchazo y rejonazo contrario (ovación).
Morante de la Puebla, de caña y oro con remates negros: estocada honda (oreja); media estocada desprendida (palmas).
Cayetano, de fucsia y oro: estocada trasera tendida y descabello (silencio tras aviso); estocada desprendida y descabello (silencio).
Ginés Marín, de carmesí y oro: estocada desprendida (dos orejas); pinchazo y estocada (ovación tras aviso).
Entre las cuadrillas, destacaron en varas los dos picadores de Morante: Pedro Iturralde y Aurelio Cruz; efectivas bregas de Juan José Trujillo, Joselito Rus y Antonio Manuel Punta, que también saludó en banderillas, como Manuel Larios.
Decimotercer festejo de abono de la feria de Abril, con lleno total en los tendidos (más de 10.000 espectadores), en tarde calurosa.
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