Opinión

¿De verdad se creen que no están votando a ETA?

Casi un 30% de los vascos han votado a EH Bildu este domingo, confirmándolos como el segundo partido más votado del Parlamento Vasco, con 22 escaños. Este segundo puesto lo vienen ocupando desde hace ocho años, habiendo conseguido esta vez sólo uno más de los 21 escaños logrados en 2012. Aquellas elecciones de 2012 fueron las primeras a las que la extrema izquierda abertzale se presentaba desde la ilegalización de Batasuna en 2003, cuando la justicia demostró que no eran más que un instrumento manejado por la banda terrorista ETA. Se tuvieron que convocar anticipadamente aquellos comicios de 2012 unos meses después del anuncio en el que ETA comunicó en octubre de 2011 el cese definitivo de su actividad armada. Y esta comunicación llegó a su vez inmediatamente después de la polémica sentencia por la que el Tribunal Constitucional anuló la anterior del Supremo que había ilegalizado a Bildu, al considerar que sus listas se enmarcaban dentro de un proyecto «gestionado, dirigido, coordinado y articulado por el complejo ETA-Batasuna»; gracias al voto de su presidente, Pascual Sala, que rompió el empate.

Cuando unos meses después el Constitucional volvió a enmendar al Supremo legalizando a Bildu, Esperanza Aguirre dijo que había “llegado el momento de plantearse muy seriamente por qué tiene que haber un Tribunal Constitucional nutrido de políticos que se llaman magistrados pero que no lo son». En sus más de 30 años de historia el Constitucional ha demostrado sobradamente que Esperanza Aguirre tenía razón. Todos los partidos denuncian su politización cuando se encuentran en la oposición, pero a todos les ha resultado muy útil cuando han ejercido el poder. Porque no olvidemos que sus 12 miembros son elegidos, cuatro a propuesta del Congreso de los Diputados, cuatro a propuesta del Senado, dos a propuesta del Gobierno y dos a propuesta del Consejo General del Poder Judicial, a su vez elegido por los políticos. Tan útil como le resultó a Rodríquez Zapatero que legalizaran el brazo político de aquellos terroristas con los que estaba negociando el cese de su actividad armada.

Los votantes más jóvenes de Bildu, “educados” en las ikastolas, no habían nacido cuando asesinaron a Miguel Ángel Blanco hace ahora 23 años y muchos de ellos dicen que no saben ni siquiera quién fue. Votan a los abertzales porque para ellos ETA es algo que quedó muy lejos en el pasado y opinan que los terroristas no tienen nada que ver con Bildu. A pesar de que la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) ha demostrado repetidamente que tanto EH Bildu como Sortu han justificado en numerosas ocasiones los atentados de ETA, han incorporado en sus filas a muchas personas condenadas por terrorismo que nunca han rechazado la violencia etarra, y han promovido infinidad de actividades de homenaje a los terroristas. Y todo esto no es algo del pasado, sino que sigue pasando hoy en día.

En abril de este 2020, la AVT publicó un informe en el que demostró que en los últimos años se han celebrado 95 actos de recibimiento y homenaje a más de 90 etarras, 15 de ellos condenados por delitos de sangre con 24 atentados y 32 víctimas mortales a sus espaldas. Por su parte el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) ha documentado un total de 124 actos de apoyo a terroristas de ETA en los primeros seis meses de 2020, que incluyen 6 homenajes públicos a terroristas. Los dirigentes de EH Bildu no ha condenado nunca ni uno de esos actos e incluso los ha promocionado y participado en ellos. Por eso cuesta trabajo creer que sus votantes sean sinceros cuando afirman que piensan que Bildu no tiene relación con ETA. Nadie discute que, gracias a un puñado de politizados magistrados del Tribunal Constitucional, Bildu sea hoy un partido legal; pero de ahí a justificarlos moralmente media un abismo tan grande como la distancia que hay entre sus votantes y la más mínima decencia.