Opinión
PRIMERA LÍNEA

Valiente apuesta por el cambio

Iniciar el discurso con permanentes referencias a la Constitución y acabarlo reivindicando defender con orgullo las ideas del centroderecha y no dejarse encasillar por los mantras tendenciosos de la izquierda es una declaración de intenciones desacomplejada, empezando por lo último, y acto seguido la reivindicación de una norma que había sido ninguneada por el Pacte.

La candidata del PP dejaba constancia de que el 55% de los votos pedía un cambio y, echando cuentas, recordaba que en los últimos 25 años, de ser la segunda comunidad en renta per cápita hemos ido perdiendo posiciones de manera reiterada, en clara alusión a los fracasos del Pacte de Progrés.

Marga Prohens ha desarrollado un discurso de investidura impecable en sus líneas maestras referidas a los tres ejes de su acción de gobierno, a pesar de que Més per Menorca lo haya definido como «fantasioso y poco creíble» y Més per Mallorca de «poca concreción». De la opinión de Unidas Podemos ni me molestaré en dejar constancia, mientras el PSIB-PSOE aludiendo a la «huida de una idea de centralidad» y afirmar que «el cambio consiste en la imposición del programa de Vox», sencillamente es una boutade que deja a Francina Armengol para los corrales en su intento de mitin de precampaña, ahora que ha salido por piernas camino de Madrid y por lo tanto carente de validez alguna para enjuiciar los propósitos de la candidata porque no es la líder de la oposición, sencillamente porque su arrogancia se lo impide.

Es tal su arrogancia o chulería, si me lo permiten, que ya ha anunciado que volverá dentro de cuatro años para recuperar el Pacte de Progrés. Falsaria y hasta la médula, claro que sí. No tiene ni arrestos para ejercer de líder de la oposición en el Parlament. Su electorado debería tenerlo bien presente.

El lado bueno de las cosas está en el hecho de que la oposición no contará para nada, inmersa como está en su odio al contrario. Solamente el hecho de priorizar el talento y la capacidad en los integrantes del Govern marca la diferencia con los ocho años del Pacte cuyos consellers, si en algo destacan, es en la vaciedad de su gestión. No es asunto menor el hecho de no dividir a la sociedad por intereses partidistas y no señalar a los ciudadanos cómo deben vivir. La palabra libertad sonaba fuerte y profunda después de tanto interés en anular nuestras voluntades. Ahora toca trabajar para que el Pacte se quede en el sumidero de la historia por tiempo indefinido.

De su palabra ha salido a la luz el contenido de dos consellerias: del Mar, que puede ser la novedad en puertas de recibir las competencia en Costas, y Turismo, Cultura y Deportes, en definitiva la Ayusada en su discurso. En el pasado, hasta la crisis de 2010, Turismo disponía en su presupuesto de la partida destinada a promover actividades culturales de alto nivel dirigidas a la oferta complementaria de un destino de primer nivel. En definitiva eso es lo que parece haberse implementado. Pero si unimos Cultura y Deportes, en realidad asistimos a un guiño hacia la capitalidad cultural de Palma, según el planteamiento del alcalde Jaime Martínez, después de visitar Madrid en la precampaña. Deberemos permanecer vigilantes ante los acontecimientos.

Habló en efecto Prohens de una Ley de Industrias Culturales, aunque no lo hizo de la Ley de la Música. Pero sí lo hizo, refiriéndose a tratar la cultura «de tú a tú», entendida como «cultura sin ideologías, sino abierta y plural». Veremos cuál será el comportamiento de los Consells insulares, de quienes en buena medida dependen las políticas culturales. Ahí está la clave.

En contraste con la acción cerril del Pacte de Progrés lo que nos desvelaba el discurso de Marga Prohens era una rebaja fiscal que beneficiará al 80% de la población, la desaparición del impuesto de sucesiones, la congelación de la Ley de Vivienda y también de la LOMLOE, anuncio que la izquierda ha pretendido señalar como la evidencia de que «ya no solo es la música de Vox, sino también la letra de Vox». Pues que así sea, cretinos.

No menos importante es la predisposición a «poner las familias en el centro de nuestras políticas», lo que, de entrada, implica deshacer el sucio camino de una extrema izquierda empeñada en destruir la familia tradicional, hasta el alumbramiento de una idea de familia inspirada en la corrección política y de acuerdo con las desternillantes definiciones de Unidas Podemos. ¿Qué decir de la convicción de que «el sector primario debe formar parte de nuestro futuro»? De ser ésta una aportación de Vox, pues bienvenida sea.

La «emergencia democrática», señalada por la extrema izquierda, carece de sentido desde el momento en que el discurso de Marga Prohens traza líneas coherentes con el día a día en un Estado de derecho, donde la okupación no cabe porque «la propiedad privada se defiende y la okupación se persigue»; donde «no se dará un paso atrás en la defensa de la mujer» y además poner en valor al individuo antes que a papá Estado.

Marga Prohens pronunció un discurso valiente en su apuesta por el cambio y todo comentario posterior queda pendiente del día a día. No me apeteció seguir el debate al día siguiente porque no me interesa en absoluto la monserga de la extrema izquierda, tan empeñada en fiscalizar nuestras vidas.