¿Por qué no cumplimos nuestros propósitos de año nuevo?
Cada fin de año vivimos la misma situación: un aura cargada de positivismo extremo corre en el ambiente, y sin saber cómo, todos nosotros -hasta los más escépticos- terminamos enviando nuestros buenos deseos a personas a las que incluso no hemos hablado en todo el año.
Otra de las tradiciones que se impone con el fin de año es la que se refiere a los propósitos, tradición que, para sorpresa de muchos, no tiene nada de nueva. Los romanos invocaban al dios Jano para contarle aquellos propósitos que habían cumplido durante el año y a cambio de ello, esperaban sus bendiciones. Jano era el patrono de las puertas y se representaba con unas llaves en una de sus manos, por lo que los romanos asociaron las puertas con nuevos ciclos; en la otra mano tenía uvas, por lo que se cree que de allí proviene la otra tradición que en España y algunos países hispanoparlantes se tiene sobre las uvas.
Como vemos, a lo largo de la historia el hombre siempre ha tenido la necesidad «mística» de cerrar ciclos, y qué mejor alegoría que hacerlo cuando el calendario nos lo marca. Sin embargo, cada año veo cómo las personas sobrestiman de tal modo los propósitos que se marcan que a larga no los cumplen.
La principal causa por la cual las personas no pueden cumplir sus propósitos no es otra que la falta de autoconocimiento. «Conviértete en lo que eres» es la frase con la que Nietzsche denominó parte del gran trabajo que tenemos para con nosotros mismos a lo largo de nuestras vidas: conocernos. Sin embargo, en la era de las redes sociales muchas personas confunden ese trabajo con el «querer ser» o el «parecer», y éstas son intenciones completamente diferentes.
Veamos esta situación con algunos de los propósitos que más se incumplen: el de perder peso o ir al gimnasio. El «querer ser» te dice que tu propósito es tener el cuerpo de una súper modelo. Así que comienzas una dieta que viste en una revista de moda, gracias a la cual una famosa perdió 20 kilos en tres meses. Así que te impones esa dieta, que con el paso de los días comienza a hacerte sufrir, estás molesto, no tienes energía, en fin, estás hambriento, y todo esto mientras al mismo tiempo empiezas a ir al gimnasio, que te exige un esfuerzo físico al que no estás acostumbrado. Deambulas por el gimnasio sin ningún plan, entras a una clase, utilizas algunas máquinas o sigues una rutina que viste en internet. Al cabo de un mes dejas la dieta, el gimnasio y pierdes mucho dinero invertido.
Antes de empezar una dieta, el gimnasio o algo que represente un cambio importante en tu vida, deberías analizar qué capacidad de hacerlo, o cuáles son tus límites.
Si eres alguien que ama la comida basura, y de un día para otro pasas a alimentarte exclusivamente con lechuga, muy seguramente no podrás mantenerlo en el tiempo. Antes de iniciar una «dieta de choque», sería más conveniente que investigaras y entendieras que hay cosas que no dependen de ti, como tu morfología o tu genética, y que influyen en tu peso. Y como del torrezno al brócoli hay un largo camino, tal vez lo más indicado sería ir cambiando poco a poco tu alimentación.
En el caso del ejercicio, es igual. Si no te gustan las máquinas o te da pereza levantarte temprano, lo mejor sería encontrar una clase de entrenamiento que realmente te motive tanto como para ir retándote en el tiempo, o buscar un horario que se acomode a tu ritmo biológico.
Cualquier propósito que quieras hacerte en la vida necesita un poco de sentido común. Hacerte preguntas incómodas de tipo «por qué, para qué, cuándo o cómo voy a hacer esto», te podrían dar de antemano unas indicaciones que bien podrían ayudarte a pensar si realmente estás dispuesto a cumplirlas.
Así que, antes de proponerte algo, mi consejo es sé realista. Y esto no significa que no puedas mejorar, no. Ser realista significa conocer tus debilidades, para que éstas no te impidan cumplir tus expectativas. También ser consciente de tus cualidades «reales» -no las que te gustaría tener-, ya que estas podrían ser el trampolín que te impulse a cumplir propósitos más ajustados a tu realidad.
Recuerda: el autoconocimiento no es un post de Instagram, es un trabajo para realizar dentro de ti, y tal vez tu primer propósito de 2023 debería ser ese, conocerte mejor.
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