Ha triunfado el amor
España en vilo durante cinco días por amor y hoy, por fin, respiramos. Lejos de la imagen de sátrapa dispuesto a amnistiar a delincuentes prófugos de la justicia y a blanquear a la ETA en nombre del progresismo, siempre como eufemismo de Sanchismo, hoy sabemos que Pedro Sánchez es un hombre efectiva y profundamente enamorado.
Por algún extraño motivo, los incultos y fachas españoles creímos que, en el alegato romántico de los cinco de días de reflexión, todo esto del amor aludía a su esposa, esa señora de la que usted me habla, a la que un juzgado parece que investigará por presunta corrupción. Pero en realidad es sólo eso: una presunción de fachas que no entendemos nada del mundo moderno.
Porque Pedro Sánchez está enamorado, efectivamente, y lo está de la persona a la que más admira, quiere, aprecia y cuida en el universo: él mismo. Un amor sincero e inquebrantable en el que son perfectamente asumibles daños colaterales como arrastrar el nombre de Begoña Gómez por el fango en prensa internacional, utilizar al Rey para darle solemnidad a sus vacaciones y, por supuesto, dejar al país en una situación de inestabilidad incomparable porque su adolescente interior necesitaba de un chute de ego para seguir adelante en nombre de las Españas y los guapos.
Estos cinco días de reflexión sobre si «esto merece la pena» en realidad estaba pensando en usted y en mí: en si somos dignos de tener un líder tan excelso como él. En si en nuestra infinita mediocridad y vulgaridad somos capaces de apreciar el talento y la belleza de un líder sólo equiparable a un JKF a la europea, que nunca a la española porque eso de España es una cosa cutre para españoles y él es todo un líder mundial. Nuestro amado Presidente ha reflexionado sobre si en su infinita misericordia seguimos cabiendo los mortales, esos a los que inconvenientemente tiene que preguntar cada cuatro años para renovar adhesión, esos que a veces le insultamos por aquello de hacerse amigo de terroristas, como si tuviera él la culpa de que Otegi se enamore de él y Feijóo tenga el mal gusto de despreciarle.
Tras mucho esfuerzo pensando en si merece la pena la vida después del Falcon, su conclusión ha sido que no, pero no por él, por nosotros. Porque aun no somos lo suficientemente maduros en el plano intelectual y moral como para independizarnos de su guía moral, y mucho menos cuando en alguna ocasión hemos estado a punto de despistarnos y adherirnos al pensamiento político de fachas como Felipe González.
Por supuesto, el enamorado entiende que algo ha fallado en el proceso de adoración al líder y por eso va a tener que tomar medidas para que esta crisis de pareja entre él y su ego no se vuelva a producir. Y en eso, evidentemente, el primer cáncer a extirpar es ese poder judicial judeomasónico que osa interpretar que el Código Penal también aplica a su esposa, como si ser suya no fuera suficiente garantía de impunidad.
Los medios que a veces nos desviamos del recto camino del Señor (del señor Sánchez, claro) recibiremos también nuestro correctivo correspondiente porque estamos siendo malos, muy malos, y estamos confundiendo a la población. Imagínese usted, Dios no lo quiera, que leyendo este periódico haya alguien que descubra que a pesar de su infinita excelencia en realidad Pedro Sánchez no es más que un narcisista emborrachado de poder cuya única ambición vital es que las masas coreen su nombre mientras él nos salva de la ultraderecha imaginaria pactando con la ultraderecha independentista real. Qué cosas tenemos los fachas.
Pero en cualquier caso, lo único importante hoy es que ha triunfado el amor. La historia más bonita jamás contada entre un hombre y sí mismo en la que todas las canciones le recuerdan a él, todos los espejos le gritan su nombre y todos los mortales no somos más que seres absurdos que no paramos de destruir una relación sincera y duradera basada en la convicción de que no hay nadie mejor que don Pedro.
Hay que reconocer que el tipo tiene agallas y le da igual hacer el ridículo en una oda a la cursilería con tal de complacer a su amado. Es una cosa muy compleja esto del amor, pero desde luego si alguien quiere a alguien en este mundo, como hemos comprobado hoy, ese es Pedro Sánchez a Pedro Sánchez.
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