Sánchez nos tiene controlados
Una nueva norma diseñada para controlar el orden público en las calles y las comunicaciones en la asistencia a concentraciones permitirá al Ministerio de Interior la intervención de las redes y servicios de comunicaciones electrónicas de forma excepcional y transitoria siempre que se dé una circunstancia: la existencia de un riesgo objetivo y grave para el orden público, la seguridad pública o la seguridad nacional. ¿Qué riesgo objetivo grave podrá invocar el Ejecutivo socialcomunista para controlar e invadir servicios de mensajería como WhatsApp o Telegram? En efecto, la pandemia de coronavirus, excusa perfecta para, accediendo a esos servicios de mensajería por triangulación, controlar la ubicación de cada sujeto que utiliza las redes o WhatsApp. O sea, una persona que acuda a una manifestación contraria al Gobierno puede ser identificada y localizada.
El anteproyecto que dota de facultades al Departamento de Fernando Grande Marlaska es el de la nueva Ley general de Telecomunicaciones.
La norma incluye esta posibilidad para los proveedores de servicios de comunicaciones interpersonales cuando tengan la obligación de transmitir alertas públicas en caso de grandes catástrofes o emergencias inminentes o en curso.
Hasta ahí parece razonable, pero el Gobierno ha incorporado una cláusula que permite el acceso directo de la Policía: en esos casos excepcionales, el Ministerio del Interior podrá asumir la gestión directa o la intervención de cualquier infraestructura, recurso o elemento de la red o del servicio que resulte necesario para preservar el orden público, la seguridad pública y la seguridad nacional.
Como el texto legal regula el servicio de comunicaciones de emergencias y se recoge la posibilidad de usar los datos de localización del que realiza la llamada, así como la posibilidad de implementar un sistema de alertas públicas, el Gobierno podrá tener controlado e identificado a cualquiera que, por ejemplo, participe en una concentración o manifestación de protesta contra el Ejecutivo o uno de sus miembros, por ejemplo Pablo Iglesias. Sin ir más lejos, todos aquellos que se concentraran ante su chalet de Galapagar podrían ser fichados por el Gran Hermano socialcomunista
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