Las 11 letras y una coma que pueden resolver el asesinato de Helena Jubany 20 años después
Una magistral pericial gráfica a cargo del Cuerpo Nacional de Policía descubre lo que siempre estuvo ahí: el sospechoso del crimen mandó anónimos a la joven
Desde que los investigadores averiguaron la autoría de los escritos la instrucción judicial avanza hacia la resolución definitiva del asesinato
El 2 de diciembre del año 2001 un vecino encontró el cadáver desnudo de una mujer con marcas de quemaduras en la piel y el rostro desfigurado como consecuencia de haber caído durante la madrugada desde la azotea de un edificio. La mujer era Helena Jubany, una periodista y bibliotecaria que vivía en Sabadell. Tras más de 20 años de investigación, diferentes acusados y un suicidio en prisión, un peritaje del Cuerpo Nacional de Policía de Barcelona puede haber resuelto uno de los crímenes más misteriosos de la historia reciente de España. OKDIARIO ha tenido acceso al informe qué desvela quién escribió a Helena los dos anónimos que fueron colocados en la puerta de su casa semanas antes de su asesinato.
En el año 2001, hace poco más de 20 años. Helene vivía y trabajaba en la biblioteca de Sabadell y poco a poco trataba de integrarse en el tejido social de la localidad. Helena había empezado a tener relación con la Unión Excursionista de la localidad. De allí han salido todos los investigados en relación con su muerte, incluso el último de ellos, el que ahora una pericia policial ha demostrado científicamente que escribió la mayor parte de aquellos anónimos que la familia de Helena cree estar convencida de que esconden la clave de su muerte violenta y que el auto judicial vincula directamente con la participación en la muerte de Helena.
Los anónimos fueron dejados en casa de Helena Jubany en septiembre y octubre del año 2001. El primero de los escritos decía textualmente: “Helena, sorpresa. Pasábamos por aquí y hemos dicho: A ver Helena qué se explica. Somos ??? (Te llamaremos) A comérselo todo”. El anónimo iba acompañado de una botella de horchata, la bebida favorita de Helena, y sólo ella sabe si se la acabó bebiendo. Semanas más tarde, llegó una segunda nota, algo más extensa y con más datos: «Helena, ante todo esperamos que te tomes esto con el mismo sentido del humor que nosotros. A la tercera revelaremos el misterio. Muy seguro te echarás unas risas. Nos gustaría mucho volver a coincidir en una excursión de la UES. Ya lo hablaremos! Ahora vamos a ver si encontramos un lugar bueno, bonito y barato en Sabadell para perfeccionar el inglés. Ah! Buen provecho, no nos hagas un feo, eh?! En la tercera ya nos invitarás tú, sin duda. Besos».
Benzodiazepina
En esta ocasión la nota venía acompañada de un zumo que Helena Jubany sí que se bebió. Al hacerlo se sintió muy indispuesta e intrigada, encargó su análisis. El resultado fue benzodiazepina, un potente somnífero. A Elena trataron de drogarla. Semanas más tarde todo apunta a que lo consiguieron porque de su cadáver desnudo y con quemaduras presentó niveles altísimos en sangre de este tipo de sustancia somnífera.
La investigación de la muerte de Helena puso el acento en la Unión Excursionista de Sabadell, de hecho, tres miembros del grupo fueron investigados, una de ellas se quitó la vida en la cárcel y los otros dos siguieron encartados hasta el año 2005, cuando el juzgado archivó la causa ante la aparente falta de indicios sólidos.
Ahora, más de 20 años después, vuelve a haber un investigado en la causa, otro de los miembros de la Unión Excursionista, pero han tenido que ser los expertos calígrafos del Cuerpo Nacional de Policía de Barcelona los que elaboren un completísimo informe que demuestra de forma inequívoca que el investigado fue quien hace más de 20 años escribió parte al menos de los anónimos a Helena Jubany.
A través de un estudio pormenorizado de 11 grafemas, entre los que hay letras y signos de puntuación, los expertos de Policía Científica han podido hacer una comparación entre aquellos textos y un cuerpo de escritura indubitado del investigado. El principal sospechoso fue llamado para estampar unas frases concretas en un papel, y determinadas huellas invisibles para los profanos han resistido el paso del tiempo, y de qué manera. La forma en las que el sospechoso cierra las oes, los trazos de las enes, la distancia entre las crestas de las emes o el espacio entre una coma y dos palabras sigue ahí, permanece tras dos décadas.
Y es que la grafía que nos diferencia individualmente a unos seres humanos de otros, parece que bajo los ojos adiestrados de la Policía sería algo parecido a una huella dactilar, está más en el cerebro que piensa qué escribir que en la mano que lo hace. De hecho, las fuentes especializadas a las que ha consultado este periódico aseguran que si un ser humano tuviera que aprender a escribir con otra parte de su cuerpo, lo acabaría haciendo con la misma caligrafía.
Sea como fuere, la tenacidad, la formación y la experiencia de los peritos calígrafos del Cuerpo Nacional de Policía en Cataluña es lo que puede marcar la diferencia en un caso que casi queda impune 20 años después.
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