Opinión

Torra y la “memoria histórica” de Mortadelo

El separatismo catalán está enamorado de la memoria histórica. Por supuesto, a su manera, para reescribir los hechos según su interés partidista y así demostrar que Cataluña es una unidad política independiente desde que había dinosaurios sobre el planeta, y que el Tiranosaurio Rex se llamaba en realidad “Tiranusauri Reial”, y tuvo su origen en Organyà, a medio camino entre Lérida y Andorra. Leer la versión secesionista de la Guerra de Sucesión es lo más parecido a un tebeo. Pero no de los buenos, estilo Mortadelo y Filemón, sino de aquellos que cuando uno los hojea tiene la sensación de haber tirado el dinero.

Así pues, es más fiel a la auténtica memoria histórica lo que cuenta el gran Francisco Ibáñez, barcelonés de pro, en cualquier cómic de Mortadelo y Filemón que lo que relate un historiador separatista en un (teórico) sesudo análisis ‘científico’, pagado por la Generalitat de Quim Torra y con el aval de las instituciones académicas que los independentistas controlan. Por supuesto, este deterioro intelectual no es exclusivo de los departamentos de Historia. Cuando personajes fanáticos como Elisenda Paluzie han conseguido ser nombrados como catedráticos, indica que la decadencia en la universidad catalana es absoluta.

Ya no se trata de que personajes que se sitúan bajo el manto protector de la Generalitat de Quim Torra, como los ‘iluminados’ que aseguran que Miquel de Cervantes, Leonardu da Vinci o Cristòfor Colón son catalanes, sigan consiguiendo dinero público para vivir del cuento. El problema es que el estilo ‘friki’ ha invadido prácticamente todos los ámbitos del saber en Cataluña, y nada se estudia, y nada cuenta con el apoyo institucional si no se inscribe dentro del relato oficial de “Cataluña es cojonuda y superior al resto de España”, “España nos roba” y “nos hemos de ir de España porque es una dictadura estilo Turquía que impide que nos desarrollemos como el pueblo elegido”.

De ahí que el separatismo catalán haya conseguido que el profesor Bacterio o el superintendente Vicente sean personajes que aportan más al conocimiento de la humanidad que los centenares de catedráticos, investigadores y académicos empeñados en tapar el supremacismo del independentismo con un relato falso sobre la bondad de los postulados que defienden personajes como Quim Torra, Oriol Junqueras o Carles Puigdemont. Cada vez que estos tocan el pito, una cohorte de ‘intelectuales’ salen, a sueldo pasado, presente o futuro, a defender el argumentario que al separatismo le interese. Sea en temas relacionados con la memoria histórica, la sanidad, la economía, la sociología o el tejido con macramé.

El independentismo lo pudre todo, porque su concepción tribal de la sociedad no permite disensiones, que es justo la base del conocimiento científico. Dudar, investigar y probar. En la Cataluña secesionista sólo impera el “prietas las filas” y el “impasible el ademán”, y a quien se le ocurra dudar, se le expulsará al infierno de los discrepantes. Un buen número de profesores universitarios, dramaturgos, escritores e intelectuales de diversas disciplinas han sido, primero, ignorados; luego señalados y al final, masacrados y condenados a la muerte civil. Todo ello por llevar la contraria al separatismo.

Así pues, cada vez que escuchen la palabra “memoria histórica” en boca de un separatista o de sus mariachis de la presunta ‘izquierda’ autodenominada ‘alternativa’ ya saben que les espera una milonga que insultará su inteligencia. Y, además, la habrá pagado generosamente con sus impuestos. Porque la palabra “gratis” está prohibida en el mundo secesionista. Que paguen los “españoles”, que para eso somos “bestias inmundas” con “taras en el ADN”.