Opinión

Sánchez-Ayuso: ¿Un acuerdo para la esperanza?

Hay que celebrar el acuerdo al que se nos anuncia han llegado Sánchez y Ayuso para combatir adecuadamente la expansión de la epidemia en su rebrote otoñal. No era admisible la situación política en la que nos encontrábamos, que ha llevado a que sea noticia de alcance esta mera reunión del Presidente del Gobierno con la Presidenta de la Comunidad de Madrid —que, obviamente, no es una más entre las diecisiete de nuestro Estado autonómico— indicándonos que, en el normal funcionamiento de la gobernación del país, algo no marchaba correctamente.

El hecho no admite especial disculpa si a lo anterior le añadimos que el encuentro se produce tras sucesivas peticiones por parte de la Presidenta de Madrid, acuciada ante la nueva rápida expansión de un coronavirus rebrotado. No es ocioso recordar que, aunque nos  felicitamos por la reunión, el entorno político partidista de Sanchez se ha encargado de dar la cobertura adecuada a los intereses de seguir convirtiendo a Ayuso en el enemigo político a batir por el Gobierno y el PSOE.

Hace seis meses que por tierra, mar y aire, mañana, tarde y noche, se nos comenzó a bombardear con una campaña de propaganda afirmando que de esta guerra —contra el coronavirus—, «#Unidos saldríamos más fuertes». Es evidente que no solo no ha sido —ni es— así, sino que bien al contrario, hemos salido «más débiles y desunidos». Más «débiles» porque como mínimo, hay 50.000 compatriotas que ya no están entre nosotros, pese a la falta de reconocimiento por parte del Gobierno como caídos en esa guerra. En cuanto a la «unidad», habla por sí sola la noticia de hoy, muy positiva en sí misma considerada.

Pese a todos los nubarrones en el horizonte, y como no es cuestión de llorar sobre la leche derramada, hay que decir —aunque con tanto escepticismo como recelo— que la de hoy es una magnífica noticia que debiera significar un punto de inflexión en las relaciones entre el Gobierno y la oposición, imprescindibles para la anhelada recuperación ante un escenario pleno de incertidumbres sanitarias, económicas, sociales y específicamente políticas.

Una vez más se cumpliría el aforismo de que «no hay mal que por bien no venga», o el de «hacer de la necesidad (la unidad y el acuerdo), la virtud (de la rectificación), que es de sabios, como sabemos.

La anunciada mesa bilateral Gobierno-CAM, puede ser un buen instrumento de colaboración bilateral muy propio de un Estado intensamente descentralizado como el nuestro, que debe ser perfectamente compatible y complementario de la Conferencia de Presidentes que reúne a las Comunidades y Ciudades Autónomas con el Gobierno de la Nación.

La reserva y escepticismo ante el acuerdo alcanzado se debe a las ya demasiadas esperanzas frustradas en cuanto a un necesario cambio de rumbo en la política de un Gobierno del PSOE en absoluta minoría y dependiente para su supervivencia política, de un partido con escasos 35 diputados, fundamentado en un proyecto político incompatible económica y políticamente, con los postulados básicos de una democracia europea como la española, anclada en la UE y en la OTAN. Resume plenamente lo dicho que su agenda política esté guiada por «sentar las bases» —¡desde el Gobierno de la Nacion!— para el advenimiento de la Tercera República; y que su modelo de referencia sean repúblicas como las de Chaves, Maduro y Evo Morales, plurinacionales y bolivarianas, de acreditada calidad. Esto debería bastar para plantear un cambio de rumbo sobre la base de un nuevo Gobierno, ya sea de coalición o no, pero apoyado por partidos claramente comprometidos con nuestra Constitución y la Monarquía parlamentaria, piedra angular de la misma.

«No se puede servir a dos señores», ni poner una vela de acatamiento y lealtad constitucional al prometer el cargo, y otra durante su ejercicio trabajando por un radical cambio de régimen. Por cierto, y para que no haya dudas al respecto, nada tiene que ver esta Mesa bilateral acordada hoy con la CAM, con la pretendida «Mesa de diálogo» entre separatistas catalanes y el Gobierno. Que conste en acta para evitar confusiones interesadas.