Opinión

La potra salvaje del independentismo

Principio y finalizo con una analogía que espero resuma bien la estulticia del acuerdo que el PSOE, el partido más traidor y desleal a España, ha perpetrado con el separatismo catalán, en su enésimo intento por mantenerse en el poder. Como el común de los españoles ni lee los programas políticos, ni la historia que las formaciones acusan a sus espaldas, hay que explicarles lo que pasa en el lenguaje que mejor entienden y dominan, aunque en su tiempo libre consuman el telediario de la 1 mientras aplauden con orejas de oveja su propia pobreza y decadencia.

Imagine el lector que en su comunidad de vecinos, hay unos señores que viven en el rellano del sexto piso y un buen día estos deciden que la cuota común que permite sufragar los gastos de la misma no la van a pagar más, informando al resto de los convecinos de que los servicios del bloque no contarán con su periódica aportación económica para el mantenimiento y buen estado de conservación de las viviendas y zonas comunes. Así, el portero de la finca, la limpieza de pasillos y rellanos, la tasa de basuras o los arreglos extraordinarios del inmueble serán sufragados por el resto de inquilinos, a una cuota mensual mayor cada uno, habida cuenta de que tendrán que cubrir lo que los recientes morosos dejarán de aportar. Los propietarios víctimas de la unilateral medida, protestan por tener que pagar más y por la insolidaridad de sus vecinos del sexto, que cohabitaban en igualdad de condiciones que ellos hasta ese momento.

El presidente de la comunidad, en aras de la convivencia y el buen rollo entre todos, no admite la injusticia porque, y así lo justifica, la ley no es igual para todos, ya que los del sexto tienen un superior estatus económico, una realidad diferenciada que hay que entender y proteger. Y mientras privilegia su chantaje, promete al resto de propietarios que ello mejorará el clima vecinal sin afectar a las arcas. Una promesa que en absoluto se cumple y deja al vecindario sumido, una vez más, entre el cabreo displicente y la desidia protestona.

Una vez se consolida la injusticia, sin respaldo legal ni lógica moral, permitida y aceptada con la protesta moderada y por escrito del resto de vecinos, llega la realidad que el presidente de la comunidad no contó en su momento cuando fue elegido: amén de pagar entre todos los gastos comunes, una circular nueva, pactada entre el todopoderoso gobernante y los habitantes del sexto, obliga al resto de vecinos a abonar el coste de los suministros usados por estos, que podrán disfrutar de la electricidad, el agua corriente y la calefacción como subvención generosa financiada por los demás. Como al presidente se le dieron poderes para dirigir de manera autócrata el portal, apoyado por la mitad de una comunidad que sigue creyendo en su palabra, los damnificados por la decisión caudillista no pueden revertirla, ni siquiera acudiendo al administrador de la finca, que se lava cándidamente las manos, justificando la felonía cometida.

Aterrizo el símil a un caso cotidiano de economía doméstica para que se entienda cómo unos delincuentes han conseguido, con el apoyo de otros, destrozar los cimientos de una sociedad basada en el respeto a la igualdad entre todos sus ciudadanos, la solidaridad fiscal, la unidad territorial y el bienestar mayoritario. Y lo ha hecho el socialismo, o sea, el PSOE, es decir, Sánchez. Desatados los muyahidines progresistas, en el Consejo de Ministros y en el consejo de informativos, este acuerdo, desde la perspectiva del socialismo de principios (disculpe el lector el oxímoron) debería abocar a una desaparición de las siglas que lo representan. Pero en un Estado que subsidia hasta la náusea la mediocridad y obliga a la clase productora a destrozarse el lomo para gusto de la plebe recolectora y mamadora, ni siquiera el mejor y más perfecto de los silogismos acabaría con su manso voto al partido que los empobrece y arruina sin remisión ni culpa.

Cataluña no será más rica por gestionar sus propios impuestos. Lo será la élite dirigente que lleva desde Recaredo robando y esquilmando los recursos públicos de los catalanes, primero con la excusa del hecho diferencial, y después con la amenaza de la independencia, aunque siempre, y con la dosis previa de soflama habitual para abducidos, se conformarán con la transferencia mensual a sus cuentas corrientes. Desde una perspectiva liberal, podríamos debatir que cada territorio recaudase y gestionase sus propios impuestos, pero bajo una igualdad de condiciones que asuma también la deuda pública y el déficit de la seguridad social. Lo que ha hecho el PSOE, empero, es inconstitucional, inmoral e ilegítimo, ya que no asumieron los votos para dicha empresa federaloide. Pero ahí tienen al partido de la poltrona, aplaudiendo a su potra salvaje al cabalgar los lomos de una España desdentada de valor y coraje, conforme con lo que pasa por miedo a que le llamen racista, machista o facha.

Los independentistas se quieren ir, no sin antes obligar al resto a que les paguemos su marcha. Y como buenos vecinos, las comunidades y territorios cómplices, socios y afines al camarada Pedro, asentirán en privado y seguirán protestando por lo bajini en público mientras el Estado de las autonomías, la España constitucional y la nación de libres e iguales se va por el sumidero sinvergüenza e indecente que un prófugo, un golpista y un autócrata han construido para su único bienestar.