Tardà critica a los barones chismosos del PSOE
A Joan Tardà lo vi durante años en un local donde un cóctel valía lo mismo que un menú de mediodía y las jovencitas buscaban empresarios con una cartera voluminosa con los que acabar la noche o la vida. Mientras Violeta ‘La Burra’, un famoso travestido catalán, repartía flores por doquier, yo me deleitaba apurando la tarde frente a una copa antes de volver a casa. Lo recuerdo sentado en la barra de madera envejecida, solo, bajo el característico “mise en place” de latón que se alza en lo alto de los otros parroquianos, tratando de olvidar las tardes en el Congreso donde le tocaba enarbolar las ideas rancias de Esquerra Republicana de Cataluña. Hoy sé que este profesor de secundaria es uno de los diputados más ricos de la Cámara —190.000 euros y un plan de pensiones de 117.000 euros— que, sin pudor, visita a Otegi en prisión, culpabiliza a la «oligarquía» de dinamitar el proceso secesionista catalán o, incluso, llama «facha» al maestro Joaquín Sabina.
También recuerdo a este licenciado en Filosofía y Letras, gritando «mort al Borbó» —muerte al Borbón— y criticando en el Congreso al Rey Emérito por no haber aprendido «ni gallego, ni catalán ni euskera en sus 30 años de reinado». «Y no será que los Borbones no tengan apego al ocio y al tiempo libre», añadió.
Aquella frase, maniquea y populista, buscaba el enfrentamiento y el titular fácil. No creí —ni creo— que alguien como Tardà se atreviese a criticar ni el ocio ni el tiempo libre. Pero no seré yo quien lo señale con mis dedos sucios de nicotina —que no de doble moral—. Por eso me consuelo pensando que, a buen seguro, el licenciado Tardà conociendo la extensa obra del dramaturgo y Premio Nobel Jacinto Benavente no quiera ser recordado como Crispín, el impenitente pícaro de ‘Los intereses creados’ que engañaba a todo el mundo porque “mejor que crear afectos es crear intereses”.
Sin embargo, el 18 de septiembre, con la resaca de sus palabras en el discurso de investidura de Mariano Rajoy llamando a proclamar «la República Catalana», leí el siguiente tweet que minutos después borró y corrigió donde se decía: “Los que desean que Gobierno (Carles Puigdemont y Oriol Junqueras) sufra y no hagan correr que Partido Demócrata Catalán [o como se llame, porque aún no lo sé] votaría SI a Pedro Sánchez sin referéndum”.
La verdad es que tuve que releer varias veces el mensaje sin conseguir entenderlo. Miré la hora a la que lo había enviado: domingo a las 15.24, e intenté bucear en mi memoria leguleya para encontrar a un personaje benaventiano con el que amnistiar al buen Tardà, ya que estoy seguro de que, pese a disentir radicalmente en lo político y lo intelectual, me hubiese reído en esas tardes solitarias con un Dry Martini en la mano. Dispuesto a justificar sus desmanes de domingo intenté ser condescendiente y puse de mi parte para comprenderlo, sobre todo cuando lanzó de nuevo su tweet corregido:
“Los que desean que Gobierno (Puigdemont y Junqueras) sufran y no se salgan con la suya esparcen [el rumor] que el Partido Demócrata Catalán votaría Sí a Pedro Sánchez sin referéndum”. Es decir que el amigo Tardà está indignado con la gente que cree que la antigua Convergencia apoyaría a Pedro Sánchez en una posible investidura de izquierdas sin que el partido socialista se comprometiese a realizar un futuro referéndum para la independencia de Cataluña.
Días antes había acusado a los barones del PSOE de esparcir rumores con la propia Esquerra Republicana y los señalaba por ser «gente sin palabra». Hoy, desde aquí, me pregunto qué barón es el envidioso que crea el rumor, quién es el chismoso que lo difunde y, sobre todo, quién es el idiota que se lo cree.
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