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¿Por qué dormimos poco?: el insomnio crónico afecta a más de 5 millones de españoles

  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

El insomnio crónico ha pasado de afectar al 6,4% de la población a hacerlo sobre el 14% de los españoles en los últimos 20 años. Más de cinco millones de personas lo padecen en nuestro país, pero la pregunta es por qué está ocurriendo, teniendo en cuenta además de que se ha disparado en los jóvenes esta patología.

En este sentido, se ha señalado que la principal conclusión del estudio liderado por miembros de la Sociedad Española del Sueño (SES), que indican que en 2023 esta afección del sueño se ha más que duplicado desde que se realizara el último estudio sobre el tema en el año 1999 es que está influyendo asuntos como los horarios laborales, los trabajos en turnos disruptivos y la conciliación familiar. «Todo eso está influyendo en el sueño y son cosas que debemos investigar», ha apuntad el neurofisiólogo experto en medicina del sueño del Hospital Clínico de Valencia y autor principal del estudio, Manuel de Entrambasaguas.

También, entre las razones que pudieran explicar un aumento tan grande del insomnio crónico, Entrambasaguas ha comentado que «está claro que hay un problema con el sueño» y que existe un retraso de fase y un sueño insuficiente en la población. Además, ha precisado que ha habido cambios sociales y los jóvenes actuales pueden estar más estresados que los de hace 20 años.

El trabajo se realizó con 2.243 entrevistas hechas entre julio de 2018 y julio de 2019, de las que finalmente se consideraron válidas un total de 2.115, ya que el resto correspondían a personas que tenían horarios de trabajo nocturnos y contaban, por tanto, con patrones del sueño no extrapolables a la población general.

Los adultos jóvenes, los más afectados

Este estudio indica que hasta el 43,4% de la población tiene en alguna ocasión síntomas de insomnio, con una mayor afección en los adultos jóvenes de entre 18 y 34 años. El síntoma más frecuente de este insomnio es levantarse muy temprano, afectando mucho más a hombres que a mujeres, mientras que la dificultad para conciliar el sueño era menor en este grupo de adultos jóvenes.

Si se comparan estos datos con los de 1999, hay un aumento «brutal» a nivel síndrome, ha dicho Entrambasaguas, en los adultos jóvenes, a un nivel «que antes no existía».

Además, ha añadido, a ese 14% de la población afectada por el insomnio crónico habría que añadir a otro 4,8% más que no se han contabilizado porque no tienen síntomas, ya que están tomando medicación. En este caso, las mujeres son más consumidoras de este tipo de fármacos, que además se utilizan más según avanza la edad. Los medicamentos más empleados para conciliar el sueño son el lorazepam y el diazepam. 

Esto hace pensar, ha señalado el líder del estudio, que «no hay mucho control y seguimiento» sobre este tratamiento farmacológico que, además, ha añadido, tiene «preocupantes» efectos secundarios sobre la población más mayor, que es quien más consume estos fármacos.

Terapia

En cuanto a las posibles soluciones a la cuestión, Entrambasaguas ha comentado que desde la Sociedad Española del Sueño recomiendan que la terapia cognitiva conductual sea la primera respuesta por encima de los fármacos, unida a la adopción de distintas costumbres que aumenten la higiene del sueño.

Entre estas recomendaciones se encuentran que haya un entorno adecuado para dormir y unas buenas costumbres para regular el ritmo circadiano, con horarios regulares para acostarse y levantarse y empleando además algún tiempo antes de ir a dormir para calmarse después del ritmo de todo el día y tener conversación con las personas del entorno.

También la terapia tiene la misión de enseñar cuál es el sueño fisiológico y de proponer conductas como asociar la cama con el hecho de dormir y no para realizar otras actividades y limitar el tiempo que pasamos en ella al tiempo real de sueño, así como hacer ejercicios de relajación y meditación.