Opinión

¿Quién siembra el odio?

Durante meses el mantra preferido de la izquierda ha consistido en acusar a la derecha de sembrar la semilla del odio. Aparecía un sobre amenazante manchado de sangre, la culpa era de Vox y el PP. Se denunciaba una agresión homófoba, la culpa era del PP y Vox, aunque luego se comprobara que la denuncia era falsa. El socialcomunismo se las agenciaba para ver siempre la sombra del fascismo. Pues bien, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha revelado que ha recibido  amenazas de muerte por haber mostrado su apoyo a la alcaldesa de San Martín de Valdeiglesias, María Mercedes Zarzajo, quien denunció la presunta corrupción del anterior equipo de Gobierno municipal. Por el momento se ha saldado con la detención de 17 ediles socialistas y de la ex alcaldesa de esta localidad.

No era un invento del PP, pero el hecho de que la actual alcaldesa pusiera el conocimiento de los hechos a disposición de la justicia le ha valido a Ayuso el tener que soportar una catarata de insultos y, lo que es mucho más grave, amenazas de muerte. Tanto Ayuso como la alcaldesa de San Martín de Valdeiglesias han recibido mensajes advirtiéndolas de que iban «a acabar en una cuneta». Eso sí, el socialcomunismo no se ha solidarizado con ellas ni ha condenado los hechos. Se conoce que cuando quien recibe amenazas de muerte son políticos de derecha, la izquierda guarda un silencio cómplice. Imagínense ustedes que estarían diciendo a estas horas PSOE y Podemos si las amenazas de muerte las hubieran recibido dirigentes de estas formaciones. No es difícil hacerse una idea: estarían diciendo que el comportamiento del PP y Vox es propio de organizaciones mafiosas.

La detención de la ex alcaldesa socialista de San Martín de Valdeiglesias se produjo el pasado 15 de diciembre en el marco de las primeras pesquisas de la Guardia Civil en torno a un presunto delito de corrupción urbanística en el pantano de San Juan denunciado por el actual equipo de Gobierno de la localidad, del PP. Su repercusión mediática, en virtud de la gravedad de lo ocurrido, ha sido escasa, porque ya se sabe que la corrupción de la izquierda tiene bula. Y de las amenazas a Ayuso, nada o casi nada. Algún descerebrado, incluso, pensará que se las merece.