Sociedad
Día Internacional de las Personas de Edad

Clece da voz a ‘sus mayores’ a través de su campaña DIGNEDAD para poner de relieve el peso de esta generación en la sociedad

A día de hoy, casi 700 millones de personas en el mundo son mayores de 60 años. Para 2050, se estima que la cifra se eleve a 2.000 millones, lo que equivale a más del 20% de la población mundial. Hoy, para celebrar el Día Internacional de las Personas de Edad, Clece quiere dar voz a ‘sus mayores’ para poner en relieve el peso de esta generación en la sociedad.

Seis mayores, residentes y usuarios de los servicios de ayuda a domicilio gestionados por Clece, han compartido sus testimonios tras haber superado un siglo de vida. Sus testimonios dan voz a una generación que quiere que se siga respetando a la tercera edad, que la sociedad aprecie a este colectivo y que entiendan que la edad es un número y, en ocasiones, no impide seguir haciendo algunas cosas.

Agapita Ramos García tiene 101 años. Nació en un pueblo de Soria el 25 de marzo de 1917, donde se crió y construyó su familia. Ha visto crecer a sus dos hijos, sus cuatro nietos y sus nueve biznietos. Ahora, ya sólo caben tres velas en su tarta, lo que la convierte en la residente centenaria más longeva de la Residencia Peña Rubia & Sagrada Familia de Arcos de Jalón (Soria), donde ha pasado la mayor parte de su vida.

“Para ella es muy importante haber llegado a esta edad, se siente muy orgullosa y contenta”, cuenta Rebeca Corral, terapeuta ocupacional de la residencia. Aunque a veces se frustra porque no puede hacer lo que le gustaría por su edad, siempre está de buen humor. Su andador no le impide bailar en las fiestas de cumpleaños y sigue siendo capaz de hablar con toda la gente del pueblo que viene a verla. Por ello, pide a la sociedad que “no piensen que la edad es una limitación o un impedimento para seguir haciendo cosas”.

Agapita Ramos en los años 40 y en los años 80

Dolores García Prieto, nació en Torre del Bierzo (León) en febrero de 1918. Siendo muy niña, se mudó a Toreno con su familia siguiendo los pasos de su padre, que era vigilante en la mina. Junto con sus cinco hermanos, vivió una bonita infancia y además de fregar, ayudar a las vecinas y a su madre, le encantaba bailar. “Me encantaba bailar como una pelota al ritmo de las panderetas y de los acordeones”. Su cara se ilumina recordando los bailes de su juventud, y tal y como cuenta, “ahora también sigo bailando en las fiestas de la residencia, puedo menos que antes, pero me gusta tanto…”.

Lola -así es como la llaman de forma cariñosa- nunca se imaginó cumplir 100 años, pero dice que seguir el consejo de su madre de ayudar a las personas le ha guiado en su vida. “Estoy muy contenta. Con todo lo que trabajé y mírame como estoy. Estoy muy orgullosa de mis hijos, nietos y biznietos. Veo que la gente me aprecia, he debido de ser buena porque me vienen a ver muchas personas”. Cumplió su sueño porque cuando se echó novio, “no lo dejé escapar y me casé con él”. Ahora, un sueño que le queda por cumplir es que se respete a las personas, ya sean jóvenes o mayores. “Que haya respeto entre las personas sin importar la edad. Las personas mayores han trabajado mucho para sacar adelante a sus familias y hay que agradecerlo. También los mayores tenemos que apreciar y respetar a los jóvenes que son los que viene ahora”.

Dolores García Prieto

Su ‘tocaya’, Dolores Navarrete Cozar, nació en octubre de 1917 en Úbeda (Jaén). Su familia era pobre y ella nunca trabajó. Tener 100 años para ella es “una cosa muy buena”, dice. Navega en recuerdos de su infancia y juventud, cuando aprendió a bailar el pasodoble y el vals, y siempre llora cuando habla de su padre. “Unos meses se han pasado más cortos, otros más largos. Nunca se sabe cuándo te toca, da igual los años que tengas, yo no sé si me queda mucho, poco o nada. Pero si es mucho, mejor”.

