Opinión

Sánchez y Bosé, historia de dos jamones

Hay jamones para todos los gustos, de Teruel, ibéricos, o de bellota; en piezas, mazas o loncheados; a cuchillo, a máquina… Pero la característica que mejor los distingue es si son comprados o regalados. En esa nadie se equivoca

Y menos Pedro Sánchez, que se gastó más de 6000 € en jamones de bellota 5J en plena pandemia sin actos públicos.  Para los que creen que es tonto, ahí tienen una prueba de que no es así.  Aunque la noticia es vieja, me acuerdo de ella al ver de nuevo otro jamón en primera página, esta vez de Miguel Bosé.

Con el cantante, ya hay tres grupos de disfrutones del pernil: los que, como usted y yo, pagamos el jamón y el IVA; los que, como nuestro Amante Bandido, sólo pagan el jamón, pero no el IVA; y luego está el líder del PSOE, que no paga ni el jamón ni el IVA. ¡Cómo no querer mantenerse en la Moncloa!

‘Don diablo se ha desgravado y no sabe la que ha armado’, le ha cantado el TSJ de Madrid a Bosé, y le han explicado que no es deducible el IVA de los gastos de representación, ni tampoco los gastos personales, como la compra de embutidos y otros no relacionados con los ingresos de su sociedad.

Así, las reglas quedan claras. Pero, como siempre, a unos más que otros. Con el cantante, que ya las ha aprendido, seguiremos pagando el jamón y algo más de IVA, para invitar en la Moncloa.

Y con mucho gusto, si ello sirve para que, de vez en cuando, se estiren en palacio, cuando haya que engrasar relaciones en beneficio de algún proyecto para el país. No hay mejor magro que el del jamón para ese engrase.

Pero me temo que, durante la pandemia, poco corte habrá sido para ello. Para los profesionales del gorroneo es lo malo de las videoconferencias, que te vuelves a casa sin cenar. Salvo Sánchez y sus amigos, a los que les pagamos la ronda de 5J. El pa amb tomàquet, otro gran invento de la dieta mediterránea, lo pone Iceta.

Pero el jamón sólo es una anécdota que espero sirva para lo principal. Que aprendamos que el adjetivo público detrás de la palabra gasto es un peligro. Cuando oiga presumir del aumento del gasto público acuérdese de Milton Friedman.

El Nobel explicaba que existen cuatro formas de gastar: el dinero propio en uno mismo, el dinero propio en un tercero, el dinero de un tercero en uno mismo, o el dinero de un tercero en un tercero. Para el de Chicago, la forma más eficiente era, como puede adivinarse, la primera, en la que uno se preocupa por el costo de lo que compra, y también por su calidad y provecho.

Las menos eficientes, por el contrario, son las dos últimas, por no cuidarse tanto los recursos (pues son ajenos) ni, en ocasiones, la calidad. Los gobiernos emplean siempre, precisamente, las dos formas más ineficientes.

Mientras no lo aprendamos, seguiremos invitando a jamón y, lo que es peor, atrapados en el déficit y la deuda. Hasta entonces, disfruten de lo votado, ellos ya lo hacen… con 5J.