El tren de la injusticia
Renfe ha conseguido lo que pocas veces se había logrado en Extremadura: poner de acuerdo a todos en que el servicio que ofrece en la región es indigno. Lo de este principio de año ha sido la gota que ha colmado muchos vasos, demasiados, y ha levantado sensibilidades que llevaban meses o años generándose. Ya está bien de que se nos trate a los extremeños como ciudadanos de segunda, con infraestructuras de segunda y con trenes de segunda y vías del siglo XIX. Yo estoy orgulloso de mi tierra, de ser extremeño, de respirar nuestros cielos y pasear o correr por nuestras dehesas. Adoro Extremadura. Pero no quiero que mis hijos crezcan con menos oportunidades que los niños de otras comunidades. No quiero que sean más que nadie, pero tampoco que sean menos, no quiero que su futuro laboral o personal se vea lastrado por unas comunicaciones lamentables que nos posicionan como la región menos desarrollada del país.
Ya está bien. Esta mañana tenía que escuchar al presidente de mi región –Fernández Vara– en todos los medios quejándose de la situación ferroviaria. Desde aquel agosto de 2004 en el que se aprobara el Plan Extremadura por parte de Zapatero y el presidente Ibarra, no le he escuchado muchas veces hablar de aquellas promesas, de aquellos 2.149 millones de euros para un AVE que debía estar en 2010 o para los 176 millones en tren convencional. Pasó el 2010 y aquella promesa que posteriormente repitieron por activa y por pasiva no se cumplió. Nunca llegó el AVE, es más, a finales de 2011 de aquellos 2.149 millones apenas habían ejecutado 400. Pero no, no escuché nunca lo que desde entonces lo que debía haber sido la reclamación más justa de toda la sociedad extremeña, porque de convertirse en tropa algunos hacen su norma de actuación pública y Extremadura necesita Quijotes, necesita que, gobierne quien gobierne en Madrid, se reivindique lo que toda la sociedad quiere de forma unánime y se haga en la capital, no en Cáceres como se hizo con la última manifestación del Pacto por el Ferrocarril.
Nosotros estuvimos en Madrid, encabezados con el presidente Monago, gobernando Rajoy y lo estuvimos también gobernando Sánchez, pidiendo soluciones, pidiendo un tren digno, pidiendo igualdad de oportunidades para nosotros y para nuestros hijos. Es verdad que ha habido gobiernos de los dos signos en Madrid y en Extremadura durante estos años, pero también es verdad que la actitud y la entrega en este tema ha sido totalmente diferente, sólo basta repasar ejemplos como el de aquel ministro de Fomento, Pepiño Blanco, que de un día para otro nos arrebató el Eje 16 o el «mejor Ministro de Fomento para Extremadura» como lo denominó el presidente de la comunidad a Íñigo de la Serna hace un año. Entre uno y otro la diferencia es palpable.
Pero llegados a este punto, basta de mirarse el ombligo. Hay que mirar al futuro, ser valiente, reivindicar mirando a los ojos a los extremeños y no buscando la aceptación de nuestros jefes en Madrid. Extremadura merece de nosotros que seamos dignos defensores de aquello que puede y debe ser una palanca de desarrollo para nuestra región, y defensores de la igualdad de oportunidades. Es cierto que sólo un tren digno no nos igualará con el resto de españoles, pero es algo que ya va más allá de un tren, es una afrenta histórica a nuestra dignidad como pueblo que como tal tienen que atajar los responsables.
Nadie obliga a desempeñar puestos de máxima responsabilidad a nadie, pero la sociedad sí debe obligar a los que desempeñan estas tareas a ejercerlas con eficiencia y con justicia social. Y no es justo con Extremadura cuando las averías e incidencias se cuentan por cientos y cuando el resto de líneas de Alta Velocidad tienen fecha de finalización comprometidas y el Gobierno no se compromete a ninguna fecha con el extremeño. Estos responsables tienen que liderar los cambios que nuestro tren necesita, y tienen que hacerlo a la máxima brevedad o dejar paso a otros. Y nosotros, desde Madrid o desde Extremadura, tenemos que pelear para que cada día cuente, para que no se pierda tiempo, para que se tomen decisiones operativas y lógicas, para que a los extremeños se les respete porque somos un pueblo que merece respeto.
Yo quiero envejecer en Extremadura, y quiero hacerlo viendo a mis hijos y a todos los niños de la región de hoy teniendo las mismas oportunidades que el resto de españoles y en eso no debemos cejar en el empeño, no debemos aflojar ni debemos rendirnos. Los extremeños nos votaron para defender sus intereses y ello supone ponerlos por delante de siglas y por delante de intereses partidistas. Las portadas de hoy en toda la prensa nacional con el tren de la vergüenza que atraviesa Extremadura debe de servirnos a todos de aval moral para seguir reivindicando con más fuerza aquello en lo que creemos, aquello que queremos para nuestros paisanos.
Hace mucho tiempo que el reloj de la paciencia llegó a cero. Unámonos todos, pero para trabajar por los extremeños. Para poner fechas y medidas a los anhelos de nuestros paisanos. Para dejar una Extremadura mejor, en una España más justa , de la que nos encontramos. Que nuestros paisanos no sientan que se trata mejor a aquellos que retan a España que a aquellos que la amamos y la vertebramos. No sería justo.
Victor Píriz es diputado del PP por Badajoz
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