Resistencias bacterianas: el consumo de antibióticos en menores de 3 años se reduce un 18%
La resistencia a los antibióticos es hoy una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo
El programa Purapi ha contribuido a que el uso de antimicrobianos comunitarios y hospitalarios siga un descenso progresivo y significativo desde el año 2017
El consumo de antibióticos en menores de 3 años ha descendido de manera drástica en la Comunidad de Murcia al caer un 18% en un año. Unos datos que evidencian que con políticas donde se prime el buen uso de estos fármacos, puede evitar que los más pequeños se vuelvan resistentes por su mal uso.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo lleva advirtiendo en los últimos años: los antibióticos son medicamentos utilizados para prevenir y tratar las infecciones bacterianas y la resistencia a los mismos se produce cuando las bacterias mutan en respuesta al uso de estos fármacos.
Son las bacterias, y no los seres humanos ni los animales, las que se vuelven resistentes a los antibióticos. Estas bacterias farmacorresistentes pueden causar infecciones en el ser humano y en los animales y esas infecciones son más difíciles de tratar que las no resistentes.
Los antibióticos están perdiendo eficacia a un ritmo que era impensable hace tan sólo cinco años y, según datos del Ministerio de Sanidad, en Europa 33.000 muertes al año son causadas por bacterias multirresistentes, lo que genera un gasto sanitario adicional de unos 1.500 millones de euros.
Con el objetivo de aumentar la concienciación sobre la resistencia a los antimicrobianos y fomentar el buen uso de estos en los profesionales y la población general, se celebra cada año, entre el 18 y 24 de noviembre, la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de los Antibióticos.
Desde la Consejería de Salud y Servicio Murciano de Salud, el Purapi se suma a estas iniciativas sobre la concienciación del uso responsable de antibióticos, con el envío de materiales educativos a todos los centros sanitarios y difusión de estos a la población a través de la Escuela de Salud de la Región de Murcia.
Formación profesional a médicos
Mejorar la utilización de los antibióticos en los niños menores de tres años sigue siendo una de las prioridades del sistema sanitario regional. Para ello, se continúan desarrollando intervenciones sanitarias con el objetivo de disminuir el consumo de antibióticos en la población pediátrica, entre las que destaca la formación a profesionales médicos de los servicios de urgencias de Atención Primaria y hospital, formación a los farmacéuticos comunitarios sobre uso de antibióticos en las enfermedades infantiles más prevalentes, realización de talleres sobre el buen uso de los antibióticos dirigidos a la población inmigrante, y entrega de materiales didácticos en los centros de salud.
Ello se traduce en una disminución del consumo de estos fármacos en la Región en niños menores de tres años, de modo que se ha pasado de 10,25 dosis por 1.000 habitantes/día en el año 2021 a 8,35 en el año 2022, lo que representa una bajada del 18,5% en un año, según datos de la Consejería de Salud.
Estos resultados se deben en parte a la puesta en marcha del Programa de Uso Responsable de Antibióticos en la Primera Infancia (Purapi), cuyo objetivo es hacer un buen uso de estos fármacos en todos los centros de Salud.
El programa Purapi ha contribuido a que el uso de antimicrobianos comunitarios y hospitalarios siga un descenso progresivo y significativo desde el año 2017. En los dos primeros años de implantación del programa en todos los centros de salud, el consumo de antibióticos en los niños menores de tres años se redujo en más de un 40 por ciento, y actualmente continúa con ese ritmo descendente.
Alcance del problema de antibióticos
La resistencia a los antibióticos está aumentando en todo el mundo a niveles peligrosos. Día tras día están apareciendo y propagándose en todo el planeta nuevos mecanismos de resistencia que ponen en peligro nuestra capacidad para tratar las enfermedades infecciosas comunes. Un creciente número de infecciones, como la neumonía, la tuberculosis, la septicemia, las enfermedades de transmisión alimentaria, son cada vez más difíciles —y a veces imposibles— de tratar, a medida que los antibióticos van perdiendo eficacia.
Allí donde los antibióticos se pueden adquirir sin receta médica para uso humano o veterinario, la aparición y propagación de la farmacorresistencia empeora. En los países que carecen de directrices terapéuticas normalizadas, el personal sanitario y veterinario tiene tendencia a prescribirlos —y la población general a consumirlos— en exceso.
Si no se toman medidas urgentes, el mundo está abocado a una era post-antibióticos en la que muchas infecciones comunes y lesiones menores volverán a ser potencialmente mortales.
Prevención y control
La resistencia a los antibióticos se acelera con el uso indebido y abusivo de estos fármacos y con las deficiencias de la prevención y control de las infecciones. Se pueden adoptar medidas en todos los niveles de la sociedad para reducir el impacto de este fenómeno y limitar su propagación.
Para prevenir y controlar la propagación de la resistencia a los antibióticos
La población general puede:
- Tomar antibióticos únicamente cuando los prescriba un profesional sanitario certificado.
- No pedir antibióticos si los profesionales sanitarios dicen que no son necesarios.
- Seguir siempre las instrucciones de los profesionales sanitarios con respecto al uso de los antibióticos.
- No utilizar los antibióticos que le hayan sobrado a otros.
- Prevenir las infecciones lavándose frecuentemente las manos, preparando los alimentos en condiciones higiénicas, evitando el contacto cercano con enfermos, adoptando medidas de protección en las relaciones sexuales y manteniendo las vacunaciones al día.
- Preparar los alimentos en condiciones higiénicas tomando como modelo las cinco claves para la inocuidad de los alimentos de la OMS (mantener la limpieza; separar alimentos crudos y cocinados; cocinar completamente; mantener los alimentos a temperaturas seguras; y usar agua y materias primas inocuas), así como elegir alimentos para cuya producción no se hayan utilizado antibióticos con el fin de estimular el crecimiento ni de prevenir enfermedades en animales sanos.
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