Voten con la cabeza y con el bolsillo, no con el corazón
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Javier Maroto, aparte de buen amigo y una de las mejores cabezas del centroderecha nacional, es la tan perfecta como triste alegoría de lo que puede suceder este domingo para la historia. La atomización del voto de derecha puede provocar que el escaño con el que cuenta el PP en estos momentos por Álava… se vaya a Bildu, es decir, a ETA. “¿Cómo?”, se preguntarán, intrigados, todos ustedes, queridos lectores. Pues comiendo. El PSOE tiene asegurada un acta en la Carrera de San Jerónimo, el PNV, otra, la tercera es para los podemitas sí o sí y la cuarta en discordia se la disputan el partido que aplaudía y apadrinaba los asesinatos etarras y la formación que ponía los muertos, el PP.
Entiendo que muchos de los seguidores de este proyecto de España que es OKDIARIO apuesten por Vox porque el partido de Santiago Abascal está consiguiendo que millones de compatriotas recuperen el orgullo nacional y esa identidad que, según el gran Fukuyama, el visionario de estos insondables tiempos posmodernos, es la nueva moda en el mundo. Gentes que están hasta los pelendengues de que se mancille la bandera, de que aquí pueda entrar cualquiera pasándose por el arco del triunfo las leyes inmigratorias, del fascistoide pensamiento único, de la vomitiva jerga de nuestros representantes y de esa corrección política que pone de los nervios a cualquier persona con dos dedos de frente por aquello que no sabes si el politicastro de turno sube, baja, viene o va. Bueno, lo único que sabes a ciencia cierta es que te está engañando como a un chino e insultando a tu inteligencia como si fueras gilipollas.
Pero nuestra proporcionalísima Ley Electoral, basada en las teorías de un belga del siglo XIX de nombre impronunciable, Victor D’Hondt, es la que es y hay 20 provincias en las que el guirigay de siglas de la derecha puede regalar 20 escaños extra a ese Sánchez que se ha convertido en el gran traidor de España por sus alianzas con ralea de la catadura moral de Podemos, los golpistas y los proetarras. Ojito porque si el okupa se sale con la suya los experimentos se consumarán con champán, no con gaseosa. Si Sánchez forma gobierno con Iglesias y la gentuza golpista y etarra España vivirá un proceso de balcanización que acabará entre mal, peor e inempeorablemente.
Sólo los sectarios periodistas de izquierdas se creen, o mejor dicho, nos quieren hacer creer, que Sánchez no va a volver a pagar ningún peaje a los golpistas, los etarras y los chavistas por permitirle disfrutar cuatro años más del Falcon, el Airbus, el Super Puma, el A-8 blindado, La Mareta, Quintos de Mora, Doñana, Moncloa y ese ejército de edecanes que provoca que te vuelvas irremisiblemente loco. Ello acabará convirtiendo una nación que data de los Reyes Católicos en una confederación similar a la de la antigua Yugoslavia que, por cierto, terminó como terminó.
Y no estamos hablando sólo de País Vasco y Cataluña. Los malos meterán la quinta marcha en mis entrañables Navarra y Baleares, los últimos diques de contención del constitucionalismo. El día que la una caiga en las garras de los nacionalistas vascos y la otra en las sucias manos de los golpistas catalanes, apaga y vámonos. La Comunidad Valenciana es la siguiente en la lista de espera de las candidatas a pasar por la horca del separatismo supremacista. De momento, no hay que preocuparse por Galicia porque allí Núñez Feijóo gobierna con un perfecto mix de falso progresismo, carisma infinito y la misma profesionalidad que si presidiera Inditex.
No sólo es una cuestión territorial. También lo es económica. He repetido hasta la saciedad, cuando no el aburrimiento, que España precisaba de ocho años de potente crecimiento sostenido para no volver al centro de la tierra con menos posibilidades aún de recuperarnos que en la anterior recesión, que fue la más dura de toda nuestra historia. La salida del infierno se inició tímidamente en 2014, lo cual significa que quedarían al menos tres ejercicios para consolidar, normalizar nuestra economía y situarnos de nuevo en ese 8% de paro (que en España es pleno empleo) a la espera de la siguiente crisis.
