Cómo afecta el estrés a la rutina fitness
Ansiedad, frustración, mal humor y preocupación a todas horas. Son algunos de los principales síntomas del estrés. Hay varias razones que explican esta situación, como puede ser la situación laboral, problemas en el hogar o los exámenes de fin de curso. En nuestro día a día nos causará mucho daños, pero también a la hora de practicar una actividad deportiva. A continuación te explicamos cómo afecta el estrés a la rutina fitness.
En primer lugar hay que decir que perjudica a la motivación. Un estudio desarrollado por la Universidad de Yale comprobó la relación que existía entre el estrés y el ejercicio. En tres de cada cuatro personas se comprobó que se ejercitaban menos y que empezaban a tener una vida más sedentaria a partir de aparecer los primeros síntomas del estrés.
Para que esto no se produzca recomiendan hacer una pequeña rutina de ejercicios y trabajos suaves, como caminar unos diez minutos después de la comida. De esta manera está comprobado que nuestro estado de ánimo mejorará.
Son muchos los efectos nocivos que tiene el estrés sobre la salud. Esas preocupaciones que se generan acaban afectando también al descanso, impidiendo en muchas ocasiones dormir correctamente por las noches. Distintos estudios aseguran que se disminuye la producción de testosterona, que son las hormonas que se ocupan de construir los músculos. De esta manera se acaba generando una especie de cansancio crónico que nos impedirá realizar cualquier tipo de ejercicio.
Cuando se alcanza un nivel de ansiedad muy alto pueden aparecer cefaleas, insomnio, dolores articulares y somnolencia durante el día.
Esa sobrecarga de tensión que soporta el cerebro también afectará a los músculos, que se tensarán más de lo habitual y también repercutirá en las capacidades motoras. Al final todo esto se traduce en una disminución del rendimiento.
Después de realizar un entrenamiento de resistencia muy intenso las personas que son víctima de estrés acaban con más dolores, cansancio y con una merma de energía más significativa respecto a aquellos que no sufren de esta ansiedad. El motivo se encuentra en la hormona cortisol, que está vinculada al estrés y que llega a rebajar la función inmunológica. Acaba provocando un retraso en la reparación de los tejidos y una disminución en la capacidad para recuperar la energía perdida.
También afecta a la alimentación
Además de afectar a nuestro estado de ánimo y al rendimiento físico, el estrés crónico también puede provocar antojos. Obviamente, los alimentos que más gustan destacan por su alto contenido en azúcares y grasas. Cuando se atraviesa por una mala época lo que menos apetece es comer verduras y frutas o alimentos que nos ayuden a mantener la forma.
El cortisol acaba engañando al cuerpo y le hace creer que necesita recargar energía, por lo que se acaba almacenando grasa.
Como acabamos de ver, la actividad física también debería ser un estupendo remedio contra las situaciones de estrés. El día que nos encontremos más agobiados de lo normal se puede salir a correr unos cuantos kilómetros o visitar el gimnasio para desconectar y ejercitarnos al mismo tiempo.
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