Las dietas pobres en sal no siempre resultan beneficiosas
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Los especialistas en materia cardiaca llevan varios años alertando sobre los peligros de la sal en nuestra dieta. Se ha convertido en uno de nuestros principales enemigos a la hora de cocinar. Sin embargo, puede que esa defensa de la alimentación baja en sodio haya encontrado un rival. Una investigación publicada en la revista The Lancet aseguran que las dietas pobres en sal no siempre resultan beneficiosas.
Suprimir la sal no es tan bueno como se pensaba. Existe un mayor riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular en comparación con los que ingieren una cantidad moderada. Los encargados de realizar este estudio proponen que las únicas personas que reduzcan el consumo de sodio en la dieta sean aquellas que padecen de hipertensión.
Los especialistas explican que la cantidad a tomar debe variar en función del paciente, ya que no será lo mismo un hipertenso que otro que tenga unos niveles normales de tensión. Está claro que los que cuenten con una presión arterial alta el consumo excesivo de sodio no les beneficia para nada, pero también resulta perjudicial suprimir por completo su consumo, ya que existe la posibilidad de sufrir una enfermedad cardiovascular.
Este trabajo fue desarrollado por miembros del Instituto de Investigación de Salud de la Población de la Universidad de McMaster, además del hospital Hamilton Health Sciences, en Estados Unidos. Entre los dos aglutinan a más de 130.000 pacientes de medio centenar de países. El responsable de este estudio, Andrew Mente, considera que este hallazgo resulta de gran valor para la gente que sufre de tensión arterial alta. Los datos “revelan la necesidad de que las personas con hipertensión disminuyan el consumo elevado de sodio”, como se venía reclamando hasta la fecha, pero eso no es motivo para empujar al resto de la población a que reduzcan al máximo el consumo de sal.
Esa disminución puede conducir a accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos. Anteriores investigaciones ya habían demostrado la relación existente entre la escasa ingesta de sodio y los problemas cardiovasculares. Menos de tres gramos de sal ya se considera como bajo consumo. En este estudio participo un 10% de personas con hipertensión, que tomaban más de 6 gramos.
Con la disminución de sal se reduce un poco la tensión arterial, pero también hay que reparar en otros efectos adversos, como el incremento de ciertas hormonas, que pueden acarrear consecuencias más negativas.
Por lo tanto, la conclusión a la que llegan estos expertos es que es necesario recomendar una ingesta moderada de sal, pero nunca eliminarlo por completo de la dieta, ya que el daño también sería considerable.