Opinión

A ver si se atreven a hacerlo con Mahoma

El Ayuntamiento de Madrid ha coproducido la obra de teatro ‘Dios tiene vagina’, una representación creada por la compañía Vértebro para mofarse de las tradiciones españolas de Semana Santa y, por ende, de los católicos. La citada obra, que se representará en la Naves de Matadero de Madrid a partir de este viernes, es de un mal gusto superlativo. No sólo porque se trate de una ofensa para millones de personas que practican la fe católica en nuestro país, sino porque, además, es un atentado contra la belleza que encierra el arte del teatro. Es, en definitiva, una obra antiestética y, además, muy cobarde.

Es más que probable que Ángela López, Juan Diego Calzada y Nazario Díaz, las cabezas pensantes de ‘Dios tiene vagina’, así como Manuela Carmena, jamás se atrevan ni a crear ni a coproducir un producto presuntamente artístico mofándose de Mahoma y de la religión musulmana. Lógico, por otra parte. Aún resuenan en nuestras mentes los asesinatos a sangre fría en la redacción del semanario satírico francés Charlie Hebdo tras la publicación de unas caricaturas de Mahoma en 2011. Un atentado reivindicado por la yihadista Al Qaeda que dejó en el camino a 12 víctimas mortales, dos de ellas miembros de la Policía Nacional gala, al aterrador grito de “Alá es grande”.

La libertad artística, tras la cual se esconden los creadores de tan ofensiva obra teatral, así como la sátira son dos ingredientes fundamentales de cualquier sociedad moderna, tal y como se contempló en la Convención para la Diversidad Cultural de la Unesco celebrada en 2005. Sin embargo, y a pesar de estar en posesión del derecho fundamental de la libertad de expresión sin censura, contemplado en el Art. 20 de la Constitución española, se deben conocer cuáles son los límites de la creación artística. No obstante, para ello, y parece no ser el caso, se necesita contar con una brújula moral y ética que ponga coto a cualquier creación basada en el insulto a toda una sociedad o colectivo. El arte puede ser provocador, de hecho, son múltiples los ejemplos que se han dado a lo largo de toda la Historia del Arte, pero jamás debe ser ofensivo. No se debe confundir la libertad con el libertinaje y, en este caso, ambos conceptos se funden en uno solo.