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El drama del cáncer: «Perdí a mis 3 hijos por esta enfermedad que ahora me diagnostican a mí»

El cáncer se está convirtiendo en el talón de Aquiles de los sistemas sanitarios de todo el mundo. Pero hay historias que van más allá de lo comprensible, como es el caso de Régis Feitosa Mota, un padre de familia que ha padecido como nadie la desgarradora huella de esta enfermedad al llevarse a sus tres hijos y que ahora para colmo, se lo han diagnosticado a este hombre de 52 años.

Economista de profesión, vio cómo en 2009, su hija mayor, Anna Carolina, de 12 años en ese momento, tenía leucemia linfocítica aguda, el tipo de cáncer más común entre los niños. La joven tardó casi tres años en terminar el tratamiento con radioterapia y quimioterapia contra la enfermedad.

Sin embargo, ese sufrimiento por esta cruel enfermedad no haría más que empezar, puesto que en poco más de una década, hubo 11 diagnósticos de cáncer entre Régis y sus tres hijos. El pasado día 19, Anna Carolina falleció a consecuencia de un tumor cerebral. Fue el tercer hijo que Régis perdió por cáncer. «En cuatro años y medio perdí a todos mis hijos», lamenta este hombre ante la crudeza de una situación tan incomprensible como dura.

Pero en realidad, todos estos casos no podían ser una mera casualidad de la vida y la comunidad científica estudió su caso hasta encontrar que pasaba genéticamente entre ellos. Y, efectivamente, estos casos familiares respondían a un problema que se descubrió en 2016: un síndrome hereditario llamado Li-Fraumeni (LFS) causado por una mutación genética que aumenta significativamente el riesgo de cáncer.

«Los resultados mostraron que yo tenía una alteración genética que, lamentablemente, también se transmitió a mis hijos, y que potencia la aparición de cáncer», dice el padre a la BBC Brasil.

Para entender la alteración a la que se refiere Régis, primero es necesario entender el gen TP53. A partir de ella se produce la proteína p53, que impide el crecimiento de tumores. Esta proteína cumple varias funciones en el ciclo celular y trata de evitar la proliferación de células que tienen errores, que dan lugar a tumores. Pero para aquellos que portan esta mutación en este gen, existe una producción inadecuada o falta de producción de p53.

«Con eso, el riesgo de desarrollar cáncer es mucho mayor. El riesgo (entre los que tienen esta alteración) llegará a casi el 20 % a los 10 años y, en adultos a lo largo de la vida, llegará a casi el 90 %», explica la genetista médica María Isabel Achatz.

Pero si desgarradora es este cúmulo de sucesos, lo es también la respuesta de sus hijos: el economista que afirma que nunca se sintió culpable por tener el síndrome ni por habérselo transmitido a sus hijos.»Mis hijos decían que yo era tan víctima como ellos».