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¿Qué santos se celebran hoy, miércoles 13 de agosto de 2025?

San Ponciano y San Hipólito son los dos santos que hoy se celebran

¿Qué santos se celebran hoy, miércoles 13 de agosto de 2025? El calendario de la Iglesia Católica nos invita a recordar en el día de hoy a un buen número de santos, entre los que destacan dos cuya historia está marcada por el valor, la fe y una reconciliación que los convirtió en mártires y hermanos en Cristo: San Ponciano y San Hipólito. Ambos vivieron en un tiempo donde profesar la fe podía costar la vida, y aun así permanecieron firmes, soportando persecuciones, destierro y trabajos forzados.

Cada día, la Iglesia recuerda a hombres y mujeres que se mantuvieron fieles a sus creencias en los momentos más oscuros de la historia. Y es por ello que en este miércoles, recordamos a San Ponciano, papa de la Iglesia romana en el siglo III, y a San Hipólito, un sacerdote que fue, en un principio, su opositor, pero que acabó compartiendo con él el martirio. Deportados a las minas de Cerdeña bajo el cruel mandato del emperador Maximino, soportaron el castigo con valentía, hasta el punto de que su muerte fue vista como un testimonio de amor a Dios y de perdón mutuo. De ellos conocemos ahora su historia al detalle, además de enumeraros al resto de santos que se celebran en este día.

San Hipólito y San Ponciano

San Ponciano fue elegido papa en el año 230, en un periodo en el que parecía reinar una cierta calma para los cristianos, gracias a la tolerancia del emperador Alejandro Severo. Durante su pontificado, la Iglesia vivió una etapa de reorganización, aunque no todo era paz: dentro de la misma comunidad cristiana surgieron tensiones que desembocaron en el primer cisma de Roma. Al frente de los opositores estaba Hipólito, un sacerdote de gran cultura y carácter fuerte, que no dudó en enfrentarse a varios papas por considerar que eran demasiado indulgentes con ciertas doctrinas. Hipólito llegó a proclamarse como antipapa, un gesto que lo situó en abierta confrontación con Ponciano.

El conflicto, sin embargo, quedó en segundo plano cuando el poder romano cambió de manos. Alejandro Severo fue asesinado en el 235 y su sucesor, el emperador Maximino, inició una persecución implacable contra los cristianos. Tanto Ponciano como Hipólito fueron arrestados y deportados a las minas de Cerdeña, un castigo que equivalía casi siempre a una condena de muerte por las durísimas condiciones de trabajo. Allí, en medio del sufrimiento, Hipólito reconoció a Ponciano como el verdadero pastor de la Iglesia, y ambos se reconciliaron. El martirio que compartieron selló una unión que sus vidas anteriores no habían podido lograr.

Consciente de que no regresaría con vida, Ponciano tomó una decisión inédita en la historia de la Iglesia: renunció voluntariamente al papado para que los cristianos no quedaran sin un líder. Fue un gesto de humildad que marcó un precedente histórico. Poco después, él y Hipólito murieron a consecuencia de los maltratos y las penurias en las minas. La tradición los recuerda como mártires coronados juntos, pues su final no fue solo un acto de resistencia, sino también de unidad y reconciliación.

Sus cuerpos fueron llevados a Roma. Ponciano fue enterrado en el cementerio de San Calixto, mientras que Hipólito fue sepultado en la Vía Tiburtina. El 13 de agosto, la Iglesia celebra su memoria conjunta.

San Antíoco de Lyon

San Antíoco de Lyon fue un obispo del que apenas se conservan datos históricos, pero cuya figura ha sobrevivido gracias al respeto y la devoción de los fieles. Vivió entre finales del siglo IV y principios del V, en una época de cambios profundos para la Iglesia. Antes de convertirse en obispo, ya destacaba como sacerdote por su carácter firme y su deseo de acompañar a quienes consideraba sus maestros en la fe.

Cuando San Martín dejó la sede episcopal, Antíoco fue elegido para sucederlo y tomó las riendas de la diócesis de Lyon con prudencia y sabiduría. Se le recuerda como un pastor que supo gobernar con equilibrio en tiempos no siempre fáciles, manteniendo la fe viva en su comunidad. Tras su muerte, su cuerpo fue enterrado en la iglesia de los Macabeos, a las afueras de Lyon, junto al de San Justo. Lamentablemente, en el siglo XVI, la destrucción causada por los calvinistas hizo que sus restos fueran dispersados.

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