Ahora, Dolores no puede bailar los pasodobles que bailaba y no puede caminar bien sola. Aunque eso no le impide ser feliz, vivir tranquila y seguir disfrutando de lo que más le gusta, las ‘papas con jamón’ y las visitas de uno de sus hijos. “No esperaba llegar, pero “bendita sea la madre que me parió que a gusto se quedó” y no se lo que viviré pero que venga mucho. Aún tengo conocimiento y sé lo que digo. No me siento rara, estoy muy contenta y lo digo: tengo 100 años y sin haber estado enferma. No sé qué es la sociedad. Pero, aquí estoy tranquila, todos me quieren. Y si vienen más días, bien está, pero yo eso no lo sé”.

Dolores Navarrete Cozar

Bienvenida Gutiérrez Castillo nació en Torrelavega (Santander) hace 101 años, aunque ahora reside en Puente Tocinos (Murcia). La mayor de nueve hermanos y trabajadora nata, se casó con 25 años y tuvo dos hijos. Ahora, vive con su hija y sigue teniendo las mismas ganas de vivir que hace cincuenta años. El servicio de Ayuda a Domicilio acude a su casa de lunes a viernes durante una hora desde hace dos años y además, acude a un centro de día.

Rebobinando hacia atrás, dice que se siente muy orgullosa de haber llegado a esta edad aunque espera vivir muchos años más para seguir disfrutando de la peluquería los sábados, del café con sus amigas y vivir de cerca la política, ya que uno de sus sueños fue haber estudiado Ciencias Políticas. Sin embargo, ella dice que ya ha cumplido su sueño: vivir su vida con su marido y haber criado a sus tres hijos.

Bienvenida Gutiérrez

María Marin Carrillo nació hace 100 años y ahora, reside en Los Ramos (Murcia). El empleo le llevó hasta Barcelona, donde vivió algunos años para  trabajar en una fábrica de conservas, aunque la mayor parte de su vida ha sido ama de casa. Hace cerca de diez años, perdió la vista, algo que le «impidió poder realizarse, enriquecerse y crecer como persona en todos los ámbitos».

Ahora, vive sola, en una planta baja. Pero, siempre tiene cerca a su familia, ya que su hijo y nuera viven en el mismo bloque y le apoyan en todas las tareas del día a día, además de contar con los Servicios de Ayuda a Domicilio todos los días a la semana durante una hora. Su semblante muestra firmeza, sabiduría y optimismo.

María Marin

Optimismo por haber vivido tanto y por seguir viviendo. «Ha sido un largo camino de lucha, pero a la vez de felicidad. Mi recompensa es saber y ver lo que tengo, mi familia». María ha cumplido su sueño de construir una familia, aunque aún le quedan por cumplir dos: leer y escribir. Pero, siempre se siente agradecida y feliz por haber soplado las 100 velas de la tarta de cumpleaños.

Viendo a las protagonistas del reportaje, parece que se cumple la máxima de que los hombres son menos longevos que las mujeres, pero Sabino Hormaeche Arteaga, de Zamudio, también ha logrado llegar al siglo de vida. Con una salud envidiable y muchas ganas de seguir cumpliendo años. No imaginaba que llegaría a esta edad, pero cuando cumplió los 99 años, pensó que “ya que había llegado hasta esa edad cumplir uno más sería estupendo” y más con la salud que le caracteriza. “Por decir algo, sí que noto como cada vez me pesan más las piernas, pero por lo demás no tengo dolores”.

Le gusta pasar el tiempo jugando a las cartas, leyendo el periódico o dando paseos por los jardines de la residencia Puerta de Mena, en Maltrana (Burgos), donde recibe visitas y llamadas de sus dos hijos, Ana Rosa y Sabino, muy pendientes de él. Con la tranquilidad de disfrutar del paraje del Valle de Mena y, sobre todo, de hacer todo lo que quería hacer en la vida. “Todo lo que he querido hacer, lo he hecho; no tengo ninguna cosa pendiente o sueño por cumplir”.

Sabino Hormaeche