Opinión

Sin tiempo para cuentos

Javier Aguirre no jugaba de tú a tú ni en el partidillo de los jueves mientras Jagoba Arrasate decide plantar cara al más pintado. La pregunta es si tiene jugadores para ello, la columna vertebral del equipo es la misma y no hay más recurso ofensivo que el que había: la cabeza de Muriqi.

Uno utilizaba una defensa de cinco y su sucesor de cuatro, pero la línea en si misma ha empeorado a raíz de la falta de previsión e ineficacia del director de fútbol, Pablo Ortells. Era notorio que la necesidad de un segundo lateral diestro no se cubría con la adaptación de un zurdo limitado, Valery, en su lado antinatural; ni con un futbolista, Mateu Morey, inactivo durante años ya hubiera militado en el Borusia o en el Cosmos de Pelé.

Esas mismas carencias se notarán en cuanto falte alguno de los centrales o incluso si se lesiona o es sancionado Samú. En relación a su nueva pareja de baile, Morlanes, lo mismo da que esté o que no. Ni se nota. Visto lo cual la cuestión que debemos plantear no es si darle cancha o no al joven Domenech, un poco verde para tanta responsabilidad, sino si realmente esta plantilla es capaz de responder a lo que se le pide o pretende que haga.

No nos impresiona que venga el señor Steve Kerr a dar charlas y hacerse fotos con los jugadores, ni a ellos parece que tampoco. El tele presidente y sus ejecutivos viven de cara a la galería al mostrar ídolos de otras culturas, inauguraciones de bares y restaurantes, premios y festejos y su proximidad con las autoridades locales, pero el fútbol no se juega en tales escenarios, solo en el campo y, como dijo Milan Kundera, el escritor checo que no ha ganado ningún anillo u oro olímpico: «el fútbol es un pensamiento que se juega y más con la cabeza que con los pies».

Nuevo capítulo de la serie, mañana martes y contra la Real Sociedad, nada menos. No hay tiempo para cuentos de indios