Todo lo que debes saber antes de comprar un mini PC
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Un mini PC es un ordenador de tamaño reducido que concentra en un chasis compacto todo lo necesario para el día a día: procesador, memoria RAM, almacenamiento y conectividad. Su popularidad ha crecido en los últimos años gracias a que combina potencia suficiente para la mayoría de tareas con un consumo energético más bajo y un diseño mucho más fácil de integrar en cualquier escritorio o salón. Estos equipos resultan especialmente atractivos para quienes buscan un ordenador discreto, que apenas ocupe espacio y que pueda conectarse a una pantalla externa, ya sea para teletrabajo, uso doméstico o entretenimiento.
Ventajas de un mini PC
El tamaño compacto es la característica más evidente, pero no la única. Al ser equipos silenciosos y de bajo consumo, los mini PC resultan ideales para oficinas pequeñas o espacios reducidos. Además, son más económicos que un ordenador de sobremesa completo con monitor, teclado y periféricos, ya que puedes elegir los accesorios que mejor se adapten a ti.
Otra ventaja es la versatilidad. Puedes utilizarlos como centro multimedia en el salón, como herramienta de estudio para tus hijos, como equipo de teletrabajo o incluso como servidor personal para tareas específicas. Si ya cuentas con pantalla, y accesorios, heredados de otro equipo, es la solución más indicada.
En qué fijarse antes de comprar uno
El procesador es la pieza clave de cualquier mini PC. Hoy en día, los fabricantes apuestan por dos grandes familias: Intel y AMD.
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En la gama básica se encuentran los Intel Celeron o Pentium, y los AMD Athlon, que cumplen para tareas menos demandantes como navegar, ver vídeos o trabajar con documentos sencillos.
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Si buscas un equilibrio entre rendimiento y precio, lo ideal es apostar por un Intel Core i5 o un AMD Ryzen 5, con frecuencias en torno a 3,0 GHz y varios núcleos, capaces de manejar multitarea sin problemas.
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Para quienes necesitan potencia en edición de vídeo en 4K, diseño 3D o programación avanzada, la mejor opción son los Intel Core i7 o i9 y los AMD Ryzen 7 o Ryzen 9, que alcanzan frecuencias turbo de más de 4,5 GHz y cuentan con gran número de núcleos e hilos. Estos modelos convierten a un mini PC en una herramienta profesional de alto nivel.
La memoria RAM también marca la diferencia.
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Los equipos básicos suelen ofrecer 8 GB, suficientes para navegación o tareas simples, pero limitados si abres varias aplicaciones a la vez. Pero a no ser que tus necesidades sean mínimas, lo mejor es apostar por 16 GB, que asegura fluidez en ofimática, videollamadas, edición ligera y multitarea cotidiana.
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Para un uso avanzado, renderizado, edición de vídeo con varias pistas o virtualización, conviene dar el salto a 32 GB o incluso 64 GB. Muchos mini PC permiten ampliaciones, lo que es interesante para alargar la vida útil del equipo.
En cuanto al almacenamiento, los mini PC actuales ya incorpora unidades SSD, mucho más rápidas que los antiguos discos duros.
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Los modelos más económicos incluyen SSD SATA, que ofrecen buen rendimiento para uso básico.
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En gamas media y alta predominan los SSD NVMe, capaces de multiplicar por cinco la velocidad de lectura y escritura, lo que se traduce en arranques instantáneos y cargas mucho más rápidas.
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La capacidad mínima recomendable hoy en día es de 512 GB, aunque para uso profesional lo ideal es contar con 1 TB o más, especialmente si trabajas con archivos pesados de vídeo o fotografía. Además, muchos equipos incluyen ranuras adicionales o permiten ampliar con discos externos, lo que da mayor flexibilidad.
Mini PC o portátil: qué conviene más
Una duda habitual es si merece más la pena comprar un mini PC o un portátil. La respuesta depende del perfil de usuario. Si necesitas movilidad diaria, el portátil es insustituible. Pero si trabajas o estudias siempre en el mismo lugar, el mini PC es más práctico: ofrece mejor rendimiento por precio, ocupa menos y permite elegir tu propia pantalla y periféricos. De hecho, muchos usuarios combinan ambas opciones: un portátil para viajes y desplazamientos, y un mini PC en casa para trabajar con mayor comodidad.
Cuándo merece la pena dar el salto
Comprar un mini PC merece la pena si quieres un ordenador discreto, con buena relación calidad-precio y adaptado a tus necesidades concretas. Hoy existen modelos preparados tanto para ofimática sencilla como para diseño gráfico, edición o incluso gaming ligero. Además, su tamaño reducido permite colocarlos detrás del monitor o en espacios donde un sobremesa convencional sería inviable.
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