Los Marines de EEUU retoman la identificación de los soldados de la foto de Iwo Jima

Iwo-Jima
Legendaria foto de Iwo Jima, tomada en 1945 por Joe Rosenthal.

El trabajo de dos aficionados testarudos ha obligado a los Marines a reabrir el expediente de la mítica fotografía de los soldados levantando la bandera estadounidense en la isla japonesa de Iwo Jima.

La foto, en la que aparece un grupo de soldados levantando un pequeño mástil en cuya punta ondea una bandera estrellada, es una de las más célebres imágenes de la Segunda Guerra Mundial.

Tomada en febrero de 1945 por el fotógrafo Joe Rosenthal, fue reproducida un número incalculable de veces, e inspiró el monumento en honor a los Marines en el cementerio militar de Arlington, en la capital estadounidense.

Pero un minucioso trabajo de comparación de las fotos tomadas aquel día parece poner en evidencia un error de identificación de uno de los seis soldados de la foto.

El soldado John Bradley, quien participó en feroces combates en la isla y en un primer levantamiento de la bandera sobre el mismo montículo un poco más temprano en la misma jornada, no sería uno de los soldados que se ven en la foto.

Demasiados detalles de vestimenta no concuerdan entre el original y las demás fotos en las que John Bradley está bien identificado, según los dos historiadores aficionados, cuyo trabajo fue retomado por la televisión Smithsonian Channel.

La foto original se hizo instantáneamente famosa, y figuró en la portada de The New York Times dos días después de haber sido tomada por Joe Rosenthal. El fotógrafo no pudo anotar los nombres de los soldados y la identificación se realizó luego, no sin dificultades.

El hijo de John Bradley, James Bradley, escribió un célebre libro, ‘Memorias de nuestros padres’ (llevado al cine por Clint Eastwood), en el que contó la gira por Estados Unidos de John Bradley y otros dos solados, convertidos en estrellas sin haberlo buscado.

Tras haberse negado a creer que su padre, fallecido en 1994, no estuviera en la foto, James Bradley estima ahora que los dos historiadores aficionados tienen razón, según The New York Times.

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