Pero qué podemos esperar de un tuercebotas que robó su doctorado en Economía. Que en el segundo debate dio un dato de déficit que estaba mal, el 2,2%, luego otro que estaba peor, el 2,6%, cuando ese mismo día Eurostat lo había fijado en el 2,4%. O que cuantificó en 2,5 millones el número de autónomos cuando en realidad es de 3,2 millones, sólo 700.000 más. O que ha provocado 150.000 parados más en 10 meses, se está cargando el milagro económico de Rajoy a velocidades supersónicas y cuya gestión se resume en haber heredado un país que crecía al 3% y dejarlo en el 2,4%, esto es, 7.000 millones de riqueza menos. Un desahogado que, no lo olviden porque lo pagarán ustedes, no él precisamente que con 47 años disfrutará de sueldo y prebendas vitalicias, se va a gastar 12.000 millones de euros extras que no tiene para comprar votos. Una joyita de la que Dios nos libre lo más pronto posible.
PP, Ciudadanos y Vox son primos hermanos. Por mucho que Riverita se ponga como un basilisco cada vez que le equiparan a Abascal, por muchos cuentos chinos que nos cuenten los brigadistas que hacen las veces de corresponsales extranjeros en España identificando a Vox con la extrema derecha, el partido verde es simple y llanamente de derechas. Reagrupamiento Nacional, el partido antaño llamado Frente Nacional, plantea inmigración cero; Vox inmigración legal sólo. Sólo un perturbado puede estar en contra de esto último. Marine Le Pen está a favor del aborto; nuestro Colón posmoderno en contra. La hija de Jean-Marie y tía de la descomunalmente brillante Marion Maréchal-Le Pen es proteccionista y estatista al más puro estilo Petáin; el de Amurrio tan liberal que quiere bajar el tipo marginal máximo del IRPF al 30%, Sociedades al 12,5% a largo plazo y el gasto público al 35% del PIB, 11 puntos menos que el PSOE.
Están condenados a entenderse. Es más, la España decente no les perdonaría nunca que no se pusieran de acuerdo si salen los números porque aquí el orden de los factores no debe alterar un producto que no es otro que la salvación nacional. Esos quítame allá esas pajas se esfumarían si Pablo Casado es el más votado. El palentino es la centralidad. Visto lo visto, a nadie se le escapa que si el que más respaldos obtiene en las urnas es Abascal, Rivera no querrá hacerle presidente, y si es al revés sucederá tres cuartos de lo mismo. El experimento andaluz, que está funcionando como un reloj, es el espejo en el que nos debemos mirar.
Voten, pues, con la cabeza y el bolsillo. El corazón déjenlo para las cosas del amor. Para su equipo de fútbol favorito o el torero de moda. O para el arte, la música o la pintura. Pero no para un combate en el que nos jugamos nuestros dineros, nuestra historia, nuestro orgullo, nuestra identidad, nuestra integridad territorial, nuestra cultura y nuestra dignidad. Casi nada. Por eso, antes de salir de casa, piensen, échense la mano al bolsillo, comparen y si encuentran algo mejor, vótenlo. La Ley D´Hondt no son matemáticas. En las elecciones generales 1+1+1 no es igual a 3. Como mucho 1,80 ó 2. Parafraseando al spin doctor de la campaña de Bill Clinton en 1992, James Carville, hay que concluir con una frase que todos deberíamos colocar esta madrugada del sábado al domingo en el techo de nuestro dormitorio: “Es la proporcionalidad, estúpido”.
Ahí va un último e insuperable motivo para no quedarse en casa tumbado a la bartola viendo Netflix, para no largarse a la playa y para cumplir con nuestros deberes democráticos metiendo la papeleta de alguna de estas tres formaciones constitucionalistas: ¿les acongoja o no les acongoja ver a Pablo Iglesias de ministro del Interior, a la codazo de su Irena de titular de Hacienda, a Monedero con la cartera de Educación y al explotador laboral Echenique de capo del CNI? ¿A que ya no tienen ninguna duda de que hay que ir al colegio y hacer los deberes con la cabeza fría y pensando en la cartera? Pues eso. Las frivolités pueden esperar al lunes.