Opinión

Trump debe aceptar la derrota por el bien de la democracia en EEUU

Joe Biden será el próximo presidente de Estados Unidos. Su triunfo en Pensilvania es suficiente para alcanzar los 270 votos electorales que le abren las puertas de la Casa Blanca, con independencia de que se abra un tortuoso proceso judicial impulsado por un Donald Trump dispuesto a vender muy cara su derrota pero que debe aceptarla por el bien de la democracia en Estados Unidos. Los dos meses que quedan por delante hasta la proclamación del vencedor vendrán marcados por la tensión reinante en una sociedad polarizada, partida en dos mitades. Serán tiempos convulsos, porque lo apretado de un escrutinio electoral caótico permitirá al todavía presidente sembrar la duda de un fraude a gran escala.

Trump dobló el pulso a las encuestas y a la opinión pública mundial al presentar una feroz resistencia. Ha contado con el 48% de los votos, lo que demuestra que la imagen distorsionada que de él se tiene en el exterior no se corresponde con la visión que tienen la mitad de los estadounidenses. El coronavirus frenó en seco el crecimiento de una economía que iba como un cohete. Sin la pandemia, Trump muy probablamente habría revalidado la Presidencia. De modo que su gestión al frente de la mayor potencia del mundo no puede considerarse, ni mucho menos, como un fracaso, más allá de que su personalidad, histriónica en algunos aspectos, se preste al reproche.

El balance de Trump en lo económico es notable, si bien su peculiar comportamiento político ha contribuido a la fractura social. El hecho de que no reconozca su derrota y atice el fantasma del fraude electoral forma parte de su personalidad. Trump es Trump, del principio al final, si bien las dudas que expande sobre la legalidad de la victoria de Biden no parecen fundamentarse en prueba alguna. La democracia estadounidense está por encima suya, de modo que su reacción se quedará afortunadamente en una estrepitosa pataleta y poco más. No parece la mejor forma de despedirse, pero pedirle mesura a Trump es un ejercicio retórico.