Opinión

Vicente Gil: «¿Dónde está Rufián? Sánchez y Puigdemont quieren repetir elecciones y quitarse a Illa»

¿Alguien sabe algo de Gabriel Rufián? Si alguien lo ha visto, que llame. El siempre locuaz portavoz de ERC en el Congreso lleva desaparecido desde el monumental hundimiento de su partido el domingo. Ni en redes da señales de vida con lo hiperactivo que es, tipo Óscar Puente.

Rufián, desaparecido, mientras Oriol Junqueras y Marta Rovira han anunciado que se quitan de en medio de la dirección de ERC. En el caso de Junqueras hasta noviembre, cuando ya se haya resuelto la investidura de quien sea o haya habido, un mes antes, en octubre, repetición de elecciones en Cataluña.

Dicho de otra forma. En este momento crucial del partido, a punto de desaparecer, han saltado todos del barco y se lavan las manos para que las bases asamblearias decidan si dejan gobernar a Illa o se alían con Puigdemont para reeditar Junts pel Sí cara a esas nuevas elecciones. Esto se llama liderazgo, valentía, gallardía…

Gabriel Rufián es ese valeroso independentista que dijo, al llegar al Congreso en Madrid, que estaría 18 meses sólo; el tiempo que, él suponía, iba a tardar Cataluña en conseguir la independencia. De eso hace casi 9 años y la independencia duró, en el mejor de los casos, siendo optimistas, 8 segundos.

Para Rufián fue mejor. Porque a lo tonto a lo tonto, gran coherencia con su aguerrido independentismo y el «España nos roba», Rufián lleva casi una década chupando del bote del Estado opresor a razón de 120.000 euros al año. Más de 120.000 eurazos al año, que le pagamos usted y yo.

Rufián es hijo de charnegos, pero el niño se hizo independentista. Sus padres, emigrantes andaluces, después de toda una vida currando y levantando Cataluña, son ahora, para sus correligionarios de ERC, botiflers, ñordos, colonos, etc… Unos apestados.

De Rufián se sabe que, antes de la política, trabajó entre poco y nada. Es graduado social. Según se publicó, sus compañeros de trabajo en la única empresa que consta lo tenían por el típico trepa. Es decir: Rufián es otro profesional de la política y no tendría, laboralmente ahora, dónde caerse muerto. El Estado opresor español lo mantiene a cuerpo de rey.

Mi pregunta es: ¿Por qué tenemos que pagar a Rufián o a Míriam Nogueras, la de Junts que aparta la bandera de España en sus ruedas de prensa del Congreso, sueldos que superan los 100.000 euros por cabeza? ¿Somos tan idiotas de no exigirles, al menos, un mínimo de respeto? ¿Es normal que les paguemos más de 100.000 euros a todos éstos o a los de Bildu para que se mofen de España y de todos nosotros en el Congreso de los Diputados? ¿Es normal pagar más de 100.000 euros a gentuza proetarra o a tipos como Rufián que suben a la tribuna a afirmar abiertamente que están en Madrid para romper España desde dentro? Ninguna democracia europea permite algo así en sus parlamentos nacionales.

El independentismo catalán es un enorme negocio. El inventor fue Jordi Pujol, que se llevaba la pasta a Andorra (por no hablar de Suiza) hasta en bolsas de basura con escolta de los Mossos para la Ferrusola.

El independentismo catalán es un chiringuito perfecto. Chupan del bote en Cataluña y chupan del bote en Madrid mientras nos insultan a todos y la independencia nunca llega porque de eso se trata: de que nunca llegue para seguir lloriqueando y chupando del bote. El procés, mientras, les ha llevado en estos años a la decadencia más absoluta. Pero a ellos les da igual. Son unos vividores.

Por eso, ¿qué va a hacer ahora ERC para que el chiringuito no se les hunda del todo y se les acabe el cuento a tipos como Rufián? No es fácil. Se pegaron a Pedro Sánchez y han salido escaldados.

A las bases de ERC les importa un pito la gestión del agua, el Cercanías o la sanidad. Están fanatizados desde la escuela con la independencia y se sienten engañados y defraudados con los braveheart del catalanismo patrio tipo Rufián o Junqueras. Por eso, no han ido a votar. Pero volverán a hacerlo si les vuelven a avivar la llama de su sectarismo y de su ensoñación, aunque quedó tocada. Es decir: ERC tiene que volver a echarse al monte.

ERC, como todo el independentismo, depende del monstruo social que ellos mismos han creado durante décadas, desde el colegio a la TV3. Lo inventó Pujol, resucitó a ERC (que estaba muerta desde la República) y se le fue de las manos. A ERC también se le fue de las manos y surgió la CUP. Es un monstruo que se retroalimenta en cada nueva generación.

Puigdemont ha tentado a ERC con la unidad: bloquear a Illa, volver a Junts pel Sí (JxS)y que haya repetición electoral en octubre para volver a la casilla de salida del procés. Sánchez y Puigdemont quieren repetir elecciones para, con la fórmula ganadora de JxS, quitarse a Illa y que Puigdemont sea presidente de la Generalitat a cambio de garantizar a Sánchez los tres años restantes de legislatura. De ser así, Sánchez conseguiría la cuadratura del círculo contentando a Puigdemont y a ERC a la vez (sus socios imprescindibles), porque los de Rufián podrían seguir chupando del bote en la Generalitat.

En 2015, Junts pel Sí sacó 62 escaños y 1.630.000 votos, el doble de lo conseguido por Illa el domingo. El domingo pasado, Junts y ERC (pese a su batacazo) sumaron 1.100.000 votos. Es decir, 230.000 votos más que Illa. De haber ido juntos Junts y ERC, Illa no hubiera ganado las elecciones. La disyuntiva para ERC no es fácil, aparte de que Junqueras y Puigdemont se odien. En una coalición así, el pez grande se come al pez chico. Pero la otra opción que tiene (Illa) es peor.

El plan de Puigdemont de forzar elecciones de nuevo en octubre no estaría mal pensando para sus intereses y los de Sánchez. Para entonces, con el 9J despejado, si Puigdemont quedara por delante de Illa, Sánchez lo tendría perfecto para deshacerse de su ex ministro y darle la Generalitat a Puigdemont como tienen pactado. Cargarse ahora a Illa para contentar a Puigdemont y mantener Moncloa es un cante enorme después de su victoria, aunque a Sánchez le importa todo un pito.

Para entonces, para octubre, la amnistía de Pedro Sánchez ya llevará varios meses en vigor y se sabrá por dónde respiran los jueces en las cuestiones prejudiciales que se planteen con Cándido Conde-Pumpido vigilando.

Los jueces y los fiscales, que para eso tiene Sánchez a Álvaro García Ortiz. Para entonces, ojalá Isabel Díaz Ayuso se haya cargado ya, también, al Fiscal General del Estado, aunque todo apunta a que este señor seguirá ahí porque en realidad es el Fiscal Particular de Sánchez. Su misión no es velar por la legalidad, sino velar por la amnistía, Koldo, Ábalos y Begoña Gómez.

El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha pedido que se identifique al máximo responsable de la filtración de los datos particulares del novio de Ayuso. Una mera formalidad porque ya fue el propio Álvaro García Ortiz el que la asumió hace unos días públicamente. Son tan tontos y tan poca cosa que son capaces de inmolarse, así, públicamente, por el «puto amo».

Mientras pierden la dignidad engordan sus bolsillos.