Opinión

El socialismo Lamborghini

A Sánchez le gustan los lamborghinis, como a cualquier persona que tenga capacidad económica para permitirse un coche de alta gama. Le gustan los lambos (así lo llaman los youtubers pelmazos de ahora) como la buena comida, veranear en Andorra o alguna isla apartada, y también sestear donde fuere con el dinero ajeno. A Sánchez le gusta todo lo que a cualquier español medio le gustaría, disfrutar de la vida y preocuparse de gastar la pasta ganada procurando que nada falte en casa a su familia. Pero Sánchez es socialista y este principio vital de comodidad salta por los aires cuando entran en juego los componentes emocionales que definen la ideología: envidia, rencor y odio. Cuando eso ocurre, lo que cualquier socialista presume de disfrutar, esto es, los goces que el capitalismo les brinda, es un privilegio particular, y aquí toman el mando el odio de clase y la envidia cochina, estados de ánimo sistémicos en toda mente zurda que les impulsa a prohibir que tales lujos, comodidades y felicidad vital sean disfrutadas por los demás.

Los autócratas basan su poder en la percepción de quienes les apoyan de que, en realidad, son libertadores frente a la opresión, por lo general, inexistente e inventada. Y para ello, enmarañan toso su relato con cortinas retóricas de progreso, avance, protección, libertad y democracia cuando ejecutan planes para limitar todo lo que prometen. Por eso, esta nueva acometida dialéctica y argumental del Gobierno más autoritario de la democracia, con el presidente más autócrata de nuestra historia, contra los ricos y los que tienen lamborghinis, obedece a su secular singladura en el control de vidas ajenas.

Es la misma historia, con los mismos argumentos, que se construyó en Venezuela. El problema de la pobreza son los ricos. Si hay pobres no es por el socialismo que todo lo interviene ni por los impuestos que desde el Gobierno de izquierdas ahoga a la población productora, sino por los ricos (minoría donde las haya), que son insolidarios. Y bajo esa excusa, adquieren el permiso para seguir atracando a la clase media. Los datos oficiales hace años que reniegan del discurso oficial del sanchismo político y mediático. Cada día hay más familias pobres en España, sin recursos, con sus hijos en casa porque no pueden acceder a una vivienda gracias a las leyes que el gobierno socialista ha creado. Gente que no llega a fin de mes y dependiente del Estado cada vez más. El socialismo, desde el poder, es una máquina de empobrecer bolsillos y mentes, de instaurar redes clientelares de imposible anulación, porque sirven al que viene para mantener la cuota endogámica. Pero así funcionan las autocracias. El dictadorzuelo necesita del relato ricos contra pobres para seguir en el poder.

En efecto, los propietarios de lamborghinis en España no llegan al medio centenar, pero el gobierno de la propaganda y el pago en especie quiere ir a por ellos. Hasta aquí la cortina de humo. Porque la realidad es la que sigue: los ricos, bajo el socialismo, no sólo no han perdido capacidad adquisitiva y patrimonio, sino que han aumentado considerablemente su riqueza, tanto con González, como con Zapatero y especialmente, con Sánchez. ¿A qué obedece, pues, el discurso machacón y cansino de la izquierda caviar contra los ricos? A que necesitan de su existencia para justificar el odio y rencor de los saqueados y empobrecidos hacia alguien. La mitad de España que no compra el falaz argumento, sabe que son el Gobierno y el Estado los culpables de esquilmar su bolsillo. La otra mitad, sí lo compra, y con eso les basta para que la trinchera continúe en plena forma, la brecha entre ricos y pobres aumente, incrementando en número los segundos y aumentando su patrimonio los primeros, en detrimento de quien mantiene a un país, la clase media, que huirá exiliada o se convertirá en la nueva clase pobre y dependiente del Estado. Así, el socialismo mantendrá su hegemonía a base de pagas, subvenciones, ayudas y contrapesos, permaneciendo en la poltrona hasta que quiera, convirtiéndose en un régimen democrático, el PSOE en Andalucía, o autocrático, el PSOE de Sánchez.

Las excusas de Sánchez contra los que tienen dinero no creo que refiera a todos la progresía en su gobierno y fuera que declaran en paraísos fiscales, viven en chalets de lujo o en áticos modernos, y tienen la vida solucionada. Es la máscara discursiva que sirve para enmarañar el debate, distraerlo de las tribunas de opinión y editoriales para que los ciudadanos que producen, y sobre todo, los que reciben, no se den cuenta de que, gracias al regalo fiscal a Cataluña, el resto de España pagaremos un treinta por ciento más de IRPF. Es decir, para que nadie hable del nuevo favor de Sánchez a los ricos, el Presidente sale a rajar contra los ricos.

Y lo hace con argumentarios propios de un ignorante sociópata, de autócrata sin parangón, de liberticida moderno. Acusar a la gente que tiene dinero, o lo genera, de comprarse lamborghinis y que, por eso, se va a dedicar a expropiárselo para proteger a la clase media, es de primero de socialismo absoluto. La clase media no necesita ser protegida por el Estado, sino crecer en un ecosistema propicio para su desarrollo y la inversión, conceptos que coarta el sanchismo bolivariano actual. El español medio vive ahora peor que cuando llegó Sánchez, con el paro más alto de Europa, y con una administración central que persigue la iniciativa y actividad empresarial. Si los empresarios se van (ya se están marchando), los españoles se empobrecen. Y aumentará la brecha entre ricos y míseros, estadio perfecto para la dictadura socialista. El problema de España no son los ricos, ni la extrema derecha, ni los lamborghinis. Es creer que el socialismo te sacará de la pobreza cuando vive de que estés en ella.