Opinión

PP: mismo mensaje, forofos abstenerse

Se lo escuché de viva voz a Luis Molowny, gloria del Real Madrid y director deportivo del club: estábamos al final de un partido del filial Castilla y, tras soportar que algún bocachancla formulara reparos a la actuación del equipo, Molowny, siempre tan mesurado, discreto y caballero, habló casi de refilón: «¡Qué bien se hacen los análisis cuando el partido ha terminado!», y ya un pelín más enojado, añadió: «Nos pagan para que hablemos nosotros, así que forofos, abstenerse». Y se rió con gran sorna. El cronista ha recordado esta sentencia episódica en estos días actuales en los que, desde el Partido Popular, menudean los espontáneos que saltan, vocacionales, al señuelo del micrófono, aunque sea enemigo, en el trance de vender sus opiniones y hacer de ellas poco menos que normas de obligado cumplimiento para la rectoría de su partido. Así ha sucedido que un ex alcalde, antaño triunfador y ahora vicesecretario del no sé qué, ha anunciado por su cuenta y riesgo que el PP está dispuesto a dialogar con Junts, siempre «dentro de la Constitución». ¡Faltaría más! Ha tenido que salir al ruedo el buen dirigente catalán Fernández para comunicarle a su colega que con los separatistas delincuentes de Junts ni a recoger una herencia.

Como resulta que los voceros y empleados del sanchismo, que están a la que salta porque tienen los mismos escrúpulos que su jefe, ¡qué ya es decir!, han aprovechado la pifia para decir al público en general cosas como ésta: «¿Veis? Sois como nosotros, tenemos que hablar con todos». O sea, un regalo envenenado para Feijóo que, muy pocas fechas antes, también ha tenido que soportar a los peones de brega que se han sumado a una voz extemporánea para pedirle que se vuelva a Galicia y que le ceda al paso a la presidenta de Madrid, Díaz Ayuso. A todos los voceros paniaguados del sanchismo y a otros varios compañeros de viaje, los «tontos del haba» como se les llama en Navarra, les ha faltado tiempo para descubrir, sin el mínimo dato contrastado, una auténtica marejadilla en el PP en la que viajan los surferos que se preguntan así, como quien no quiere la cosa: «El fracaso en las expectativas de Feijóo, ¿no es más que suficiente como para que se replantee su liderazgo?». Y para no aparecer como costaleros de Ayuso introducen también en el jardín (en la «ecuación» que se dice ahora) al presidente andaluz Moreno Bonilla. Cómo será la cosa que ambos, ¡maldita la gracia que les ha hecho!, han tenido que desmentir a toda prisa que tengan, siquiera, la menor intención de poner en solfa la Presidencia del ganador de las elecciones generales, Alberto Núñez Feijóo.

A raíz de estas constancias le ha dicho al cronista un periodista: «¿Por qué los populares son tan imbéciles que siempre están dando armas al rival?». La cosa no puede estar mejor traída. Y peor gestionada por el PP del momento. Bien está que en los partidos liberales (no los estalinistas como el de Sánchez) se garantice la libertad de juicio, pero, en coyunturas como la actual, ¿no es más adecuado guardar estos ejercicios para el intrapartido en lugar a expandirlos en cada plaza mayor ofreciendo grietas al contrario? Falta contención, inteligencia en los forofos, que diría acertadamente Luis Molowny, y dirección en la dirección, valga la oportuna redundancia. Un lunes, en esos postmortem, recuerdo de las jornadas lunáticas de Fraga, no estaría de más que Feijóo o en su defecto el mandamás Bendodo, quizá también Gamarra, agarraran el micrófono de esta guisa: «La doctrina oficial de este partido es que hemos ganado rotundamente las elecciones y que el presidente se va a presentar consecuentemente a la investidura, también que las ideas-fuerza de este partido deben concretarse en los siguientes puntos absolutamente indiscutibles: la unidad de España, la defensa del estado autonómico, la protección de la familia y de las libertades individuales, la apuesta por la propiedad privada y la denuncia y combate contra todos los movimientos separatistas, comunistas y populistas que se visualizan a diario en España».

Nada más; tampoco es mucho trabajo para que lo metabolicen los forofos.
Si una iniciativa tan simple hubiera estado vigente en la sinrazón de la ya presidenta de Extremadura, hoy no se estaría manejando como una de las bazas electorales del PSOE el contradiós de la señora Guardiola. Si, tras el victorioso 28 de mayo, desde Génova se hubiera articulado una sola estrategia de entendimiento o confrontación con Vox, ahora el PP no estaría lamentando el mucho provecho que han hecho Sánchez y sus sicarios de las idas y venidas de unos y otros portavoces populares. La unidad de criterio en instantes trascendentales como éste debe ser la moneda común en un partido que intenta, y tiene toda la razón para ello, gobernar España. Y no sólo el juicio común y reflexionado debe ser tendencia en el PP, sino la censura a ciertos dirigentes que se «hablan» preferentemente con los medios de la izquierda en la esperanza de que alguna vez les perdonen por ser como son. ¡Hace falta ser idiotas! Lo más que hacen estos medios y estos buitres de la información es aprovecharse de la bonhomía de bachiller de estos directivos para luego sopapearles al menor trance. Eso está comprobado.

Sánchez, ese sujeto altanero y codicioso al que un cómico retrata como el mejor representante de la especie española «chulo de bolera», lo tiene todo armado y bien armado. Desde La Mareta, que le pagamos al okupa con nuestros impuestos confiscatorios, ya ha avisado que se siente de nuevo presidente del Gobierno. Es chulo, pero nada imbécil: se nota ya así porque, a pesar de las mil fechorías que ha perpetrado en la pasada legislatura, ha recibido el apoyo de un tercio de los electores españoles, algunos de los cuales, según se está observando en ya detenidos análisis, votado hace dos meses al PP y se han vuelto a la casa socialista porque Sánchez les ha convencido de que, de verdad, venía la derecha montaraz de Vox. Otra asignatura pendiente del actual PP: ¿llegará un día en que, al unísono, todos sus dirigentes se expresen de la misma manera y con los mismos argumentos sobre un partido, Vox, que pretende seguir amargándole el triunfo? Pues eso, querido «Mangas»: mismo mensaje y forofos, abstenerse.